Pesadilla

160 24 3
                                    

— ¡No voy a ayudarlos! — contesta bruscamente Rob.

— ¿Por qué?

— Nos meteriamos en muchos problemas.

— Claro que no — bufo.

— Es ilegal por si no lo sabías.

— No se va a enterar de que fuimos nosotros.

— Será demasiado obvio de que seremos nosotros.

— ¿Por favor? — ruego — Hazlo por mí.

— ¡No! — dice tajante — Mejor dime cómo te fue en el examen.

— Bien — digo seria.

— ¿Te vas a enojar conmigo?

— No estoy enojada.

— Claro que lo estás.

— Que no.

— Entiende que no siempre haré lo que quieras.

— Si como digas— intento mantenerme seria para ver si mi chantaje funciona.

— Hasta que piensas en algo bueno — se burla Johnny.

— Vamos Adara no seas así.

— Siempre he sido así.

— Está bien — bufa resignado —Voy ayudar.

— ¡Yeii! — exclamo emocionada.

— ¿Ahora si me contarás de tu examen? — pregunta con una sonrisa.

— Pues estaba demasiado fácil, lo que me hace dudar.

— Es razonamiento básicamente — exclama — Aunque pensándolo bien tú no eres la razonable que digamos.

— Que grosero — hago un puchero.

— Estoy seguro de que te irá bien.

— Eso espero — digo resignada.

— ¿Qué harás mañana? — pregunta de pronto.

— Pues nada importante ¿Por qué?

— ¿Quieres salir conmigo?

— ¿A dónde?

— Es sorpresa.

— Está bien.

— Genial — dice con una sonrisa.

— Genial — contesto del mismo modo.

— Tengo que irme, mañana paso por ti.

— Te estaré esperando — sale de la casa rápidamente y al abrir la puerta se encuentra con mis padres.

— Hola cariño — dice mi papá alegre.

— Hola.

— No nos comentaste que Robin vendría — exclama mi mamá.

— Llegó de sorpresa — la evado — Ustedes no me dijeron que saldrían juntos.

— Bueno, no teníamos que decirte.

— ¿Ya me van a decir que se traen?

— Tu madre y yo estamos intentándolo de nuevo — suelta mi padre sin pensarlo.

— Erick — mi mamá lo regaña y le da un leve codazo — Dijimos que lo tendríamos en secreto.

— De todas formas iba a enterarse — se excusa.

— ¿Por qué en secreto? — reclamo.

— Lo siento Adara no queríamos decir nada hasta que estuviéramos seguros.

— ¿Y lo están?

— Todo va de maravilla — dice mi padre alegre.

— Solo espero que no termine como la primera vez — subo molesta a mi habitación.

— ¿Por qué te molesta que tus padres sean felices? — me cuestiona Johnny al entrar en la habitación.

— Yo — dudo un poco — No lo sé, es que cuando estaban casados no se soportaban, se la pasaban peleando todo el día, yo solo quería que se separaran.

— Tal vez ya arreglaron los problemas que tenían.

— No es que quiera que no sean felices, simplemente tengo miedo de que todo vuelva a ser como antes.

— Algo que cambió no puede volver a ser como antes, por mínimas que sean las diferencias nada vuelve a ser igual.

— Ya no quiero pensar en eso solo quiero dormir — me meto entre las sábanas.

— ¿Adara? — dice Johnny que ya está acostado a mi lado.

— Mande.

— Te has dado cuenta que tienes una cita con Rob.

— No es una cita, es una reunión de amigos.

— Ese chico quiere algo más que tú amistad.

— Lo mismo decías de Tobías.

— Pero a Tobías no le revelaste mi existencia.

— Eso no tiene nada que ver.

— Créeme si ese chico no se ha alejado de tí aún sabiendo que se te van las cabras vale la pena.

— ¿Cómo que se me van las cabras? — exclamo enojada — Además aún no estoy lista para una relación.

— Solo piénsalo.

— ¿Desde cuándo te volviste casamentera?

— Desde cuando no me hiciste caso sobre John.

— Tú habías dicho que te agradaba.

— Pero al principio no y la primera impresión es la que cuenta.

— Claro yo soy la culpable y ya cállate que quiero dormir.

— Y luego dices que por qué me voy.

Johnny se fue pero aún así no pude dormir pronto, mi mente pasaba de un tema a otro, no paraba de pensar en todo. No sé cuánto tiempo pasó hasta que por fin pude dormir.

— ¡Adara, pásame la pelota! — estoy sentada en el agradable pasto pero me levanto rápido hacia la pelota que está unos metros frente a mí.

— Espero que desde ahora no se te escape de las manos — digo arrojando la pelota de básquetbol.

— No fue mi culpa, ese pase fue muy malo — se excusa.

— ¡Eso no es verdad! — grita el chico que había lanzado la pelota.

— Solo observa y aprende — se va con una gran sonrisa.

El joven entra a la cancha y se mueve tan ágilmente que parece danzar en ella, va de un lado al otro entre todos los jugadores.

— ¡Así se hace! — grito de emoción cuando encesta.

Un chirrido de llantas llama la atención de todos, un tipo con máscara baja del auto con un arma y comienza a disparar al joven.

— ¡Jack! — grito con todas mis fuerzas.

Me despierto sudorosa y con lágrimas en mis ojos.

Aún está oscuro y me toma un tiempo recuperarme pero no puedo olvidar esa pesadilla, fue muy real.

Le envío un mensaje a Rob contándole todo para que sea lo primero que ve en la mañana pero en unos minutos suena mi teléfono.

— ¿Éstas bien?

— Si, no te preocupes.

— Tu mensaje se leía mal.

— Solamente fue raro pero mañana te cuento mejor, no son horas para hablar por teléfono.

— Entonces por qué me enviaste el mensaje.

— Creí que lo verías hasta mañana.

— Está bien hasta mañana.

— Adiós — cuelgo y me dispongo a dormir.

Mi Compañero ImaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora