LA DESPEDIDA

46 0 1
                                    

Toda historia tiene un principio, y este es su final.

Caminé con cuidado a través de la cubierta. El roció de la mañana hacia que a cada paso que daba pudiera perder el equilibrio . Al llegar a la barandilla me detuve y vi salir el sol sobre el horizonte. El aire frío y húmedo de la mañana me hicieron bien. El dolor de cabeza con el que había salido de la sala de fiestas iba desapareciendo. Su origen. La última conversación que mantuve a lo largo de la noche y que había concluido hacia escasos minutos.
Mis manos buscaron refugio del frío matinal en los bolsillos de mi abrigo .... y tocaron la fotografía que había dejado allí hacia un rato. Mis dedos la recorrieron mientras en mi mente volvía a imprimirse la imagen de ella. De la fotografía. Y dentro de esta se encontraba ella, aquella mujer que conocí hacía veinte años y que en momentos puntuales reaparecia en mi vida.
Tal vez debería aclarar, que tras nuestra despedida de hacia veinte años nunca volví a verla, y sin embargo su recuerdo si me visitaba cada cierto tiempo.
Cerré los ojos para verla mejor. Y allí estaba.
Un paseo al lado del mar.Una mujer joven. Su pelo revuelto enmarcaba un rostro pecoso aderezado con una amplia sonrisa. Sus brazos estaban abiertos y dirigidos hacia un pelícano que se encontraba en el suelo. Este a su vez la miraba mientras abría sus alas. Era como si quisiera imitarla, ser ella, unirse a ella en un futuro abrazo. Apreté mis ojos en un inútil esfuerzo de ser parte de aquel momento.
Abrí mis ojos y tal como temía, deje de verla.
....... Y recordé que la conocí veinte años atrás. Miré de nuevo al mar. Los sonidos de las conversaciones mantenidas por los pasajeros me hacían darme cuenta de que no estaba solo y que me encontraba en la cubierta del barco con un solo propósito . Recordé a que fui allí. Era difícil hacerlo, y más aún porque deseaba ser consciente de todo y no quería que esto fuera motivado por el odio o la rabia . Así evitaría que el pasado volviera a llamar a mi puerta.

Saqué la foto. Ni por un momento se me ocurrió fijar mi ojos en ella, ya que si lo hacía no podría mover un solo dedo. En ese momento me vino a la mente recuerdos de cuando era un niño y me acercaba al mar a tirar piedras con el propósito de llegar lo más lejos posible antes de que desapareciera en el horizonte. Así quería hacerlo, deseaba verla desaparecer, pero a su vez necesitaba verla volar eternamente antes de decirla adiós.

Mi brazo se arqueo hacia atrás y en un movimiento seco la lance fuera
del barco ...... y antes de caer en el mar una corriente de aire la trajo de nuevo a donde me encontraba y en un suave vuelo calló a mis pies. Me di la vuelta. Sabía que aquello que tenía que hacer estaba hecho, lo que el destino decidiera ahora era ajeno a mi.

LA FOTOGRAFIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora