Capitulo 4

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Me aburrí de esperar a que la lluvia parase para poder volver a casa. Así que ahora estoy caminando debajo de ella y Farid no se ha ido, permanece en mi hombro, protegido por mi pelo para no mojarse. Es un ave muy rara. Es muy inteligente para ser un simple pajarito.

Es una lluvia de primavera, no hace mucho frío. No me da miedo el llegar a casa y que mi madre se haya percatado de que no estoy. Nunca se da cuenta, y si alguna vez lo hizo jamás me dijo nada. Ando lento por el camino de piedra que lleva a la aldea. El jarabe que mi madre me dio hizo algo de efecto, ya que no siento mucho mis heridas, y los músculos apenas si duelen. Pero se que cuando llegue a mi casa voy a caer rendida en la cama.

Hay bastantes chicas en el centro, están todas preparando la fiesta de esta noche. Un par de ellas me saludan cuando me ven, más por compromiso que otra cosa. Se que no le agrado a ninguna. Y puedo notar sus miradas reprobatorias al verme tan desaliñada. Me da gracia lo falsas que pueden llegar a ser. Esperan mucho de la hija de la Suprema. Según ellas yo tendría que ser bien portada, excelente estudiante y muy responsable. Cuando  en realidad soy mal hablada, testaruda, rebelde, irresponsable entre otros adjetivos más.

Para cuando llego a mi casa la lluvia ya paró. La rodeo para poder entrar por mi ventana. Farid vuela y entra por mi ventana. Me sorprende cada vez mas este pequeño pajarito. Trepo el árbol y me balanceo por una rama hasta llegar a agarrarme del borde del la ventana. Entró sin hacer ruido y prendo la luz. Farid esta arriba de mi mesa de luz. Tomo una botella con agua y un tarro que uso para poner mis pinceles; vuelco el contenido de la botella en el tarro y el pequeño pajarito se acerca a tomer.

-En un rato te traigo comida- Le digo mientras me saco la ropa mojada y la tiro a un rincón.

Agarro una toalla y me voy directo al baño. Se sienten las voces de mi madre y mi abuela abajo, asi que ni me preocupo. Entro y me meto en la ducha bajo un chorro de agua caliente. Siempre crei que los problemas se meditan con una buena ducha caliente.

Me encantaria saber de lo que hablan mi mama y mi abuela, siempre me dejan afuera de esas conversaciones. Aunque este por cumplir los 17. Supuestamente ellas nos soy digna de escucharlas por todavia ser una niña, a pesar de ser la sucesora.Eso es lo que todas dicen, pero hay una pequeña posibilidad de que Tanit logre serlo.Si la Sagrada asi lo dictamina, aunque eso nunca ah pasado. Pero no se sabe, esta podria ser la vez en que si. Y no se si eso me disgustaria. No creo estar lista para gobernar, se necesita mucha responsabilidad y dedicacion. Yo no se como cargar con toda una aldea sobre mis hombros. Mi familia cree en mi, y no me gustaria defraudarlas.

Termino de bañarme y salgo de la ducha. Me envuelvo con la toalla y tomo el peine para desenredar mi pelo. No demoro mucho y salgo lo más rápido que puedo del baño sin hacer mucho ruido, es una costumbre que tengo desde niña. Entro a mi cuarto y cierro las cortinas, no quiero que ninguna me vea mientras me estoy cambiando. Cierro también la puerta y me dispongo a vestirme. Me pongo la ropa interior e instintivamente me miro en el espejo. Ahora se pueden ver mejor los moretones al rededor de todo mi cuerpo. Tengo varios cortes en los brazos y en las piernas producto de los entrenamientos en el bosque. Y un nuevo machucón  está surgiendo debajo de mi ojo, en donde Tanit me golpeó hoy. Solo recordar la situación hace que me vuelva a hervir la sangre y aprieto los puños. Me duelen un poco los nudillos, pero no es algo que no pueda soportar.

Respiro hondo y me acerco al ropero para buscar algo que ponerme para la fiesta de esta noche. Agarro unos shorts  de tiro alto y una simple remera blanca.  Pienso seriamente si ponerme mis botas pero lo descarto, hace bastante calor. Así que opto por un par de championes negros.

Farid revolotea por mi cuarto, posándose en los diferentes muebles. Termino de atarme los cordones y bajo para buscarle algo de comer. Mi madre y mi abuela no están. Supongo que se habrán ido a preparar alguna cosa para esta noche. Rebusco entre los estantes hasta encontrar el alpiste. Tengo que subirme a la mesada para poder alcanzarlo ya que está en el estante de arriba. Cuando lo alcanzo bajo y busco un tarro para ponerlo. Subo las escaleras y entro a mi cuarto. Me sorprende ver que el pequeño animalito está arriba de la mesa de luz, como si estuviera esperándome. Le pongo su comida en el recipiente y dejó que coma.

Agarro un libro de mi biblioteca y me recuesto en la cama a leerlo. A unas pocas páginas de empezar el sueño me invade y dejo el libro a un costado.
Me acomodo y cierro los ojos, una siesta antes de la celebración no me haría nada mal.

                           ...............

Me muevo por el bosque, con mi arco preparado para disparar. Hace rato que vengo siguiendo a este ciervo y por culpa de las ramas qué hay en el piso me escuchó y lo perdí de vista.

Corro la rama de un árbol y lo veo.  Está tomando agua en el río. Como si no supiera lo que le espera. Bajo mi arco en cuanto me doy cuenta de un detalle. Este ciervo no es como los otros, es blanco. De la punta de las patas hasta las astas, blanco en su totalidad. Nunca había visto algo igual.

Me acerco despacio tratando de no hacer ruido, pero es imposible; el me escucha y levanta la cabeza. Tiene los ojos súper negros. Son como dos pozos sin fondo. El no parece tener miedo y mientras me acerco no se aleja. Se queda ahí estático, mirándome con esos ojos gigantes. Cuando estoy lo suficientemente cerca, estiro una mano para poder tocarlo. El acorta la distancia y se me acerca. Su pelaje es muy suave. El baja los ojos hasta que estos se encuentran con los míos, puedo ver un brillo azul en ellos. De la nada el se aleja un poco y dobla las patas mientras baja la cabeza.

Me está haciendo una reverencia, ¡A mi!

Le correspondo haciendo lo mismo. El se levanta y se me acerca para que lo siga acariciando, pero algo lo detiene. Mira detrás de mi, a algo que se mueve entre los árboles. Me doy vuelta y armo mi arco con una flecha.

-¿Quién está ahí?- digo acercándome lentamente hasta los árboles. Estos se mueven de nuevo ahora más cerca.-Sal ahora

Los árboles se mueven de nuevo, dejándome ver esta vez un par de ojos verdes. Mi corazón comienza a latir más rápido y no sé por qué.
Los árboles se mueven de nuevo, dejándome ver esta vez un par de ojos verdes. Una sombra alta sale de la maleza. No sé quién es, lo único que puedo ver son sus brillantes ojos verdes.

Me despierto agitada. Me cuesta respirar. Me siento en la cama y trato de calmarme. El corazón todavía me late fuerte. No sé que significó todo ese sueño, pero de algún modo me afectó. Justo en ese momento mi madre entra en mi cuarto sin tocar la puerta. Lleva un vestido blanco, largo hasta los pies y el pelo suelto.

-Ya nos vamos Aledis- dice sonriendo. Pero cambia su expresión a una de preocupación en cuanto me ve- ¿Estas bien?

No sé si contarle lo de mi sueño, es mi madre y podría ayudarme a entenderlo, pero algo me dice que no lo haga, que guarde esto para mí misma.

-Si, solo tuve un mal sueño- digo levantándome. Ella se acerca y me abraza. Un par de segundos después me suelta y vuelve a sonreír

-Veo que hiciste un nuevo amigo- dice guiñando un ojo cuando Farid se posa en mi hombro. Asiento y ambas salimos de mi cuarto.

Bajamos las escaleras y veo que mi abuela está en la cocina, ella también lleva un vestido blanco, pero hasta las rodillas. La mujer me sonríe y me pone un brazo sobre los hombros. Las tres salimos de casa y nos encaminamos hasta el festival

Cazadoras de Sança (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora