11. La puerta blanca.

32 3 0
                                    

El frío se ha ido de mi cuerpo y ahora un calor extraño habita en él. Puedo sentir cómo me ruborizo, lo cual no me preocupa ya que estamos a oscuras… No me preocupa el que no me vea, pero sí el por qué de eso. Sin darle más vueltas a nada, decido contestar.

-¿Qué pregunta es esa? –digo en forma de reclamo.

-¿Entonces si?

-Que no, que no –y era cierto.

Quizás Ángel podía llamarme la atención. Digo, a quién no; es bajita, delgada, de buen cuerpo, cara bonita, ojos bonitos, cabello bonito, me lo paso de puta madre con ella, me parece alguien muy interesante, cuando ríe a carcajadas su risa puede escucharse en todo mi bloque y no encuentro nada de malo en eso, me gusta el sonido de su risa... Pero no, no me gusta. Al menos, aún no. Pero tiene mucha de mi atención.

-Pero, Melo, que a mí no me puedes ver la cara de imbécil. Yo vi como os mirabais entre vosotras el día que coincidimos en el café. No me quieras engañar, bonita –me dice.

-Vale, te seré sincera –observo cómo se acomoda sobre su culo con una maldita sonrisa en su rostro-. Ángel es guapa… -pauso para imaginarme sus pecas y continúo diciendo-,  muy guapa, divertida, amable y tenemos muchas cosas en común, lo acepto. Pero solo llama mi atención… cada vez un poquito más –dije apenas audible.

-Te he escuchado, no creas que no. Yo sé que dentro de unos meses, si no es que en semanas, vosotras dos os habréis liado –me afirmó muy seguro, solo consiguiendo que me sonrojara aún más.

Qué me pasa, que no tengo 15 años y estoy actuando como tal. Dentro de mí, muy dentro, recreo una imagen donde Ángel y yo nos besamos, nos acariciamos, nos unimos, pero todo eso se borra en cuanto Juanma recibe una llamada de aquél idiota que le ha roto el corazón. Escucho la voz de Juanma quebrarse cuando suelta:

-Te he visto, no me lo han contado. No trates de explicar algo que ya entendí, ¿vale? No tenemos nada entre tú y yo, ya no nada –comienza a llorar en silencio mientras aquel chico, del cual cuyo nombre he olvidado y no quiero recordar, insiste. Le quito el móvil a Juanma y hablo.

-Escucha, hijo de la gran puta, lo que has hecho no tendrá el perdón de Juanma ni hoy y probablemente, ni dentro de un tiempo. Me importa un carajo si estabas ebrio o si te amenazaron a punta de pistola para que lo hicieses, traicionaste vuestra relación, traicionaste el cariño, que gracias a Dios, apenas comenzaba por parte de Juanma. Así que hazle un favor a él, a mí que soy yo quien lo escucha a media noche, y por supuesto a ti, si no quieres tener problemas, ¡OLVÍDATE DE QUE VIVE!

Cuelgo. Miro con la misma furia que sentía mientras decía todo eso la pantalla de su móvil y antes de que Juanma trate de quitármelo bloqueo su usuario de todas las redes sociales de Juanma, borro su número después de bloquear llamadas y mensajes, para después entregárselo a su dueño.

Después de eso quedó solo una amena charla entre nosotros, nos bebimos una botella de tequila, haciendo unas cuantas bromas entre los dos. Entre las dos y las tres de la mañana, hay un lapso de tiempo que mi mente ha decidido eliminar. Ahora, son las cinco de la mañana, y estamos escaleras abajo para llegar al portal de Cadepe. Toco cinco veces la puerta.

En vista de que no nos abre, Juanma decide abrir la boca y no para decir algo. Ha potado todo el alcohol que nos hemos bebido sobre la puerta blanca y reluciente de María, lo miro asqueada. Él solo comienza a reírse a tal grado que me contagia de su risa.
Antes de que nos pillen nos vamos de ahí, abrazados, lo más rápido que podemos y subimos a mi piso.

Me meto en la cama y siento a Juanma meterse bajo las sábanas poco después de haberse cepillado los dientes. Lo escucho susurrarme las buenas noches, pero estoy tan cansada que solo consigo responder con un gruñido.

Entre sueños, a punto de despertar consigo escuchar gritos en el portal. Dan golpes a mi puerta, me levanto como puedo, mareándome a penas poner los pies en el suelo, voy hasta Juanma y lo despierto. Miro por el agujero de la puerta, creo que es María. Le abro.

-¡Me cago en la puta! Melo, ¡no sabes lo que acaba de pasar! –dice una María enfurecida que pasa por enfrente de mí.

-Mm, ¿dime? –mierda.

-Un maldito borracho ha potado toda su mierda sobre mi puerta. No sabes el hedor que ha inundado todo el portal

-He sido yo –confiesa Juanma entre risas, con una mano en la cabeza. Yo también comienzo a reírme.

-¿Pero qué leches les pasa a vosotros, eh? –casi le salía humo por las orejas.

-Ayer bebimos un poco, fuimos para invitarte a la fiesta y –comienzo a reír en medio de mi explicación-, Juanma no se ha aguantado y lo ha potado todo en tu puerta.

-Tía, de verdad lo siento, pero estábamos bastante ebrios como para actuar racionalmente.

-Los odio, no sabéis cuánto –dijo entre dientes muy alto.

Conseguimos calmar a María diciéndole que nosotros seríamos quienes limpiarían su puerta y así lo hicimos. Toda la mañana estuvimos haciéndolo hasta que logramos que el bendito portal oliera a rosas. Después de eso, María nos invitó la comida y ahí fue cuando Juanma le contó todo lo que le sucedió con Daniel, que después de tanto bloquearlo de todas partes se me grabó su nombre en la puta cabeza. Vimos una película y yo volví a mi piso, para darme un baño y cambiar a ropa más decente. En todo lo que iba del día no había usado mi móvil, ni siquiera recordaba donde lo había dejado. Así que lo busqué.

Entré rápidamente a whatsapp, solo para verificar que en ese lapso en el que no recuerdo nada, no hayamos hecho alguna tontería.

Pero sí, en efecto, Juanma y yo habíamos mandado un audio de 40 segundos a Ángel. No quiero escucharlo, pero tengo que hacerlo para comprobar que no haya dicho algo indebido. Lo reproduzco y lo que digo, o decimos, es lo siguiente:

“Me pareces linda –se escucha a Juanma de fondo llamarme mentirosa-. Vale, muy linda. Tus pequitas son muy tiernas y tus ojos, joder, macho, bellísimos. Cómo molan –Juanma interrumpe de nuevo y comienza a cantar “como molan tus ojitos, pava. Vámonos a follar, mejor”-. Calla. Es todo, adiós”.

No sé como describir lo que siento ahora, vergüenza y unas ganas enormes de reír a carcajadas, aún más por la voz de Juanma y las tonterías que suelta. Lo peor de todo, es que ya había respuesta de Ángel. Había mandando un montón de “jaja”, pero en mayúsculas. Su último mensaje fue “a mí también me pareces muy linda, Melo. Pero cuéntame, ¿qué tal la resaca?”.
¡Menos mal que sabía que iba pasada de libros!

Le contesto que me está yendo bien, le pido una disculpa y ella contesta al instante. Me cuenta como le fue ayer y yo le cuento como me fue a mí, aunque con ese audio lo decía todo. Al final, quedamos en que ella vendría a mi piso por la noche a cenar y ver una peli, me pidió que Juanma también estuviera aquí, así que también invitaré a Cadepe y a mi amado vecino favorito, Rush.

Solo espero que nada se nos salga de las manos hoy.

Juro que te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora