Capítulo 1 - Asesino
Madrid - 7:32 a.m.
Antonio se despertó con la respiración agitada, palpando ,primero con su mano derecha, el hueco de su lado y luego con ambas manos en un intento desesperado por encontrar a alguien a su lado, pero no encontró absolutamente nada. Ni siquiera encontró ningún rastro de calor que al menos le indicara que alguien había estado ahí, no encontró absolutamente nada.
El español clavó su mirada en las sábanas blancas mientras normalizaba su respiración.
No estaba ahí y ya era hora de aceptarlo después de tantas décadas sin él.
Roderich no estaba ahí.
Antonio se acomodó en la cama nuevamente. Su vista viajó desde el reloj digital situado sobre la mesita de noche hasta la ventana por donde se colaban las primeras luces del amanecer, atravesando las cortinas blancas y proyectando una estela de polvo en suspensión.
Volvió a revisar el hueco que había a su lado una vez más ,apretando las sabanas con todas las fuerzas que tenía, antes de sentarse en el borde de la cama y soltar un prolongado suspiro. Apoyó ambas manos en el borde de la cama para poder incorporarse. Necesitaba una aspirina y salir de su piso lo antes posible o la melancolía lo ahogaría.
Se puso una camiseta de manga francesa, holgada y de color rojo, un pantalón negro con un pequeño doblado que enseñaba su tobillo y se puso sus slippers de tela de color negro liso. Antonio no se molestó en mirarse en el espejo, agarró la cartera situada encima de la cómoda y salió por la puerta no sin antes mirar el interior de su piso por última vez, comprobando por enésima vez en esa mañana si había alguien en casa.
-Buenos días, Antonio- la característica voz esponjosa de Brígida ,su vecina de enfrente, sonó desde el ascensor.
La pelirroja tenía su pelo recogido en un moño ligeramente alborotado, iba vestida con unos pantalones de campana marrón claro y una camisa blanca con un par de botones desabotonados donde tenía enganchadas sus gafas de colores ocres. Las levantó ligeramente manteniendolas a un par de centímetros de su cara y miró a través de ellas para poder comprobar que ,en efecto, era su vecino. La chica curvó sus labios pintados de color carmesí formando una pequeña sonrisa.
Brígida se colocó en la puerta del ascensor para que no se cerraran.
-Buenos días- Antonio entró en el ascensor agradeciendole a Brígida el gesto con una amplia sonrisa.
-Te veo triste esta mañana- la pelirroja agarró las horquillas que tenía enganchadas en la manga de la camisa y empezó a acomodar su pelo.
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Soundless melody (SpAus)
FanfictionKlanglose Melodie Él era la melodía silenciosa que sonaba cada noche en su cabeza, era su chico hecho de estrellas, lleno de luces, de cosas buenas. El chico que curaba sus heridas con besos y vendas y también era el chico que se había marchado.