Pasaron varias semanas desde aquel momento raro entre John y Paul. Ninguno de los dos se habían detenido a comentar qué demonios pasó, por falta de tiempo, y además, por falta de ganas.
Estaban en tierras Americanas, ya que recién habían llegado a U.S.A. Estaban todos muy emocionados, porque por fin se daban cuenta de hasta dónde había llegado su éxito, y todo lo que eso traía consigo. Fama, mucha fama, ruedas de prensa, más discos, más conciertos... Era todo una auténtica locura.
El que mejor se lo tomaba era John, que siempre que podía estaba ligando con alguna chica de tantas que se le acercaban.
Estaban en un restaurante, en la hora del baile, ya que todo el mundo se había reunido en la pista central para bailar. Paul estaba sentado en la mesa hablando con Ringo; ninguno tenía ganas de bailar aquella noche.
George estaba sentado unas mesas a la izquierda con dos chicas, riendo y bebiendo. John, por su parte, había conocido a una chica rubia muy mona, y en seguida quiso estar con ella tanto tiempo como Brian les dejara y él quisiera. Se la llevó a bailar, y cada vez se pegaban más para bailar. Paul no lo vio, pero estaba más que seguro de que algún beso le habría robado a aquella chica.
- Paul, ¿me escuchas? - preguntó Ringo, preocupado.
Éste asintió.
- Es que no me siento bien esta noche - contestó.
- Ya veo - dijo Ringo - Bueno, me voy a bailar con esta belleza. No te enfades - dijo, yéndose de la mano con una chica morena.
Paul bufó, solo en la mesa. Dos chicas se acercaron, pero sólo hicieron que el dolor de cabeza que tenía se agravase, así que les pidió que se marcharan. Él por su parte se fue al cabo de un rato al servicio, donde el sonido de la música quedó considerablemente apagado.
- Me podría quedar aquí toda la noche - murmuró, echándose agua en la nuca.
- ¿Por qué, Paulie? La fiesta se está animando - dijo John, a su lado.
- ¿Acaso me persigues? - preguntó Paul, haciendo caso omiso.
- No - contestó John - Me preocupé por ti. Ringo me dijo que te sientes mal.
- Así es.
Paul se echó más agua en la cara, pero el dolor empezaba a ser mayor.
- Creo que voy a llamar a Brian. Necesito irme de aquí - dijo, secándose con papel la cara.
- Estás pálido, Paul - John lo cogió de los hombros y le miró, preocupado - ¿Qué has tomado?
- Nada.
- Llamemos a Brian, vayámonos al hotel - dijo John, empujando a Paul del baño, sin darle tiempo a que dijera un "tú no vienes conmigo".
John buscó rápidamente a Brian entre la multitud, y le comentó la situación en la que se encontraba Paul. Brian les dijo que llamaría a un taxi, pero que no salieran del hotel, hasta que George (su productor musical) no se acercara allí para ver el estado de Paul.
Ambos asintieron y salieron del local, con el taxi esperándolos.
Cuando se sentaron y John dio la dirección del hotel, Paul apoyó su cabeza en el hombro de John, haciendo que éste sonriera, mirando por la ventana.{...}
George acababa de marcharse del hotel, alegando que a Paul no le pasaba nada grave. Era sólo una pequeña bajada de tensión, quizá por el estrés y el cambio horario. A la mañana siguiente estaría como nuevo.
John le dio las gracias, y le dio a Paul las pastillas que George le dejó.
- Te las tienes que tomar cada tres horas - dijo John, dándole agua a Paul, mientras tragaba.
- No tengo cáncer, John - dijo Paul - Te puedes ir a seguir la fiesta con la chica esa.
- Primero la banda, mis amigos, y luego las chicas - murmuró John, sonriendo.
Paul sonrió también, sintiendo el rápido efecto de las pastillas.
- Dios bendiga a ese George - comentó Paul, sacándose las sábanas de la cama de encima.
- No seas nena - dijo John, tapándolo de nuevo - Vas a resfriarte.
- ¿Y qué? No es problema eso.
- Sí lo es. ¿Recuerdas cuando grabamos Please Please Me? Yo estaba resfriado. Cuando grabamos Twist and Shout, tenía la voz tan gastada, que no pude hacer una siguiente grabación, y ahora siempre se escuchará esa canción con mi voz enferma - Paul rió.
- Exagerado - dijo Paul.
- Tú estabas ahí, Paulie - murmuró John.
Ambos se quedaron callados, porque no tenían mucho más que decir. Aunque ambos querían preguntar lo mismo, y fue Paul, como siempre, el que se atrevió a hacerlo.
- ¿Qué... qué fue lo que pasó aquel día?
John tragó saliva.
- ¿Qué crees que pasó? - preguntó.
- No sé, John. Pero tú...
- ¿Te provoqué? - Paul asintió - Lo hice. Y lo volvería a hacer.
- Pero...
- ¿Qué importan los demás, Paul? Madura. No te estoy pidiendo matrimonio. Ni siquiera tendríamos una relación seria. Te digo que me gustaría poder besarte todo el tiempo. Que realmente te quiero como no se quiere a un amigo común.
Paul tragó saliva, mirando a John.
- Eres mi mejor amigo - se limitó a responder.
- Acaso niega ahora que tú no sientas lo mismo.
- No... No es eso, John.
- ¿Qué es?
- No quiero que juegues conmigo igual que haces con todas esas chicas - admitió Paul, sonrojándose.
- ¿Qué crees? Tú no eres un santo. Haces exactamente lo mismo que yo.
- John...
- Paul, no te voy a obligar a nada. Hoy por hoy, lo único que no quiero es perderte a ti, y al grupo. Pero esta noche, precisamente, lo único que haré va a ser cuidarte.
- John...
- ¿Qué? - preguntó.
Paul le miró, temeroso, mientras se incorporaba en la cama y John se quedaba estático, esperando. Paul siguió acercándose al ver que el otro no se movía, y cuando quedaba poca distancia entre ellos.
- Esta noche sólo quiero cuidarte, Paul - murmuró John, pero estaban tan cerca que su aliento chocó contra la cara de Paul, haciendo que éste se acercara más - No me obligues a atarte en la cama - Paul sonrió.
- Por favor - susurró Paul, demasiado cerca de John.
Lennon bufó, pero él se moría de ganas, exactamente igual que McCartney. Así que dejó que se acercara.
Más, más, y más.
Los labios de ambos chocaron, pero sin violencia. Fue algo muy superficial. Casi con miedo.
John se alejó, no demasiado, para decir:
- Si vuelves a dejarme hacerlo, tendré que continuar lo que dejé a medias en aquel patio.
Paul le miró, confundido. Pero John se limitó a guiñarle el ojo.
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