5. Maldita película.

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—¡CORRE! POR FAVOR, ¡VETE!

Lo hacía, corría cada vez más fuerte. No estaba cansada, quería escapar. Esa voz de mujer gritaba que corriera, que no mirara atrás y no lo hice.

Árboles, ramas con espinas, hojas secas en el suelo, sereno espeso bajo mis rodillas, sombras realmente horribles y una pesadez abrumadora me rodeaban. Yo solo quería escapar, el miedo corría por mis venas, lo sentía susurrarme al oído y después, pasó.

Cuando creí haber corrido lo suficiente los árboles crecían, el sereno nublaba mi vista y los gritos desgarradores de aquella chica me rompían los tímpanos. Me arrodillé, pegué mi pecho a mis rodillas y tapé inútilmente mis oídos.

—Perdóname, perdóname, te lo ruego, perdóname.

Poco a poco vuelvo en sí. Abro mis ojos y me encuentro sola en el sofá. ¿Por qué siempre sueño lo mismo? Es horrible. La sensación, el miedo, el dolor es real, es tan real que siempre lloro al despertar.

Escucho cómo bajan el agua del váter, así que reprimo todos mis deseos de llorar apretando mi almohada. Juanma sale del baño para despedirse, son las 8:00 am, María se fue a eso de las 7 a su piso.

Una vez sola, me ducho y visto. Edito mi dailie y cuando termino vuelvo a mi sofá para ver mi serie favorita. Hoy no voy a vloguear, por ello, les aviso a mis seguidores por Twitter. Al segundo veo sus mensajes de "no te preocupes Melo, todo está bien".
Me gusta mucho el tipo de gente que me ven, son tan lindos y comprensivos. Soy muy afortunada de tenerlos conmigo.

—Meloncia, que no se te olvide que es hoy al cine a las 7, eh, eh, eh...

Leo el mensaje de Ángel con una sonrisa muy boba, de no ser por esto se me habría olvidado por completo... Bueno, sé que esta salida me alegrará el día, lo necesito mucho. Le contesto el mensaje.

—Que sí, a las 7, señorita.

Seguimos hablando por un rato más y después me pongo a hacer cosas del hogar, como la ama de casa magnífica y dedicada que soy. Pongo la playlist que más me mola de Sia y hago mis labores hogareñas. Lavo un poco de ropa, recojo la cocina, lavo trastes, limpio mi habitación, sacudo el polvo de mi estantería y poco más.

Después de que mi casa estuviera completamente limpia —que tengo que aceptar que soy una obsesionada con la limpieza— enciendo la vela aromática que tengo y dejo que el olor se expanda por mi piso.

Paro la música y me recuesto en mi sofá. Son las 5:37 pm, la luz del sol ya empieza a disminuir su intensidad. Estoy en silencio, solo escucho el poco ruido que logra entrar por mis ventanas de la calle. Pienso. Y pienso. Y vuelvo a pensar. Mi mente es como una hoja en blanco en la que voy escribiendo mis nuevos pensamientos con lápiz y vuelvo para borrarlos. Así una y otra vez. Recuerdo el sueño.

Sé a qué se refiere, por eso duele tanto. Esa voz de mujer es la mía, quien me ataca son mis inseguridades, la "yo" que está corriendo es la misma que le muestro a todos, a la que no le duele nada, a la que no le duele estar sola. Los árboles que crecen y crecen, la niebla, las hojas secas bajo mis pies, las sombras, son todos mis miedos que se materializan. Corro de los gritos y me pido perdón porque me abandono a mí misma, no me ayudo, solo huyo. Mis ojos se llenan de lágrimas, seco la que logra salir. Cierro mis ojos y sin querer me quedo dormida.

El sonido de la alarma que me he puesto para que no se me pase el tiempo me despierta. 6:15 pm, me paro como loca directo al baño. Me ducho y salgo para elegir mi ropa. Me pongo unos tejanos grises, una camiseta de mi tienda y una sudadera que me flipa de addidas. Cojo mis bambas blancas para usarlas. Trato de controlar un poco mi cabello, aplico un poco de perfume sobre mi body y ya estoy lista.

Juro que te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora