Ángel sin alas

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 Mi nombre es Logan y estoy en mi tercer año de universidad. Soy un chico normal, me va bien en los estudios, deportes y vida social. Soy más alto que la media española y según varias chicas tengo buen cuerpo aunque yo no pienso eso. También tengo algunos problemas familiares, pero siempre intento ver el lado bueno de las cosas. Aunque parezca que tengo una buena vida, he pasado por mucho y sigo pasando por ello. Vivo solo, me independicé muy joven. Trabajo por la tarde y los sábados. Así que solo puedo ver a mi novia los domingos. Me costó bastante llegar a donde estoy así que siempre intento dar mi mejor esfuerzo para lograr mis objetivos. Todos los días voy en bus a la Complutense, una universidad de Madrid, en Moncloa. El trayecto dura unos quince minutos aproximadamente. El paisaje es bonito, pero ya me lo sé de memoria. Algunos edificios y algún que otro parque. Cuando el bus llega a su destino final, suelo desayunar en un Starbucks para después ir a las clases que tengo por la mañana. Los que trabajan allí ya me conocen y suelo conversar con ellos un rato por la mañana. Siempre que estoy justo por entrar a la universidad pienso que tengo que esforzarme más. Lo que he aprendido desde que nací es que la vida es muy corta para no disfrutarla con la gente a la que quieres. Lo que nunca pensé es que una simple tontería puede cambiar tu vida, y destrozarla totalmente; o también mejorarla. Mi día en la universidad se basa en asistir a las clases, hablar con algún compañero aunque mis verdaderos amigos son los que cursaron bachillerato conmigo. Estoy estudiando Bellas Artes ya que desde pequeño me gusta pintar. Fue mi abuela la persona que me puso en este mundo. Y también la que me cuidó, ya que mi padre nunca quiso encargarse de mí y mi madre tuvo un accidente cuando yo apenas tenia cinco años. El resto del día fue bastante aburrido, así que cuando terminó mi última clase, salí pitando de allí.

Cuando salí, había un grupo de personas mirando al techo. Todos tenían una cara de terror, como si la muerte estuviese allí. Me paré y miré hacia arriba.

—¡ H-Hey! ¡ Alguien esta cayendo de la azotea ¡- dijo alguien señalando con su mano a la azotea.

Cuando alguien está a punto de morir, dicen que recuerdan toda su vida. Me aparecieron recuerdos en los que solamente salía mi abuela. Es la persona más importante que tengo. Las demás no me quieren o ya no están.

La chica que se cayó de la azotea, aterrizó. Y no, no aterrizó en el suelo. Aterrizó encima mío. Cosa que hizo que muriese.

Cuando pensé que me había despertado vi que estaba con esa chica en una habitación sin salida. La chica era delgada y un poco más bajita que yo. En ese momento tenía dos coletas. Sus ojos eran verdosos y tenía el cabello marrón. La habitación era totalmente blanca y no parecía tener fin.

—¿Dónde estoy? – dijo la chica.

—¿Quién eres tú? – pregunté – oye, ¡tú eres la que se cayó desde la azotea!

No sabía que ocurría, parecía un sueño pero era demasiado real para ser un sueño.

—Ustedes dos acaban de morir – dijo una voz que parecía salir de la nada.

Lo que estaba pasando era muy raro y no me salían las palabras. Nunca me imaginé que iba a vivir algo por el estilo. Esto parece sacado de un libro de ciencia ficción.

—¿Qué?¿Quién anda ahí? – comentó la chica muy asustada.

—Este es el espacio entre la vida y la muerte. Vuestras almas están siendo arrastradas al otro mundo — dijo la voz sin rostro.

—¿Qué dices? Esto es absurdo — no podía creer lo que nos estaba ocurriendo — justo estoy en mi tercer año de universidad.

Después la chica y yo pudimos ver de quien era la voz. Parecía una persona pero estaba tapado con una túnica negra y en su mano derecha tenía una guadaña. Creo que se trataba de la muerte, pero no creo que eso exista.

—Le permitiré a uno de ustedes seguir vivir... así que... - dijo la muerte.

—¡¿Solo a uno?! — comentamos al unísono.

—Les daré siete días. En ese tiempo deben decidir quién de ustedes vivirá. Hasta entonces... compartirán todo. Tengan cuidado de no alejarse demasiado — eso era todo lo que nos tenía que decir.

Después de eso movió su guadaña por el aire y la clavó en suelo. Cuando la guadaña tocó el suelo, salieron chispas que no me dejaron ver nada.

7 DÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora