Colores y placer

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Todo era tan blanco. Casi que te duelen los ojos mirar a tu alrededor. No ayuda que en toda la habitación hubiera un aloe vera en una maceta, dándole un toque de color. Cierro los ojos por enésima vez tomando una buena bocanada de aire escuchando como ese molesto tic tac del reloj parecía que hacía cada vez más ruido. Normalmente tendría mis cascos puestos para escuchar algo de música, pero o es escuchar música o cerrar los ojos. Definitivamente prefiero cerrar los ojos. Al poco tiempo se abre la puerta que hay en la esquina.

- Por favor pase.

Me levanto de la silla y me encamino a la sala que hay detrás de esa puerta. En un segundo plano, me doy cuenta de que no escucho mis pasos, ni el rozar de la tela, ni nada a decir verdad. Solo el tic tac del reloj. Espero que no haya otro de esos en esa otra sala.

Al entrar, cierro la puerta y sin dar un paso echo un vistazo a lo que tengo a mi alrededor. Al menos no era todo blanco, pero muchos otros colores tampoco tenía. Era como si viviera en un mundo en blanco y negro con algún que otro toque de otro color fuerte por algún lugar insospechado. Esto no es que ayudara a mi situación. La habitación era como una mezcla de un salón y un estudio. Tenía un escritorio con su silla, cajonera y armario lleno de libros y premios (que típico). Luego estaba la parte del salón con un sofá enorme que hacía esquina y este estaba rodeado por otros sillones, pufs, cojines y butacas cómodas. Como ya dije, todo era o blanco o negro, excepto algún que otro cojín que era rojo, verde o azul. Pasando mi vista por uno de esos sillones encuentro a una mujer sentada mirándome así mismo como si tratara de adivinar lo que pienso. Supongo que eso es lo que está tratando de hacer. Tenía puesto un vestido rojo que destacaba mucho en esa habitación. Al rato me sonríe invitándome a sentarme a su lado. Respiro otra bocanada de aire y me dirijo al sillón de en frente. Uno que tenía un cojín verde. Eso debió de decirle algo porque ni me había sentado y noté como escribió en su cuaderno la palabra verde.

- Entonces empecemos. Porqué creíste necesario venir a hablar conmigo al final?

- Como ya le dije la última vez, si voy a hablar sin ningún filtro, no se puede tomar a mal absolutamente nada y todo lo que se hable aquí, quedará aquí.

- Por supuesto.

- Entonces, contestando a su pregunta, porque decidí que hablar contigo sería como hablar conmigo misma, pero sin parecer loca... a medias.

- Me parece perfecto. Porque lo de a medias?

- Al fin y al cabo esto viene siendo un loquero.

Sabía que eso iba a causar un efecto negativo. No me contestó directamente. Solo se me quedó mirando, esperando que añadiera algo más.

- Acaso me dirá que no lo es?

- Este lugar es un sitio de confianza, donde la mente puede andar libremente y le podemos dar voz. Yo solo soy un medio para ello, al igual que lo puede ser el escribir un diario para sacar la frustración y cantar una canción triste para no sentirte tan sola.

- Hmmm

- Bien. Una vez aclarado esto, creo que podemos dejarnos de formalidades. Creo que dejaste bien claro que solo viniste a hablar contigo misma y yo que esto es un espacio seguro.

- Vale.

Ninguna de las dos dijimos nada. Supongo que era mi entrada para hablar. sinceramente no me apetecía mucho. Esta mujer me estaba intrigando mucho. No hizo nada, no dijo casi nada y aún así creo que está a medio camino para entrar en mi cabeza.

Pero aún le quedaba la otra mitad. La más dura.

Volví a mirar a mi alrededor y me fijé en las paredes. Por supuesto eran blancas. Iba a desviar mi mirada cuando me doy cuenta de que no era enteramente blancas. Tenía como puntitos negros. También tenía algún que otro cuadro colgado por la habitación. Pintura abstracta. Simples manchas rojas y negras sobre un lienzo en blanco. El siguiente era casi igual, pero con verde. Y luego otro con azul. Interesante.

- Esta habitación es realmente como yo veo el mundo. Es extraño.

Ella no dijo nada. No se escuchó nada a parte de nuestras leves respiraciones. Me alegro que no hubiera uno de esos relojes infernales.

- Todo es tan monótono que acaba siendo enloquecedor. Si al menos pudiera enloquecer. Creo que sí puedo... Es triste ver como todo a tu alrededor pierde color. Pierde fuerza. Pierde vida.

Suspiro y la vuelvo a mirar.

- Sabes lo que es no sentir? No sé en que punto de mi vida he llegado a esto, pero llegó un momento en que dejé de ver, oír, oler, saborear o sentir todo como debería. El mundo se tornó gris y me sumé en un vacío tan grande que pensé que me iba a asfixiar. Recuero como en mi adolescencia me sentí tan mal que intenté terminarlo. Acabar con esto. Por que estar aquí si no vivo realmente?

Esperé alguna reacción de ella, pero nada vino. No se movió. Solo me miró. Bien. Pasó la prueba de fuego.

- Fue en ese momento en que decidí que aunque no era vida, me negaba a dejar este mundo simplemente porque... Porque sí. Aprendí a fingir. Lo gracioso fue que no fue tan difícil. Es más... Fue demasiado fácil. Casi para echarse a reír. Sabía perfectamente en que momentos expresar cada cosa. Parecía medianamente normal. Aún ahora fingir se me da muy bien. Nadie sabe lo que en realidad siento o en mi caso, lo que no siento. Las mentiras son ahora parte de lo que soy. Una tras otra. Sabe que soy bisexual? Yo al menos no hasta que vi que las sensaciones que tengo al estar con una mujer son igual o más placentera que con un hombre. Al menos el sexo es algo sumamente físico. Aún puedo sentir ese placer que te envuelve al... Mejor no sigamos por ese hilo.

Eso sí que le causó un efecto. Sonrió, pero esta sonrisa era verdadera. Más traviesa. Hmmm.

- Algo que decir a esto último?

- Prefiero saber que estás pensando ahora mismo. Sigues inexpresiva, pero noto algo ahí e intuyo lo que es, pero quiero saber que piensas tú.

- Lo que yo piense ahora mismo sobre esto o usted no es para mencionarlo en esta habitación

- Creía que habíamos dejado las formalidades.

- Cierto.

- Cierto.

Nos quedamos mirando. No se dijo nada. Aún tenía esa sonrisa. No dudaría en el siguiente paso a seguir si no fuera por estar donde estamos. No. Aquí no. Deja de sonreír, se levanta y se echa en el sillón a mi lado. No puede ser...

- Vale, pues sigue cuando quieras.

Me la quedo mirando un rato más. El vestido rojo era bastante ajustado y ahora me doy cuenta de que no tiene calzado puesto. Verla medio echada en aquel sillón así era...

- Entonces obviando el sexo, todo es bastante monótono. Un mundo frío que te sumerge en un vacío oscuro. Por fuera todo parece bastante normal mientras finjo. El problema está cuando no tengo ganas o simplemente estoy demasiado cansada para hacerlo. Imagínate si fuera por la vida con la cara que estoy poniendo ahora o hablando como lo estoy haciendo ahora. Tengo cara de querer matar a alguien, pero voz de aburrida y cansada. En resumen. Parezco borde. Doy miedo.

- Excepto en el sexo.

- Y cuando intento no ser tan yo.

- Exacto.

Me está provocando. Cuando dijo lo de exacto, se cruzó de piernas mientras se desabrochaba la americana. Me estaba mirando como si dijera puedes seguir, pero ella en si me estaba diciendo otra cosa. Se quitó la pinza del pelo y agarró sus gafas retro de pasta negra para morder una de sus patillas.

- Definitivamente la música ayuda. Estaría todo el día con los cascos puestos, pero entonces parecería más rara de lo que en realidad soy. tranquiliza todos mis sentidos y en esos momento siento que puedo ...

Cruzó un poco más las piernas haciendo que se le subiera el vestido rojo y sí. Ligas.

- Puedes?

- Respirar... Perdona, pero está haciendo esto a propósito para ver como reacciono o realmente quiere algo de mi?

- Perdona?

Se hacía la tonta. Me levanto un poco del sillón y me acerco a su cara, tanto que literalmente podemos sentir nuestras respiraciones. Ahí estaba. La excitación. Los colores. Como lo echaba de menos. No tenía pensado hacer nada, pero ese rojo en sus labios, esa mirada esperando algo... Lo echaba tanto de menos. La calidez me invade y los colores vuelven a mi. 

Esto es placer.

IncompleteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora