Carta III

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Papá:

¿Aún estás allí?

Desearía ser una niña para siempre. Dijiste que mientras más voy creciendo, más cosas veo, y no tienes idea de cuánta razón tenías. Dicen que los niños ven todo de otra forma, ellos no odian, yo no te odio por irte. Tuviste una muy buena razón para marcharte y, no te culpo, solo que rompiste a mamá.

Sus llantos eran como la lluvia, repiqueteos en el suelo se escuchaban. Intentaba poner mis manos para separar la lluvia de su rostro pero aún así, ella lloraba. Pequeñas gotas de agua, pequeñas gotas de lágrimas. Un charco de tristezas hechos de lluvia se formaron.

¿Por qué la felicidad cuesta tanto?

¿Cuántas veces tendré que caer?

¿Cuántas veces quieres que repita que te extraño?

El charco de lluvia ya no es un charco, es un mar de recuerdos.

Unas gotas de lágrimas.








Papá, ¿dónde estás?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora