Capítulo 5.
Me debatía entre dejar entrar a Daniel o llamar nuevamente a mi mejor amigo.
Opté por la segunda opción y nuevamente, fue al buzón. ¿Cómo había encontrado Daniel mi casa? Luego de esperar un rato, miré nuevamente por la ventana con la esperanza de que ya no estuviera ahí. Seguía ahí, expectante y atento mirando a mi casa. Puse mi mano en mi cara y suspiré. Caminé a la puerta principal y abrí de golpe. Mi mirada se encontró con la suya y me sonrió a lo que respondí igualmente con una sonrisa un poco falsa. Comenzó a caminar hacía la casa. Pasó por la puerta principal y me abrazó.
-Yo puedo explicarte qué es un Hellhound.-dijo y me quedé perpleja. Tragué saliva y lo miré directamente a los ojos. Tenía la misma expresión de Ethan que tanto me asustó.
¿Cómo sabía Daniel que moría por saber qué era un Hellhound? ¿Por qué estos chicos actuaban tan extraño? Esperaba que alguien pudiera explicarme qué estaba pasando, y mi sexto sentido me decía que Daniel podía sacarme de la confusión.
Hice un ademán con la cabeza para que me siguiera a la sala de estar. Se sentó en el mueble más amplio sin cambiar de expresión. Me senté en el mueble más angosto que se encontraba ubicado frente al amplio de manera que quedamos viéndonos las caras. Uní mis manos dispuesta a escuchar, no podía parar de lamer mis labios, cosa que hacía cuando estaba nerviosa.
-¿Y?- dije esperando que hablara.- Tú vas a explicarme qué está pasando.- añadí más en una afirmación que en una pregunta.
-Has tenido una pesadilla. Tuve que entrar en ella para lograr que el Hellhound no te alcanzara. Te conozco, sé que hubieras intentado calmar el animal para acariciarlo. Así hubieras muerto rápidamente. Los hellhounds son perros del infierno. Básicamente se dedican a asesinar personas que sus amos le ordenen.-hizo una pausa y pegó sus labios. Todo lo que decía parecía una completa locura, inédito. Claramente me decía mentiras ¿o no?- Dylan está aquí. Debo irme. -dijo y dio largas zancadas a la puerta trasera. Antes de salir se dio vuelta y con sus labios articuló la palabra "Llámame".
Cerró la puerta tras si y luego Dylan se vio entrando por la puerta principal ¿Cómo sabía Daniel que Ethan había llegado?
Intentando digerir la información, discutía con mi cerebro si creer o no. La parte racional, me decía que Daniel estaba loco, simplemente quería asustarme. Pero algo en mí, decía que todo era cierto. Que estaba en peligro, tenía problemas. Y eso no me había aterrado hasta entonces. Los problemas hacían parte de mi vida, sin embargo los perros del infierno, Daniel entrando a mi sueño y Ethan cambiando mi estado solo con tocarme, era algo completamente nuevo. Y quería saber qué estaba sucediendo, iba a saberlo.
Estaba consternada y la confusión predominaba en mí. Dylan se acercó, se sentó y recostó su cabeza en mi hombro. Nos quedamos en silencio disfrutando de la cálida compañía del otro. Me sentía afligida, desorientada y desconcertada.
-Has dormido con Ethan.-dijo Dylan a lo que sentí mis mejillas calientes.
-Daniel ha estado aquí. Acaba de irse.
-Wow. –dijo levantando la cabeza y poniendo mi mano derecha entre sus manos.-¿Algo anda mal? Tienes una pésima cara, no suelo ver esa expresión en ti a menos de que algo esté sucediendo.
-No lo sé.-dije- No entiendo qué está sucediendo. Ethan me confunde. Daniel me confunde. No sé qué está sucediendo. –repetí.
Le comenté sobre todos los sucesos transcurridos entre la madrugada hasta la partida de Daniel. La pesadilla, el Hellhound, las actitudes de Ethan y Daniel, su repentina preocupación por lo que estaba pasando. Dylan se había reído cuando comencé a contarle todo, estaba convencido que estaba bromeando. Al ver la seriedad en mi rostro, con un poco de dificultad, me creyó.
Una llamada de mi madre entró a mi teléfono móvil. El nerviosismo me invadió. Sabía que iba a estar molesta y probablemente estaría castigada.
-Aló.-dije firmemente.
-Elizabeth.-dijo con un tono de incomodidad.-¿Podrías explicarme dónde has estado la noche anterior?
-Madre, estuve haciendo algunas cosas para mi motocicleta- mentí para que Dylan no quedara como un mentiroso- y luego fui a una fiesta. Me he encontrado a Daniel, ha estado muy feliz de verme.-dije con un tono persuasivo y seguro.
-Lizzie, ¿te costaba mucho contestar una de mis llamadas tan siquiera? - suspiró. -Sabes que siempre te he dicho que todo estará en orden mientras contestes las llamadas.
-Madre, lo siento mucho. No volverá a suceder.
Al fondo se escuchó la voz de mi padre, con alteración en su voz gritó «¡Hellhound!¡Hellhound!» Los ladridos de un canino se unieron a mi campo auditivo. Abrí la boca y lleve mi mano a ella para evitar un sollozo.
-Hija-dijo mi madre. Se percibía el miedo claramente en su voz.-Escúchame bien, escúchame bien. Te amamos.- De repente la señal se cortó igual que la llamada.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y un agujero en el pecho no me permitía pensar bien. Mire a Dylan que me miraba expectante. Temí lo peor. ¿Y si el hellhound había alcanzado a mis padres?
Marqué el número de mi madre repetidas veces. No hubo respuesta.-¡No!- grité y una lágrima salió de mi ojo derecho. Mi labio inferior comenzó a temblar. Comencé a golpear las almohadas del mueble con impotencia ¿Qué carajos estaba sucediendo?- Ellos corrieron, están bien.- dije para convencerme. Sin embargo el vacío en mí seguía presente.
-Lizzie. -dijo Dylan con voz temblorosa. -¿Quisieras explicarme qué sucedió?-Preguntó con clara preocupación y pasando una mano por encima de mis hombros para darme consuelo.
-Mis padres.-dije a penas audible. -He escuchado un hellhound.-dije antes de recostarme en su regazo y paré de contener las lágrimas. Mis padres podrían estar muertos, y de un modo u otra sentía culpa por eso.
-Diablos Lizzie.-dijo sin encontrar palabras para decir.- Sabes que tus padres son muy atléticos, tal vez corrieron y...
La puerta de la casa se abrió llamando nuestra atención. Al estar completamente abierta, nos permitió ver a un Ethan molesto. En su mano portaba una daga. Tan hermosa como un dios griego y tan dorada como el oro. La guardó en su pantalón y entró a la casa.
-Viejo...-dijo Dylan. Ethan lo cortó.
-Elizabeth. Tienes un gran problema. Y gracias a Daniel, ya no sé si pueda salvarte. -dijo sentándose en el mueble del frente.
-Mis padres. -solo podía pensar en ellos. Tal vez estaban bien, tal vez habían corrido, tal vez se habían salvado. De lo contrario... estaban muertos. Me negaba a aceptarlo. -Un hellhound los ha encontrado, los ha atacado.- comenté a lo que Ethan endureció su mandíbula.
¿Por qué un hellhound los había atacado después de que yo soñara con uno? La culpa me invadió sin ninguna razón aparente.
-Tenemos que hablar. Debo contarte todo.- hizo una pausa.- Daniel ha estado aquí. -dijo en una afirmación y con ira en su voz.- Y sigues haciendo las cosas más difíciles, Lizzie. Ahora Nathaniel tiene acceso a tu casa. Genial.
Intentando entender lo que decía Ethan, el pensamiento de que mis padres podrían estar muertos interfería. Me levanté del regazo de Dylan y sequé mis lágrimas. Estaba dispuesta a saber qué estaba pasando. Tomé una calada de aire y cerré los ojos. Aparte el cabello de mi rostro y me preparé para digerir la información que tuviera Ethan para compartir.
-Anda, te escucho. -dije con voz firme. Aunque estaba completamente rota, desorientada y vulnerable, aún podía ser la chica ruda habitual. Si alguien quería a mis padres muertos, entonces yo quería a ese alguien muerto.
-Está bien. Comencemos.- dijo sacando un par de fotos de su bolsillo y esparciendo cada una de ellas sobre la mesa en medio de la sala de estar.
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Elizabeth.
Любовные романыElla es sinónimo de problemas, él es una perfecta definición para esa palabra. ¿Y si se enamoran? ¿Cuanta maldad puede ser compartida sin desequilibrar a alguno de estos dos humanos? ¿Seguro que son humanos? ¿Qué tal si algo siniestro quiere destrui...