Capítulo 8. "Lily".

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El auto de Harry me congelaba las piernas descubiertas. Sabía que debí robar un pantalón de alguna tienda, porque obviamente no iba a tener algo cubriéndome las piernas gratis, pero es que ni siquiera me ha dado tiempo de eso cuando Harry fue a buscarme al callejón. Traerme un camisón había sido un gran error. Sin embargo, era su auto, de todas maneras. ¿Qué iba a decirle? Bastante hacía con dejar que me quedara en su casa y tratarme de esa manera.

Suspiré entrecortadamente y me froté las piernas con las manos igual de frías, intentando vanamente trasmitirme algún tipo de calor. Apoyé mi frente en la ventana empañada y solté el aire virgen por la boca, cerrando los ojos. Normalmente no podía hacer eso; podría quedarme dormida en cualquier parte. Pero la noche anterior había dormido tan bien que casi no me creía que era real. Por una vez desde hacía tanto tiempo, me sentía realmente… bien. Y no estaba segura del por qué. Sólo lo sabía. 

Escuché un click que resonó en seco en el ambiente y la temperatura subir notablemente. Y no, no era sólo yo. Seguidamente, sin darme tiempo de respirar, sentí el roce del dorso de una mano suave chocar sutilmente contra mi rodilla descubierta. Abrí los ojos de golpe sintiendo el corazón en la garganta, y miré a Harry, quien apartó la mano de inmediato y la posicionó en el volante, mirándome con sus ojos verdes que brillaban con la luz lúgubre de otra tarde nublada en Londres.

-Lo siento –me dijo, tenso, fijando la vista al frente de nuevo. Asentí, casi segura de que aún me estaba viendo de soslayo, y suspiré, tragando saliva y desviando la vista también. Sentí una corriente fría encenderse en mi espalda, y una capa de sudor me cubrió la nuca. Miré perdidamente mis dedos tamborileando frenéticamente sobre mi pierna. ¿Qué había sido eso?

***

El tiempo se pasa rápido cuando no hablas. Bueno, en mi caso. No me gusta mucho hablar. Porque la verdad es que soy una mierda expresando las cosas en voz alta; quiero decir, no soy una antisocial ni nada de esa movida, tampoco es que quiera dejar a la gente hablando sola todo el tiempo, ni siquiera es mi intención… La mayoría de las veces. Es sólo que, si me pusieran a elegir entre liderar una conversación por un lapso de 5 minutos ininterrumpidos, o fumarme un cigarrillo, creo que es obvio qué opción sería mi predilecta. 

Devoré la mayor parte de las tres pizzas tamaño familiar que pedimos, hasta que ya no pude más. Estaba tan llena que, fuera apropiado en un sitio de lujo como ése o no, si yo tuviera unos vaqueros encima, me los desabrocharía para dejar salir la panza y disfrutar por una vez la sensación que muchas chicas odian: sentir la tripa llena. Seguidamente, me fumaría un cigarro y me bebería tres botellas de vodka mientras observaba a la multitud retorcerse ridículamente sobre la pista de baile.

Pero en realidad ahora no podía ahora. No aquí. No así. No en presencia de alguien que me tenía tan cohibida. Normalmente, podría importarme una mierda arrancarme la blusa y bailar sobre las mesas o algo. Después de todo, soy joven y me sobra el colágeno. Pero sería como extraño sentir la mirada penetrante de Harry clavada en mí, y eso sería suficiente como para querer salir corriendo y vomitar. Sería incluso más incómodo que ver a tus abuelos besarse. 

No sé si él tenía idea de lo penetrante que era su mirada, o de lo mucho que le veían las chicas el culo cuando pasaba. Me había fijado. Y sí tenía. Mucho. Y uno lindo, que se veía que no era hecho. Pero él no parecía darse cuenta de ello, y tampoco parecía presumir que era guapo. Porque en verdad que lo era.

Era el tipo de tipo que todas las tías quieren y que todos los tíos desean ser. Me había fijado por las miradas inadvertidas de todo el que pasaba por ahí, y que Harry, por cierto, pasaba de alto. Seguía intentando averiguar si lo hacía realmente a propósito, o si de verdad era tan despistado –o tan idiota- como para no darse cuenta de nada. De cualquier forma, me había dado pizza, y eso lo hacía el doble de agradable. Al menos para mí.

Sonrió y comió una papa frita del borde del plato. –Te lo dije. Son las mejores pizzas de Londres.
-¿Vienes mucho aquí? –tuve que preguntar. La verdad, él no se veía un tipo muy fiestero que digamos. Pero, quién sabe, las apariencias engañan. Y créanme, que yo sé de eso.
-Todo el tiempo –rodó los ojos, sonriendo, enseñándome los hoyuelos que se derramaban en sus mejillas, y tomó de su whisky sin dejar de mirarme. 

Soy de las personas que, tal vez no pueda mantener el hilo de una conversación coherente por mucho tiempo, porque evidentemente eso sería forzarme a mí misma, pero puedo mantener contacto visual con una persona por mucho tiempo. Y ciertamente, como le dije a Harry el primer día, miro a mucha gente, pero eso no quiere decir que quiera conocerlas. Y lo juro, la mayoría de las veces es así, como cuando ves a un completo extraño pasar a tu lado en la calle, y aunque sabes que jamás lo volverás a ver, sin embargo lo miras, para luego girar la mirada al frente y seguir tu camino, al tiempo que él sigue el suyo también. Pero esta vez… Bueno, no lo sé. Él volvió a aparecer. Y ni siquiera recuerdo por qué mi subconsciente me empujó a mirarlo por primera vez, de todos modos. Fue extraño. 

-¿Te sientes muy llena? –quiso saber, volviendo a colocar el trago sobre la mesa. 
-¿Por qué? –contraataqué. El fantasma de una sonrisa apareció en sus labios en forma de corazón.
-Sospecho que te gusta bailar –me dijo. Tragué saliva, mirando mi plato vacío. ¿Qué estaba tratando de hacer conmigo con todo esto? 

Consideré negarme. Pero eso sería totalmente ridículo. No tenía por qué tener miedo de él, no se veía un mal tipo. Alguien que era incapaz de escribir un ensayo por sí solo y que salía a cenar pizza en sus ratos libres no podía ser un violador, ¿verdad? ¿Verdad? 

Me levanté de la mesa y ambos nos dirigimos hacia la pista de baile, metiéndonos entre los cuerpos bañados en nubes de perfumes dulces que jamás había olido antes, al ritmo de una canción de Rock que no pude reconocer. Pero, sin embargo, estaba en mí que mis pies forrados por mis fieles y deshilachadas botas negras comenzaran a moverse solos, hallando la manera de conseguir que mi cuerpo se adaptara al ritmo estruendoso de la música. Suspiré y cerré los ojos, dejándome llevar por la melodía que se mantendría pululando en mi cabeza aún cuando se terminara la canción, de eso estaba muy segura.

Sentí el dolor en la uña de mi pulgar tras haberla mordisqueado hasta el cansancio, atacándola casi de raíz, arrancando con los dientes partículas de piel que hicieron que pequeñas gotas de sangre se asomaran y brillaran con las luces efervescentes que me calentaban el cuerpo. 

Sentí las manos de Harry agarrar mi cintura, y dejé que se posicionaran ahí, mientras dejaba fluir la extraña sensación de algo activándose en mi interior. Las guitarras comenzaron a hacer de las suyas en un solo suave que favoreció increíblemente la canción, y de repente comencé a sentir las ganas inmensas de acompañar este momento con un cigarrillo. 

Me reí sola cuando abrí los ojos y miré la luz iridiscente bañar la piel bronceada de Harry, y al subir la vista, me encontré con unos increíbles ojos verdosos mirándome, y al bajar, con unos labios en forma de corazón que intenté apartar de mi vista de inmediato por alguna extraña razón.

Todas las personas que allí se encontraban comenzaron a corear salvajemente el estribillo de la canción, moviendo sus brazos de allá para acá y uniendo sus voces en una sola, haciendo bullicio cuando el baterista comenzó a golpetear más fuerte. Y yo que todo este tiempo había estado pensando que era imposible pasársela bien sin estar poseída bajo los efectos del MDMA. 

Las suaves manos de Harry se posicionaron en mis caderas, apretándome, y alzándome entre ellas con fuerza sin parecer siquiera hacer el más mínimo esfuerzo, y comenzó a dar vueltas, bailando y riendo. Realmente me gustó estar arriba entre sus brazos, con mi vientre pegado a su pecho y su barbilla en mi abdomen. Eso hasta que abrí los ojos y comencé a perder el equilibrio, sintiéndome enferma y mareada. 

Una nube de recuerdos pasó por mi mente, oscureciendo cada signo de felicidad que pude sentir hacía un momento y convirtiendo la música en un retorcido grito de dolor que hizo que me llevara las manos a los oídos. 

Pataleé en el aire, apretando los párpados. -¡Suéltame! ¡Bájame ahora! –grité, sintiendo la cabeza caliente y las frías gotas de sudor bajar por mis sienes. Harry me dejó en el suelo y procuré no tocarlo más. Él retiró sus manos casi automáticamente y yo me tambaleé hacia atrás, chocando con un hombre sudoroso que me empapó el hombro de sudor con su espalda húmeda, y entonces todo comenzó a dar vueltas.

Agobiada, opté por mi mecanismo de defensa más común, y eché a correr, empujando a todo el que se atravesó en mi camino.

Wild. ||A Harry Styles Fanfiction||. -BarbiieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora