1. Soledad disfrazada.

116 10 0
                                    


¿Cuánto daño puede causarle una persona a otra que según sus propias palabras amaba? Tal vez, no la amaba lo suficiente... Quizás tenía resentimiento por algo que la otra haya hecho mal... O simplemente hacía cosas sin pensarlo y sin el afán de herir. ¿Pero y si lo hacía con toda la intención de herirla? ¿Y si ese era su objetivo desde un principio?

Sí, algunas personas piensan en qué tareas deben realizar en ese día por la mañana mientras toman una ducha y luego estoy yo, que me pongo a pensar sobre la vida entera tratando de comprender y analizar el comportamiento tan ilógico de algunas personas. Por más que intento pensar en otras cosas más importantes comienzo a divagar y vuelvo siempre a lo mismo, ¿cómo pueden herirse tanto dos personas que se aman?

Hoy pinta que será un día muy tranquilo, de descanso intenso y películas. Me levanté bastante tarde hoy y como no tengo prisas para nada no me apresuro a ducharme rápido.

Me paso el champú por la cabeza como pidiéndole permiso a una mano para mover la otra.

Salgo de la ducha y comienzo a vestirme. Pantalones cómodos, camiseta de mi tienda y un buzo rosado. Perfecta. Conecto el altavoz y reproduzco una canción de Sia que me flipa. Enciendo la cámara y saludo con las buenas energías que vengo guardando para esto.

—Estoy de muy buen humor hoy, chiquis —digo a la cámara mientras me siento en el sofá—. Como hoy no tengo pensado hacer nada más que quedarme encerrada en casita no esperéis mucha diversión en este dailie, por favor... Por cierto, bon día, amores.

Apago la cámara, me pido algo para comer y comienzo a ver Netflix. No sé en qué momento dan las 8:30 de la noche. —Bien, Melo, bien. Que interesante eres—. Me digo a mí misma.

Como ya no tengo pensado hacer nada comienzo a despedir el vlog y justo cuando estoy por chocarla me entra una llamada de María. Cojo la llamada.

—Vecina, ¿qué pasa? —Vive un piso debajo de mí y me llama. Debió pasar algo.

—Tía, que me ha llamado Juanma para decirnos que hoy hay fiesta, mujer. Así que en cinco minutos me tienes en tu piso, esta noche sales con nosotros y...

—Pe... —Me interrumpe.

—Nada, asocial. Báñate, arréglate y nos vamos. Cuando esté en tu piso te digo a donde vamos y quién irá.

—Está bien —contestó resignada—. Dejaré la puerta abierta y pasas. Estaré en el baño.

—Vale, vecina, aió.

Cuelga la llamada y me meto deprisa al baño. No sé por qué pero la idea de salir con mis amigos me entusiasma. Hace mucho que no salimos de fiesta y cosas de estas. Escucho a María entrar y me saluda gritando desde mi habitación.

—¡Te estoy eligiendo la ropa! —Me aterra la idea de pensar en qué pueda ponerme. Joder.

Cuando salgo veo mi ropa extendida en la cama. Jeans negros, básicos, una camisa de mangas cortas con un diseño de hojas muy chulo que compré hace meses pero que jamás utilicé y unas zapatillas negras brillantes. María ya me va conociendo. Me visto muy rápido, acomodo mi cabello, me pongo mis gafas y voy a la sala donde se encuentra ella.

—Qué guapa, Melo —el autoestima—. Mira, te tengo un regalo.

Me da una bolsa azul marino y como niña pequeña le doy las gracias para comenzar a romper la bolsa rápidamente. Cuando consigo sacar lo que hay adentro lo extiendo con ambas manos. Era una chaqueta de cuero que le había visto a María hace tiempo. Me gustó mucho y nos dedicamos a buscarla porque la quería sí o sí, pero jamás la encontramos.

—Ala, ¡que chula! ¿Cómo la has conseguido? —Me la pruebo mientras veo como me mira con una sonrisa en su rostro.

—Un mago nunca revela sus secretos —me guiña un ojo.

—Gracias, María. Eres lo más de lo más.

Le doy las gracias con un abrazo y me comienza a decir quiénes irán a la fiesta. Los de siempre, el equipo completo. Abi, Holly, Omai, claramente Juanma, Gomi, en fin, todos mis amigos.

Tomamos un taxi que nos lleva hasta la discoteca donde quedamos. Cuando llegamos entramos cómo podemos entre algunos empujones y choques con las personas. Gente bailando, meseros llevando bebidas a las mesas, luces violetas, azules, rosas, me gusta este ambiente.
No tardamos mucho en encontrar a nuestros amigos y vamos a la mesa con ellos.

Comenzamos a pedir lo que tomaremos. Esta noche es de disfrute, voy a leer mucho y a bailar también. Me hacía falta esto.

Constancia, constancia, lo prometo. Me ayudarían si me dejan una estrellita y comentan qué les parece. Gracias por leerla y regalarme parte de su tiempo. Hasta pronto!!

Juro que te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora