En 1966, después de días increíbles en los que John y Paul, con sus más y sus menos, lo pasaron bien, en una galería londinense, Yoko Ono hizo su entrada en la vida de Lennon.
Al principio sólo se tomaron cariño por ser ambos amantes del arte y la música, y compartir muchos ideales que sin embargo, John y Paul no compartían.
Yoko no fue bien recibida entre los tres Beatles restantes. Aunque se alegraban porque ella conseguía sacar el lado más creativo y privado de John, además de ayudarlo a salir del LSD, había algo en ella que hacía desconfiar a los demás.
Paul era el que más tenso tenía las cosas con Yoko. George y Ringo simplemente la toleraban.
John estaba como loco con ella. No dejaba de hablar de Yoko. Yoko, Yoko, Yoko. Eso era lo único que sabía decir. Y Paul estaba llegando a un punto cumbre, en el que empezaba a odiar ese nombre, y a la persona que lo decía.
En 1967, cuando la muerte de Brian, su mánager, se hizo pública, John quedó destrozado. Durante varios meses no quiso saber de nadie, y ninguno de los chicos se atrevió a cruzar palabras con él. John sólo quería ver a Yoko, y eso fue exactamente lo que hizo.
Tras la publicación de Let It Be, debían acabar la película que le daba el mismo nombre, aunque no tuvieran ganas de reunirse más. Los Beatles estaban acabados. Las peleas eran constantes, no se ponían de acuerdo, y para colmo, Yoko estaba de por medio.
Como si no fuera suficiente trabajar incómodo con tus compañeros de banda, lo más idóneo es que la novia de uno de ellos esté metiendo las narices donde no le importaba.
Si Paul, que fue el que más se negó a terminar la película, hizo eso, es porque Yoko acaparaba demasiada cámara con John. Los demás quedaban más al fondo, aunque la película era sólo y exclusivamente de ellos cuatro.
Tiempo atrás, los Beatles prometieron que jamás meterían a una chica en los estudios mientras grababan. Decían que eso era sagrado, que aquello sólo era íntimo para ellos.
- Pero si yo quiero que Yoko esté, estará. Si no, puedes buscarte a otro vocalista, Paul - dijo John, agarrando la cintura de la chica, que sonreía ampliamente.
Antes de dar su último concierto en el tejado de los estudios Abbey Road, Ringo, Paul y George, esperaban a John. Era la última escena de la película.
- ¿Dónde mierda está metido John? - preguntó Paul.
- Relájate. Estará drogándose con Yoko - dijo George.
- Así me voy a relajar muchísimo. Gracias - contestó Paul, irónicamente.
- Qué ganas tengo de perderlos de vista - dijo Ringo.
Así es, las cosas estaban muy tensas entre todos los miembros del grupo. John llegó con graves síntomas de haber estado haciendo justo lo que George sugirió.
- ¿Empezamos? - dijo, sonriendo, dándole una palmadita en la mejilla a Paul.
Y a Paul, le vino como un flashback... aquella noche del 66.
«- ¿John? ¿Estás aquí o estás con Yoko?
- Con Yoko - murmuró John.
- Mira, ya está bien. ¿Qué coño te pasa?
- ¿Lo quieres saber, Paul?
- Por favor. Si no es mucha molestia.
- Estoy enamorado de Yoko - confesó John.
- Oh, claro que sí. Hace dos jodidos meses que la conoces pero ya estás enamorado.
- Tú no lo entiendes, Paul. Tú no lo entiendes.
- Sí, John. Me detectaron deficiencia mental. ¿No lo sabías?
- A veces eres un crío.
John se alejó de Paul, retirándose a la puerta del estudio.
- Sí, ahora huye con la tía esa.
- Jamás - dijo John, sin mirarle a la cara - Jamás te dirijas a Yoko como "la tía esa". Jamás.
Paul le miró, apretando los puños.
- Ojalá no te hubiera conocido nunca, John Lennon.
John sonrió, saliendo de los estudios.»
- Cabrón - murmuró Paul, saliendo al tejado.
Colocaron los instrumentos, y empezaron a tocar. La gente se fue congregando en la puerta, mirándolos, espectantes. Alguien llamó a la policía, y sabían que aquel concierto sería el último. Lo sentían.
Los Beatles estaban acabados. Tanto musicalmente hablando, como en la faceta personal. No se aguantaban. Sonreían de vez en cuando, porque en el fondo, fueron tantos años juntos, que se cogieron cariño. Pero no tenía nada que ver con el cariño que sentían al principio.
Todo había cambiado, todo había... muerto.
John estaba animado, sin duda, no se había drogado mucho, pero sí bastante como para que Paul lo notara enseguida.
Tocaron, hasta que al fin tuvieron que retirarse.
John los cogió a todos por los hombros, y los abrazó.
- Fueron grandes años junto a vosotros, amigos - dijo, remarcando la última palabra - Pero todo esto debe terminar ahora... Aunque ya hubiese terminado hace años - miró a Paul, esperando alguna respuesta de su parte.
- Tienes razón, John - murmuró Paul - Todo esto acabó hace años.
En el fondo, sólo ellos dos sabían que aquellas palabras tenían un trasfondo que los demás no entendieron, aunque se las imaginaron.
Para ellos, John y Paul habían sido mejores amigos desde que se conocieron. Todo lo hacían juntos, las bromas, las canciones, e incluso lo de ligar con chicas. Todo lo hacían juntos.
Simplemente se pelearon, y en el fondo, todo aquél que los conoció en sus primeros años, sabía que se necesitaban el uno al otro como locos.
Quizá esa necesidad perdurase... O quizás no.
Los Beatles eran historia.
Ahora tocaba, vivir por fin, una vida por separado. Ahora eran cuatro personas que tenían muchísimos recuerdos en común, pero caminos separados.
Muy separados.
