IV

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Sus risas eran lo único que se escuchaba aquella madrugada en mitad de carretera, como unos locos llenos de vida se veían, sin rumbo y planes a donde ir.

El amor de cada uno fue subiendo de tono como el color rojo al vino, sus corazones estaban mas que unidos y amarrados al de uno al otro, al igual sus agridulces Destino, uno por el cual los unió.

La luna sonriente los veía y las estrellas aplaudían con emoción, el amor verdadero había llegado a la tierra, sin ningún a cambio, solo devolver alegría a los rotos corazones. 

-Miranda Forest.   

El destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora