Ya estaba cansada de dar vueltas en la cama sin poder volver a dormir, así que decidió que ya era hora de levantarse, miro su reloj de la mesita de noche y ya pasaba del medio día. Con el incidente de la cafetería había conseguido tres días de suspensión en el colegio, que le cayeron de maravilla. Necesitaba descansar, y tomar un tiempo para hacerse cargo de algunos pendientes. Resulto que la rubia había sido novia de Michael o algo por el estilo, y la muy estúpida creyó que podía meterse con ella. Que equivocada estaba, solo había conseguido tres puntadas en el labio, y un ojo morado cuando Giselle salió de la oficina del director, además le advirtió que si la volvía a acusar no tendría una uña rota si no el brazo entero. Bajo las escaleras sonriendo maliciosamente recordando como la maldecía Lauren por cómo había dejado su cara. Se fue a la cocina por un tazón de cereal, estaba regresando la leche al refrigerador cuando escucho un ruido en la sala principal. Sus abuelos debían estar en casa de la tía Betty, y Kevin estaba en la escuela, así que no podía ser nada bueno. Salió de la cocina sin hacer ruido y mirando hacia todas partes buscando quien o que podía ser, ni siquiera tenía con que defenderse, su navaja estaba en su cuarto, y la escopeta del abuelo en el despacho y el bate de baseball en el recibidor, así que esperaba que no fuera nada malo. Termino el pasillo caminando de puntillas y cuando llego a la sala miro los pies de alguien sobre la mesita que estaba frente al sofá, pero solo podía ver sus botas, no sabía quién era. Se acercó despacio tomando un jarrón de sobre una mesa de atrás dispuesta a rompérselo en la cabeza a quien fuera que se haya metido a robar a su casa ¿pues a que más se podían meter?
-Debes caminar más despacio si no quieres que alguien se dé cuenta de cuando entras a una habitación. – su voz la sobresalto y el jarrón se le resbalo de las manos partiéndose en mil pedazos a sus pies.
-¡Por el amor de dios! ¡qué diablos haces en mi casa! – asomo su cabeza sobre el respaldo del sofá y luego sonrió mientras la recorría con la mirada. Descalza, solo tenía puesta una camisa blanca de tirantes algo transparente y unos short negros de pijama que cubrían muy poco, y que hacían juego con su sostén.
-Kevin me dijo que estarías sola, así que vine hacerte compañía. – se puso de pie y se quedó frente a ella. Llevaba unos jeans desgastados y una camisa de cuello V color gris y sus botas negras de siempre ¿Cómo no las había reconocido? ´´solo lo has visto un par de veces estúpida, por eso´´ se dijo a sí misma.
-¿y quién dijo que quiero compañía? – se quiso dar la vuelta para la cocina, pero uno de los vidrios se le enterró en el pie, se apoyó rápidamente en el otro y se sostuvo de la pared, pero Michael tuvo otra idea.
-¿Qué demonios haces? – la había levantado en brazos y la llevo hasta el sofá.
-Sé que te pongo nerviosa, pero no tienes que caminar sobre vidrios por eso. –
-Imbécil. –
-Insensible. – puso su media sonrisa y le jalo un mechón del cabello – voy a limpiar eso y voy a traer alcohol para tu pie, así que dime donde encuentro lo que necesito. Giselle dio un suspiro de resignación y extendió sus brazos en el sofá.
-Atrás por el pasillo, hay una escoba y un recogedor. En una de las gavetas está el botiquín. –
-No te vayas. – fue rápido hacia donde le había dicho. Levanto los vidrios y luego volvió con el alcohol y una gasa. – me avisas si te duele – le dijo mientras le quitaba el pedazo de vidrio con las uñas y luego presiono la gasa con alcohol sobre la herida. Giselle ahogo un grito por el ardor y mordió su labio – así me gustan, masoquistas y valientes – le arrojo uno de los cojines a la cara el solo se rio. Cuando termino de limpiar la sangre seca que había corrido por su pie le puso una bandita y luego le dejo un pequeño beso.