Tu corazón fue para mí
un templo pagano de arcos vivientes
adornado con vidrieras de luz de luna.Yo era la única creyente
de un dios mortal
que ni siquiera creía en sí mismo.Me abriste las puertas de tu catedral,
me alzaste hasta los pies de tu trono celeste
y me mostraste la corona de estrellas
que estabas forjando para mí.Y después llegó la luz,
y después llegó el diluvio.Tu catedral se inunda de voces
y ya no hay sitio para mí.
Mi fe se convierte en pecado.Y me veo exiliada
a una pequeña ermita solitaria
que late dentro de mi pecho.Aunque las únicas oraciones que se escuchan
son mis versos clandestinos,
cuando el cielo se oscurece
el altar se ilumina con tus colores
y te adoro sólo a ti.