Capítulo 1

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Después de lo que pareció una eternidad me resigné a dormir y prendí la pequeña luz de la habitación. Mi prima se movió entre sueños quejándose del repentino brillo, pero en menos de un segundo su respiración volvió a la de antes cayendo nuevamente en un sueño placentero.

Sin hacer mucho ruido abrí el cajón que se encontraba entre las camas y tomé el pequeño sobre que guardaba ahí. Un sobre que sostenía una carta ya maltratada por todas las veces que había pasado por mis manos, una carta que tenía en puño y letra las palabras que me volvían a romper el alma cada vez que me dedicaba a leerla.

La carta que me dejó Chace el día que se marchó.

No la había visto hasta un par de día más, cuando decidimos cambiarnos nuevamente a la pieza dentro de la casa. La rabia y la pena habían pasado en su medida, pero al verla ahí, tirada en el suelo con mi nombre en una pulcra letra hizo que todo el negro de mi corazón volviera como una avalancha, y no me atreví a leerla.
No quería saber que había pasado, no quería sentenciar lo que estaba pasando, pero después de ese fatídico llamado con su madre, y llorar por lo que pareció otra eternidad, tomé el valor para abrirla.

Había pasado un mes desde que vi por ultima vez a Chace.

Había pasado una semana desde la ultima vez que leí esa carta.

Mis ojos ya acostumbrados a no presenciar lagrimas desde ese día pasaban por las letras que algún día escribió Chace, y aunque había decidido no hacerlo más, ese maldito sueño abrió un pequeño agujero en la herida que ya había estado sanando de a poco. Las pesadillas ya no eran tan recurrentes como los primeros días de su partida, pero cada vez eran más reales, y esa porción masoquista que tenía dentro añoraba volver a leer la carta.

"Primero que todo me disculpo con anticipación por ser la mierda de persona que soy. Por dejarte esta carta en vez de decirte todas estas cosas a tu rostro, pero me fue imposible llenarme de valor para hacerlo. Debes entender que no estaba en mi poder quedarme, pero sí despedirme de mejor manera.

¿Pero como hacerlo cuando es lo que menos quiero?

Recibí un llamado temprano hoy de mi abogado mientras tu dormías, diciéndome que debía volver con Nacho (Él es uno de los testigos. Dale mis disculpas a Susana también)

Tengo que volver, tengo que afrontar la decisión que tomé y hacerme cargo, cueste lo que cueste. Pero tranquila, como te dije, no tienen como culparme. No hice nada y no hay pruebas de ello. Sólo será un tramite tedioso.

Tendré mi libertad mental dentro de poco y volveré.

Sólo te pido una cosa.

No me olvides.

Chace.

PD: Yo también te quiero."

Volví a doblar la carta sin hacer sonido alguno y la guardé lentamente en el cajón de mi cómoda. Recordé la noche donde me confesó la realidad de las cosas. En donde escaparon esas palabras de mi boca sin saber que las tenía guardadas ahí, esperando salir en cualquier momento, pero nunca me imaginé que las había escuchado.

-"No te vayas, quédate conmigo.-

-Sólo si no me sueltas.

-No lo haré. Me quedaré contigo. Te quiero Chace."

Yo me quedé, él no.

Las lagrimas ya no salían, y el vacío en el pecho era cada vez menor.

Habían pasado tres semanas desde que hablé con la madre de Chace y después de eso no tuve la fuerza de llamar de nuevo, no sabía si seguía en presión, no sabía si estaba tras rejas por ser culpable o sólo estaba en prisión preventiva, que tampoco sabía que significaba pero sabía que existía.
No había cabida en mi cabeza en como podía haber pasado lo que pasó, y aunque una parte, la más oscura de mi ser, se cuestionaba todo lo que me confesó la ultima noche, la otra parte no sabía como era posible que él estuviese preso, pues no había hecho nada, fue Nacho, todo este tiempo había defendido a su amigo sólo para que no tuviese problemas con la ley.

Ese maldito.

No sé como llegué a detestarlo, pero lo hacía, lo detestaba. No era un verdadero amigo era un maldito que quería cuidarse el culo a cuestas de la libertad de Chace. Si hubiese mantenido su miembro dentro de sus pantalones en aquella fiesta nada de esto hubiese pasado. Si hubiese tenido la decencia de decir "No, fui yo el que se acostó con ella, pero fue con consentimiento mutuo" nada de esto hubiese pasado. Pero el maldito se hundió en una mentira que arruinó la vida de Chace.
¿Por qué mierda no dejó claro lo que pasó desde un principio? Si Nacho no tenía pruebas para una violación o un abuso ¿Por qué dejó que Chace cargara con la culpa? ¿Qué tenía que esconder Nacho para hacer algo así?

Las preguntas que recorrían a diario mi cabeza terminaban desgastándome.
Había algo que no tenía sentido, pero tenía dos respuestas según mi raciocinio de nulo conocimiento sobre juicios penales; Esto era la pequeña punta del iceberg o los dos eran unos imbéciles que nunca supieron que haciendo esto terminarían por detonar una bomba atómica en la vida de los dos.
Pero había algo en lo que estaba segura, y era que ya no sabía si quería involucrarme en aquello. Ya no sabía si quería ser parte de este juego retorcido donde las mentiras volaban en las vidas de inocentes como una serie de telenovela de esas baratas que ves en la mitad de la tarde. Si había algo más escondido en todas las cosas que dijo Chace no quería saberlo. Y si no lo había, no quería involucrarme con gente que tomara la vida tan a la ligera. En ambas opciones mi mente me gritaba que escapara.

Y después de estar sentada ahí con la carta en la cómoda y con la pesadilla numero mil me di cuenta que no tenía otra opción; debía salir de la vida de esos personajes que algún día conocí.

Quedaba sólo una semana de vacaciones y mi prima y yo debíamos volver a la capital para seguir los estudios y una vez por todas nos alejaríamos de todo lo que fue una vez Chace, Nacho, y todas esas peleas y confusiones.
El mantra que algún día tuve había vuelto con todo su esplendor; "No es asunto mío".

Pero esta vez hablaba tanto de la estupidez que hicieron, como de lo que alguna vez tuvimos. Él vivía a kilómetros, él tenía su vida, ahora marcada y yo sólo era una estudiante de Cine, que vivía a kilómetros y tenía su vida.

Lejos de él.

Lejos de lo que alguna vez fueron mis vacaciones.

Lejos de todo el drama que esos dos tenían.

Debía afrontar la realidad. Debía entender que habían situaciones en la vida donde era mejor alejarse. Debía entender que hay amores de verano que vienen y van, que se encuentran por circunstancias raras, y quizás, después de muchos años, al volvernos a encontrar, ambos con nuestras parejas e hijos nos podamos reír de todo lo que pasó, recordando con añoranza como fue la primera vez que alguien cautivo el corazón del otro. 

Y con eso, pude volver a dormir. 

No me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora