"Dolor, es lo que menos siento ahorita, Ikki."
En algún lugar de aquella ciudad, tan maravillosa -como él solía mencionarla cuando estaba con su novia. – Un joven de tez blanca, miraba la televisión, la miraba con atención algunas veces cambiaba de canal. Su novia estaba afuera, recogiendo algunos cuantos leños, para la temporada de frío y supuestamente para hacer algún que otro "fuego" dentro de la casa.
El muchacho estaba contento, que decir, mucho mejor que contento, se sentía el hombre más afortunado del mundo. Su novia, por fin había conocido a la madre que lo pario, lo crio y eso le agradaba, también, porque ella había conocido el lugar donde el nació y jugo cuando estaba en su adolescencia, se podría decir que por fin la vida le mostraba su cara bonita.
Un extraño sonido, hizo que toda esa paz que tenía hace unos minutos, se fuera. El muchacho levanto la vista y se puso de pie, para caminar hasta la ventana. Miro por está, ya no estaba la chica cabellos de fuego. Cuando intentó regresar, estaba justamente detrás de él. El muchacho al verla, pegó un brinco del susto, inhalo y exhalo unos cuantos minutos, dándole unas pequeñas palmadas en el hombro de aquella mujer, ella, solamente sonrió e hizo un pequeño comentario referente a la comida.
Solamente asentí con mi cabeza. Me hice hacia un lado para poder salir de aquel pequeño "agujero" que tenía conmigo, volviéndome a sentar en el sofá, pero esta vez, no encendí el televisor, hasta que ella se marchará a la cocina. Un joven hombre de saco y corbata hablaba, explicaba las noticias del mundo, hasta qué, no sé como pero cerré los ojos y ese señor ya no estaba, es decir, su apariencia ya no era la misma. Era como si en microsegundos se hubiera cambiado de ropa e incluso de piel y peinado.
Era raro, sus ojos habían tomado un color rojo, su saco que anteriormente era color kakis ahora era negro y la corbata roja. Era raro, mucho más raro el cual mencionará mi nombre hasta mi fotografía junto con la de mi compañero Ikki. Cada vez que le cambiaba de canal, mencionaban las mismas palabras de aquel oscuro demonio –o eso era lo que pensaba que era, pero lo más probable que sí-. "Se buscan, vivos o muertos, el dios Osiris ha ofrecido una grata recompensa al que lleve al hijo de Ammyt a sus aposentos, más conocido como "Bastet bell o Theo grés"; tener cuidado con el joven hombre es muy peligroso". Hasta que la pelirroja volvió, giré mi cabeza para verla, luego giré a ver una vez más la televisión y está vez las cosas cambiaron, todo era normal, la mujer del programa estaba bailando.
Traté de sonreír. Pero la angustia y el nerviosismo no me lo permitieron, caminé con rapidez al baño. No me importaba lo que ella estaba diciendo, solamente quería irme de ese lugar. Al entrar al baño, cerré la puerta con un pequeño golpe. Me miré en el espejo, quería ver la perfección, pero lo que me mostraba el espejo, era todo lo contrario. Un cuerpo cansado, ojeras, manchas en el rostro todo un "muerto en vida". Cada vez que miraba mi piel, era como si cambiara de color a uno griseo. Cerré mis ojos por unos cuántos segundos y suspiró, al abrirlos, aquella perfecta imagen que tenía de mí, desapareció. Ahora era como la del hombre de la televisión, mis ojos se volvieron rojizos, pegué mis manos en el espejo, hasta qué una voz hizo que me separará de él.
- Bastet, te escondes muy bien.
Un silencio se hizo en el baño, al ver al pequeño y fiel amigo llamado Ikki detrás de él, justamente parado en el escusado. Ikki se cruzó de brazos.
- Lo he aprendido de alguien.
- Me alegra verte, Bastet. Sí fue mala idea enseñarte todas esas cosas.
El demonio balbuceo uno segundos.
- ¿A qué has venido?
- ¿Ya viste las noticias? Nos buscan, por si no lo sabías.
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A Fine Day to Die
AléatoireTodos los relatos que son escritos son echos por mí. Con el fin de divertir a las personas(?)