Magic Illusion-Doctor Strange

Capítulo 8

-¡Curaste tus poderes!- salto emocionada y yo la mantuve en el aire como respuesta- Mola

-Lo sé

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Me desperté por la luz que entraba por la ventana.

Y me di cuenta de que me tocaba hacer de niñera de Strange, llegaba tarde

Me arreglé lo más rápido que pude y le escribí una carta a Liz explicándole mi fugaz desaparición

Querida Liz siento haberme ido tan rápido y sin avisar, acabo de recordar que tengo trabajo y voy un pelín tarde. Nos vemos pronto

M.W

Pd: Volveré pronto 😉

Pegué la nota en su frigorífico y me teletransporté a mi habitación de Katmandú con un portal.

Salí de la habitación y bajé al comedor, donde estaba Stephen.

Me senté a su lado y le asusté un poco

-Lo siento- dije en bajito

-Dios! Casi me provocas un paro cardiaco!

-Lo siento

-No es nada, creo que mi corazón sigue latiendo

-Hoy seguiremos con los portales, pero primero vamos a correr un poco

-¿No desayunas?

-Sí, pero no aquí, después de correr, iremos a mi cafetería favorita, te invito si consigues hacer un portal.

-Trato hecho

Estuvimos corriendo al rededor de una hora por las montañas

-Quien llegue a ese árbol gana- dije

-Y qué gana?- dijo entre jadeos mientras yo hacía un portal- No, no vale, no no no no NO

Llegué al árbol y me senté apoyando mi espalda en el enorme tronco

Stephen llegó segundos después y entre jadeos se sentó a mi lado.

-Los portales molan- dije

-Si sabes usarlos- le miré divertida

-Pues aprende

-Después del descanso, porque esto es una pausa ¿no?

-Si, es un descanso

Se podia oir el río los pájaros, los árboles, todo el bosque en armonía, todo, fauna y flora eran uno. Era relajante, un lugar donde los pensamientos se clarifican, permitiéndote sacar tu parte inconsciente y analizar lo que te ocultas, lo que tu mente inconsciente esconde en lo más profundo de tu ser.

-A veces vengo aquí a pensar- Dije con voz relajada

-¿Pensar en qué?

-En todo- le sonreí y me devolvió la sonrisa- cierra los ojos- le sugerí

Cerro los ojos y se concentró en el la paz que transmitía el lugar. Coloque mi cabeza en su hombro y sentí que sonreía, de algún modo sabía que no le molestaba mi enorme cabezón, es más, le gustaba y casi no me hacía falta leerlo mentalmente para saberlo.