El juego de los nombres

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Ha pasado una semana desde que salí del hospital y no he hablado con nadie más que no fuera mi mamá y mi papá.

—¿Qué hay de mí?— pregunta haciendo un puchero.

— Solamente estoy contando a personas reales— le contesto en tono burlón, me encanta burlarme de él.

—Yo debería tener más importancia, te acompaño en momentos de soledad, además hablaste con aquella chica del baño. —

— Nos dijimos unas cuantas palabras, eso no cuenta- digo cruzándome de brazos- Además no sé ni su nombre.—

— Eso es tan típico de tí— me reclama.

— ¿Qué, por qué?— digo sorprendida.

— ¡Nunca me pusiste nombre! - enserio parece disgustado, no puedo evitar reírme a carcajadas - No te reías estoy hablando muy enserio.—

—Lo siento, voy a pensar en uno— no puedo parar de reír.

—Espero que sea pronto, ya me cansé que me digas “ Rebelde sin causa”— dice añadiendo comillas con sus dedos.

—¿Adara?- grita mi madre desde abajo- ¿ Con quién te ríes?—

—Estoy viendo vídeos en internet— Debo de ser más cuidadosa si no quiero volver al hospital.

— Tu papá ha llegado, dice que trae noticias— escucho que su voz se acerca, abre la puerta sin tocar.

— Madre no conoces el término de la privacidad, debes tocar antes de entrar— antes ni me tomaban en cuenta y ahora los tengo encima todo el tiempo.

—Disculpa hija, pero ya sabes debo de estar muy atenta de tí- parece un poco frágil- Lo mejor será que bajes a ver a tu padre.—

Me limito a bajar sin decir palabra, al final de las escaleras veo a mi padre muy sonriente, no puedo evitar sonreír al verlo.

— ¿Cómo está mi ratoncito? - dice sin dejar de sonreír -Te he traído un regalo— dice dándome una bolsa pequeña.

—Gracias, no tenías que regalarme nada— abro la bolsa y veo la caja de un celular, mi cara se ilumina, es el celular que tanto quería, el último modelo que ha salido al mercado.

—Si quieres lo devuelvo a la tienda— dice sarcástico.

—Claro que no, enserio me sorprendiste— y me lanzo hacia él dándole un cálido abrazo que el corresponde.

—Basta de abrazos y dile a la niña porque has venido — dice mi madre un poco celosa.

—He venido a verla- contesta rápidamente- pero también traigo noticias sobre los exámenes para que termines tu bachillerato.—

—¿Qué paso, si voy a poder presentarlos?—

—Claro, pero vas a tener que estudiar mucho porque son la próxima semana.—

— No esperaba que fueran tan pronto— me comienzo a sentir nerviosa.

—Pero ahora tengo una buena noticia- dice mi madre- Hace unos días hablaba con una amiga de la preparatoria y me dijo que su hija te había visto ese día en el restaurante, y que se ofrecía a ayudarte a estudiar.—

Me quedo atónita, que pequeño es el mundo, no esperaba volver a ver a esa chica.

—Si no quieres no podemos obligarte— dice mi padre.

— Creo que lo mejor sería que interactúes con chicas de tu edad— dice mi madre de inmediato.

—No puedes obligarla- mi padre parece molesto- Debiste decirme esto antes, no puedes decidir cosas sin mi consentimiento, que no recuerdas...—

— Iré— los interrumpo antes de que comiencen a discutir— Creo que mamá tiene razón debo de salir un poco, no puedo estar aquí siempre.—

—Si esa es tu decisión la respeto, pero sólo hazlo si te sientes cómoda— dice mi padre un poco preocupado.

—Ya hablé con ella aquél día y todo fue normal, me hará bien salir y conversar, eso fue lo que dijo el doctor Smithsonian.—

— ¡Que bien! - dice mi madre emocionada- Voy a hablarle ahora mismo para que se vean está misma tarde.—

Las horas pasaron y la tarde llegó pronto, no me percaté como es que llegue tan rápido a la puerta de aquella chica, pero aquí estoy, esperando a que abran la puerta, espero que no se me olvide preguntar su nombre.

—Yo espero que me pongas uno— dice de pronto a mi lado.

—¿Qué te parece Johnny?—

—¿Johnny? -  parece pensar, ese nombre surgió de pronto- Creo que me gusta.—

Mi Compañero ImaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora