Capítulo 15

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Nervios a flote


Llevo bastante tiempo sentada adentro de mi auto en el estacionamiento de la comisaría, tratando de mentalizarme de que estare haciendo un interrogatorio, al decirlo se ve fácil, pero no siempre sucede eso, en veces la situación se sale de control que no se haya una solución. Llevo bastante tiempo que no hago uno y por eso me aterra más, aunque parezca un poco temerosa en estos momentos, en el interrogatorio por protocolo tengo que parecer más seria y profesional. La última vez que hice uno, se salió todo de control que tuvimos que sedar al interrogado, de tan sólo recordarlo me dan escalofríos.

Cuando era niña, mis padres me dijeron que una manera de calmar los nervios es contar del uno al diez mentalmente con los ojos cerrados, aunque pareciera absurdo, ese consejo lo uso en momentos como éste. Así que cierro los ojos y empiezo a contar tal como me dijeron mis padres.

Uno... dos.... tres... cuatro...  Cinco...  Seis... Siete... Ocho... Nueve...

Diez—murmuré para misma el ultimo número, mientras abría lentamente los ojos. Abrí la puerta del  auto y fui a la comisaría para ir al cuarto de interrogación, ya que ese es nuestro único cuarto de esa índole en la comisaría, así que es demasiado especial.

Abro la puerta del cuarto y miro: dos agentes, dos personas de seguridad y el comisario. Cuando se dan cuenta de mi presencia el comisario se acerca a mí y se me acerca a mi oido.

—Thompson, traje a estos agentes para que estén de testigos, y a los de seguridad por si la situación se pone algo fea, ya sabe como se puso la última vez, trataremos de no repetir eso —susurró con la calma que lo caracteriza y yo solamente asentía —. Como veras tenemos esa gran ventana en la pared —dijo apuntando a la ventana que separaba las dos partes del cuarto —, nosotros podemos verlos, pero ellos no a nosotros como lo sabes. No te preocupes, estaremos aquí para apoyarte.

—Esta bien —acepte suspirando —, voy a entrar.

—Suerte, Thompson, la necesitara —me animo dándome golpes suaves en mi espalda mientras yo sonreía ligeramente.

Camino a la puerta preparada para empezar la interrogación. Suspiro mientras agarro el pomo de la puerta y la abro para entrar a ese cuarto totalmente gris con una mesa de metal en el medio y a Megan y Bill esposado a la mesa mientras estaban sentados murmurando cosas, aún no notaban mi presencia, eso me daba ventaja.

Hice el menor ruido posible al entrar para que no se dieran cuenta aún de mi presencia, pero se me resbalo la mano del pomo al cerrar la puerta provocando que se escuchara como se azotó la puerta y con ellos las miradas atentas de Megan y Bill al intentar ver lo que pasó.

Después del ruido que hizo el azote de la puerta, me estaban siguiendo con la mirada, hasta que me senté con ellos. Quedando frente a frente, pero separados por una mesa de metal, y por la inmovilidad de las esposas de ellos.

—Usted —bramó Megan apuntándome con su dedo índice con la mano que tenía libre de la esy con una mirada de furia—, fue la que me arresto ayer. ¡Maldita desgraciada!

—Cálmese por un momento, les prometo que si me ayudan, yo podré ayudarlos —ya tenía mi carácter serio para que no me incomodaran.

—¿Ayudarla? —preguntó Bill con el ceño fruncido y algo de sarcasmo—, en que quieres que le ayudemos, y a parte, que ganamos nosotros si lo hacemos —dijo retandandome. Yo levante una ceja y mantuve mi postura.

—Si me ayudan les daré menos años de sus sentencias y si tienen suerte, trato digno en la cárcel, ya saben como son los tratos en la cárcel—propuse con tono serio—. Solo necesito que me ayuden contestándome con la verdad las preguntas que les hare, y si siento que mienten dejare que se pudran en la cárcel ¿Entendido?

El asesino de cold street Donde viven las historias. Descúbrelo ahora