-Tengo hambre- le digo a mi madre. Ella me mira seria y asiente.
Odio las ceremonias, me parecen sumamente innecesarias, abrumadoras y aburridas. Hace media hora que llegamos al festival, y todavía no terminaron de contar la clásica y repetitiva historia de cómo se creó nuestra nación. Doy gracias de que esto pase solo una vez al año. Apoyo mis codos en la mesa, mi mentón en estos y cierro los ojos. Si tan largo va a ser esto mejor me echo una siesta.
-¿Tanto te pesa la cabeza para que te la sostengas?- murmura mi madre a mi derecha, abro los ojos y le dirijo una mirada aburrida.
-¿Por que tenemos que hacer esto todos los años?- pregunto, aunque ya se la respuesta.
-Lo sabes perfectamente Aledis, la tradición
-Es la tradición-termino por ella de mala gana
-Ya casi termina-me alienta ella después de un rato.
Ruedo los ojos y fijo mi vista al frente. Una mujer alta y de pelo platinado esta parada en el escenario hablando sobre cómo Sança y otras mujeres construyeron lo que ahora conocemos como Globnar, nuestra isla. Aplaudo con todas mis fuerzas cuando por fin termina. Mi abuela se sube a la mesa y alza un vaso.
-Somos mujeres-grita ella con fervor
-Libres y orgullosas-responden a coro las demás
Ella se sienta y las chicas empiezan a pararse para buscar su comida en las grandes mesas largas ubicadas por toda la plaza. Me disgusta bastante tener que compartir la mesa con Tanit y mi tía, pero son de la familia, y según dice la tradición de este día; cada familia tiene su mesa. La nuestra no está ubicada ni más arriba ni en el centro del lugar. Mis antepasadas siempre quisieron demostrar que por más que eran gobernadoras, somos todas iguales.
Me paro a agarrar un plato y me dirijo a una de las mesas. Hay un sinfín de platos para elegir. Pollos a la parrilla con verduras. Papas horneadas y otras verduras. Hay carnes de todo tipo de animales. Elijo una pata de pollo y un par de papas. La mayoría de las chicas de mi edad son vegetarianas, creen que con eso mantendrán su figura delgada. Otra cosa que no comparto con todas ellas. Me parecen estupidas las dietas, para mí el físico no es lo que importa. Además, con los entrenamientos que nos dan desde que tenemos uso de razón, ninguna de las habitantes esta pasada de peso, salvo alguna que otra vieja.
Me sirvo un vaso con jugo de naranja y voy a sentarme a mi mesa. Me siento al lado de mi mamá. La punta de la mesa la ocupa mi abuela, con mi mamá y Soraya a los lados, y mi prima y yo enfrentadas cada una al lado de su madre. No les presto atención y me pongo a comer. El pollo está exquisito.
-Cerda-murmura Tanit. Levanto la cabeza y le guiño. Su sonrisa tiembla un poco.
-¿Te atoraste Tanit o dijiste algo?- pregunta mi abuela fingiendo preocupación.
Ella no le responde y se acomoda las mangas largas de su vestido. Yo sigo engullendo tranquila mi pollo con papas. No pasan ni dos minutos que alguien me patea por abajo de la mesa. No le presto atención, no le voy a dar lo que quiere. Otros diez segundos y otra patada, esta vez más fuerte.
-¿Tenes espasmos en las piernas que me estás pegando patadas?- le pregunto sonriendo.
-No se de qué estás hablando- responde poniendo cara de inocente. Me pega de nuevo y para disimular estira su brazo para agarrar la sal. No lo pienso ni un segundo y le clavo el cuchillo en la manga, haciendo que quede clavada en la mesa. Ella pega un grito -¿Que te pasa loca?
-A mi nada, vos empezaste- me encojo de hombros. Un silencio sepulcral se cierne en toda la plaza. Todas me miran.
-Te reto- dice Tanit sinchando de la manga y rajandola.
Alguien a lo lejos comienza a golpear los puños contra la mesa y las demás la siguen. No miro ni a mi madre ni a mi abuela, sé que no están de acuerdo con todo esto, pero yo no rechazo nunca un duelos
-Acepto- le digo y le estrecho la mano. Todas saltan en vítores y siguen golpeando los puños contra la mesa. Ella sonríe con suficiencia y se vuelve a sentar.
-Otra vez lo mismo-susurra mi madre cuando me siento.La miro sonriendo y ella rueda los ojos -Nunca cambian
No le contesto y sigo comiendo. Tanit no me molesta más, consiguió lo que quería. Dije que no iba a complacerla pero tengo un límite, y soy bastante impulsiva.Me deje llevar, aunque no me arrepiento de lo que hice. Fue muy graciosa la cara que puso cuando le clave el cuchillo en la manga.
Terminamos de comer y la celebración sigue. Empiezan los juegos y yo voy hacia el de tiro con arco. Es uno de mis favoritos, ya que siempre gano. Tengo una colección de flechas de oro gracias a eso. Me dejan participar solo siete veces, ya que la mujer del puesto se aburre de que acierte siempre.
Voy hasta el de cuchillos, que también es uno de mis favoritos. Este año están regalando peces. Ponen un montón de bolsas con agua en una pared y en una de esas ponen la pecesito. La idea es que lances los cuchillos a todas menos a la del pez. Ponen diez bolsas en total y me hacen parar a unos tres metros y me dan nueve cuchillos. Le doy a todas las bolsas cuando los lanzo menos a la del pez. Me dan su bolsa y puedo verlo mejor. Es de color Azul, mi favorito.
-Te voy a llamar conejo- le digo. Desde niña siempre me gustó ponerle nombre de otro animal a los animalitos que veía.
-Ahí estas Aledis- dice mi madre apareciendo detrás de mi. Lleva con ella una muda de ropa- Tenes que cambiarte
Animada le doy a Conejo y agarro la ropa. Voy detrás de un puesto y me cambio. Son un par de shorts apretados y una musculosa igual. Los dos son de tela blanca. Me acerco de nuevo a mamá, no tiene la mejor cara y se por qué es.
-Todos los años lo mismo- dice mientras caminamos a La Arena-Desde que tienen nueve años hacen lo mismo, ¿Por que se odian tanto?
No sé cómo contestarle. Tengo recuerdos de cuando éramos niñas. Nos llevábamos re bien, éramos como dos siamesas. Pero después ella se alejó de mí y comenzó a odiarme. Creo que fue desde que caímos en la cuenta de que yo sería la sucesora y no ella.
-La verdad es que no lo sé- Caminamos por la feria juntas. Mi abuela se nos acerca y camina junto a nosotras. Ninguna habla hasta que llegamos a La Arena.
Todas las chicas ya están ahí viendo a dos retadoras. Una de ellas está encima de la otra. La de arriba tiene el pelo de un rojo sangre y una espalda ancha. La conozco de verla en varias peleas. La de abajo en cambio es chiquita y rubia. Me gusta imaginar porque terminaron allí. Una antigua rivalidad o problemas familiares, lo mismo que yo. La pelirroja le da una piña a la rubia y se para para cantar victoria. Lo que no se da cuenta es de que no debe subestimar a la otra, porque le da una patada en las piernas y la tiende de espaldas contra el piso. Le da un golpe en la nuca y deja a la colorada inconsciente. Todas aplauden a la rubia por su victoria. Dos doctoras entran con una camilla y ponen a la otra en ella y se la llevan desmayada.
Una mujer vestida obviamente de blanco sube al podio de La Arena y hace callar los vítores.
-Como ultimo pero no menos importante tenemos a dos retadoras más- dice la mujer cuando todas se callan- Denle muchos aplausos a Aledis y Tanit Rubí.
Todas se paran y aplauden, silban y golpean los bancos. Subo al podio junto a mi madre ella me alcanza las vendas pero dejo que me las ponga. Se convirtió en nuestra tradición. Las ajusta a mis manos y me mira a los ojos cuando termina.
-Éxitos
Le sonrió y se va. Eso también es como una tradición. Desde que tengo memoria mi madre siempre me desea éxitos, no suerte, porque la suerte se le desea a los fracasados.
Me pongo en posición y espero a que Tanit termine de ajustarse sus vendas.
Me acerco para chocar puños con ella como la mujer de blanco dice.-Prepárate para perder-dice mi prima.
Le guiño un ojo y me alejo. La campana suena y la pelea comienza.
ESTÁS LEYENDO
Cazadoras de Sança (En proceso)
Science-FictionImagínense una sociedad en la que solo hay mujeres. En un lugar en el que el machismo no existe y no hay discriminacion. Pero no todo es perfecto. ~..................~ Aledis, una chica normal de 15 años, que vive en...