Casting 2

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Irene, que pensaba que su sometimiento iba a ser inmediato, quedó un poco chafada al ver como Xana, que tan superior había sido durante el combate, se entretenía rebuscando en un gran baúl de madera que había en una de las esquinas de la sala. No es que Irene deseara ser sometida por aquella fortachona mujer, pero desde luego quería que aquel mal trago se pasara cuanto antes.

Después de unos minutos valorando los mejores “juguetes” con los que someter a la perdedora, Xana se acercó a su presa con una cuerda larga y gruesa, después de haber desperdigado por el suelo algunos elementos que podrían resultarla útiles durante el tiempo en que sometiera a Irene, como eran un par de consoladores, unas esposas, un látigo corto y otro más largo de aspecto más amenazador, y un collar de perro con su respectiva correa.

-¿Vas a ser una buena perrita o voy a tener que atarte?- preguntó Xana con una evidente sonrisa de superioridad en el rostro.

- Seré buena- contestó Irene bajando la mirada avergonzada, pero se vio obligada a alzarla de nuevo cuando Xana la agarró con fuerza de la barbilla para que le mirarse a la cara.

- ¿Eres una perrita?- preguntó la mujer.

- No- respondió Irene con toda la firmeza que pudo, pero esto lo único que la proporcionó fue una potente bofetada de la dura mano de Xana.

- ¡Has perdido, así que serás lo que yo diga que seas!- dijo Xana elevando su tono de voz mientras Irene sentía como su mejilla se iba calentando debido al golpe. Irene estaba convencida de que Xana se lo había preguntado, pero estaba segura de que quejarse no la llevaría a nada bueno, con lo que calló y miró avergonzada a Xana, recibiendo un escupitajo que cayó sobre su pómulo izquierdo–. Ponte a cuatro patas, perra que vamos a jugar- dijo la ganadora divertida, dispuesta a disfrutar de la recompensa de su triunfo.

Xana agarró las braguitas de Irene, que había roto en cuanto se las había arrebatado, para hacer una bola con aquel girón de tela y lanzarlo a unos cuantos metros de distancia para ordenar a Irene, a viva voz, que fuese a recogerlo.

Irene gateó como una perrita hasta donde habían aterrizado lo que antes eran sus braguitas, para cogerlas con su mano y llevarlas corriendo hasta los pies de Xana, pero esto no agradó a la vencedora, que agarró de la larga cabellera rubia a Irene para pegarla una batería de 10 bofetadas sobre su mejilla derecha, que quedó enrojecida y la abrasaba por el dolor y la vergüenza.

- ¿Cuántas perritas has visto que traigan cosas en sus pezuñas?- preguntó Xana aplastando con el talón descalzo la mano en la que aún llevaba las braguitas rotas.

- Lo siento, yo no sabía…- pero Irene se vio sorprendida de nuevo cuando Xana volvió a agarrarla por la melena para pegarla otra batería de bofetadas, en esta ocasión sobre su mejilla izquierda.

- ¡Las perras no hablan, ladran!- dijo Xana sonriendo al ver el rostro enrojecido de la chica a la que acababa de derrotar. Irene, brutalmente avergonzada soltó un par de ladridos que parecieron convencer a Xana, que volvió a coger las braguitas de Irene para moverlas delante del rostro de esta.

Irene, temerosa de volver a sentir la dura y firme mano de la asiática sobre su rostro miró la bola de tela como si de verdad fuera una perrita, siguiéndola con la vista hasta que finalmente la lanzó.

Irene, que sabía que agarrar la bola de tela con las manos enojaría a su dominadora, agachó la cabeza avergonzada y mordió lo que hasta hacía unos minutos habían sido sus braguitas. Con el girón de tela entre sus dientes la chica gateó rápidamente hasta los pies de Xana, viéndose obligada a levantarse un poco sobre sus rodillas para alcanzar la mano que la vencedora estaba tendiendo, muestra evidente de que quería las braguitas sobre su mano.

Irene la luchadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora