CAPÍTULO 1

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Capítulo 1.


-¿Qué es lo primero que viene a sus mentes cuanto menciono la palabra "alineación"?- pronunció el entrenador Grant realizando una pregunta abierta a la clase. Entonces simplemente decidí que era hora de desconectarme del mundo y sumergirme en mis pensamientos. Cursando el último año de preparatoria, aprender algo más o algo menos en cuanto al béisbol era completamente irrelevante.

Dirigí mi mirada hacia las altas paredes del gimnasio del Belmont High y comencé a pensar qué haría en la noche. Viernes. Asombroso. Con mis padres fuera de la ciudad debido a un viaje de negocios, tenía diversión casi ilimitada. Mis padres tardarían tres semanas más en regresar y todo estaría en orden mientras atendiera sus llamadas cada mañana y cada noche comprobando que todo anduviera bien.

El entrenador seguía hablando sobre Dios sabrá qué y yo me limitaba a mirar los detalles del suelo del gimnasio. Habían transcurrido aproximadamente 20 minutos desde el inicio de la clase y el entrenador no se percataba de la indiferencia de la mitad del curso hacia su inútil charla.

Sentí como alguien se acercaba detrás de mí, di la vuelta y encontré a Dylan. Mi mejor amigo caminando sigilosamente hacía mí con lo que parecía, la intención de darme un susto. Al darse cuenta de su fallido intento saltó sobre mí casi provocando mi caída, llamando así la atención del entrenador y de toda la clase.

-Señorita Elizabeth, señor Dylan, ¿algo que aportar el deporte del beisbol?-preguntó el entrenador con un tono fastidiado.

-Quizás, ¿sabía que el sexo podría reducir las mismas calorías que anotar una carrera?- dijo Dylan causando que toda la clase estallara en risas.

-¿Sabía que la excitación y concentración del bateador podría ser la misma a la de una hombre en pleno acto sexual? –dije yo para completar provocando más risas y un notable enfado por parte del entrenador.

-Ustedes dos terminarán sacándome canas.- dijo el entrenador negando con la cabeza mientras anotaba algo en su libreta.

-Ya tiene varias, entrenador.-dijo Dylan. La clase rió de nuevo.

-Y con eso, te has ganado horas extra después de la escuela, ayudando en la biblioteca a pintar la nueva zona recreativa.- recalcó el entrenador arrancando una hoja de su libreta y extendiéndola a Dylan.

-No es culpa de Dylan que usted muera por la bibliotecaria, señor Grant .- añadí.

-Y usted señorita Elizabeth, tendrá que limpiar la cancha después del entrenamiento del equipo de futbol.-finalizó antes de escribir algo en su libreta y entregarme otro papel igual al de Dylan.

-Genial.- dijimos Dylan y yo al tiempo con un poco de gracia e inapetencia.

-Espero que el día de mañana me regresen esos papeles firmados por la bibliotecaria y el entrenador del equipo de futbol respectivamente.- dijo el señor Grant.- Elizabeth, le haré saber al entrenador que no debe firmar tu papel hasta que el equipo haya terminado su entrenamiento.

La clase terminó y salimos del gimnasio. El casillero de Dylan quedaba justamente al lado del mío. El destino simplemente nos quería juntos. Justo antes de nacer, nuestras madres ya eran amigas, casi desde entonces condenándonos a la eterna compañía del otro. Dylan era mi mejor amigo, siempre habíamos sido nosotros dos contra el mundo. Juntos habíamos pasado por dos institutos diferentes, del primero habíamos sido expulsados.

-¿Qué haremos esta noche?-preguntó Dylan mientras sacábamos nuestros libros para nuestra clase siguiente.

-¿Qué se te ocurre?- respondí- Nada de fiestas, vamos al cine o algo así.

Elizabeth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora