If anybody could have saved me, it would have been you

1K 95 16
                                    


Emma continuó siguiendo el polvo de hada por el túnel, con los sentidos siempre en alerta, lista para percibir cualquier ruido. Y había creído en ello. De verdad, por unos diez minutos había creído que habría funcionado.

Atravesó aquel laberinto siguiendo fielmente aquella huella del polvo, perdiéndose entre la fina red de agujeros de la mina, pero sin darse por vencida. Había decidido tener fe en Henry y en la magia, por una vez. E intentó no dejarse descorazonar tras los primeros diez minutos en los cuales caminó en la oscuridad. Pero después, le pareció encontrarse de nuevo en uno de los caminos por los que ya había pasado. ¿El polvo de hada podía perderse?

Porque si había una mínima posibilidad de que ocurriera, entonces, obviamente tenía que ser en ese momento. Porque Emma sencillamente tenía esa suerte. O quizás su alma gemela ya estaba muerta y la habían enterrado ahí debajo, en cualquier parte y el polvo estaba intentando cansarla, para que se rindiese. Pero a continuación pasó la cosa más extraña que podía haber pasado. El polvo entró en una de las paredes, infiltrándose en la tierra y atravesándola.

Al principio, Emma pensó que aquel era el fin. Que ella, obviamente, no podía atravesar las paredes, ni siquiera aquellas de tierra, así que no había más que hacer. Pero después, recordó lo que le había pasado a Elsa. Había hecho explotar una pared que la había conducido a la playa. El mapa de aquellas minas era una locura, no había manera de saber dónde se encontraba. ¿Y si el polvo de hada no se había perdido ni se había equivocado de persona?

Quizás las vueltas en círculo eran porque estaba intentado conducir a Emma a través de aquella pared, pero debido a la testarudez de la rubia en no comprender a dónde tenía que ir, sencillamente había decidido mostrárselo. Había una esperanza, aunque pequeña, que tras aquella pared de tierra estuviera Regina. Viva. Lista para ser salvada. Emma cerró los ojos, inspirando, lista a hacer volar la pared con su magia. Cerró las manos, abriéndolas bruscamente alzándolas hacia delante. Un ruido sordo retumbó por las galerías mientras la pared que tenía delante se convertía en polvo.


En cuanto el corazón fue introducido en su sitio, dentro de su pecho, Regina percibió una sensación extraña recorrerla. Un calor diferente a cualquier otra cosa que hubiese sentido se irradió de su corazón y se extendió a sus brazos, piernas, cabeza. Se sentía como si durante toda la vida hubiera estado en una semi vigilia, en la que veía todo lo que la rodeaba de manera confusa y desenfocada, pero en aquel momento ya no lo estaba. Todo estuvo repentinamente claro. Las cosas encajaron perfectamente en su lugar. Todo estaba donde tenía que estar.

Maléfica miró estupefacta cuando una tenue luz brilló en el pecho de Regina, exactamente en la zona donde se encontraba su corazón. Regina inspiró, cerrando los ojos y alzando el rostro. Un instante después, la luz de su pecho se debilitó, la gruta volvió a ser sombría.

«¿Quieres decir tus últimas palabras?» preguntó Maléfica con una sonrisita, el bastón dirigido hacia su dirección.

Regina alzó lentamente la mirada. Una luz intensa brillaba en sus ojos. Entonces sonrió. Pero no era una de las habituales sonrisas que había dirigido a Maléfica durante su secuestro. Era una sonrisa sincera y tan pura que, seriamente, incomodó a la bruja.

«Gracias» susurró lentamente

Su voz estaba embargada de algo, tenía una nota particular, que Maléfica tardó un poco en reconocer. Pero cuando lo logró, algo en ella se paralizó

Regina era feliz.

«¿Por qué diablos sonríes?» preguntó con rabia

«Puedo sentir de nuevo todo lo que había olvidado» murmuró, sin lograr dejar de mostrar la alegría que sentía «Puedo sentir lo que contiene mi corazón ahora que se ha liberado de sus culpas»

RedemptionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora