Capítulo 10 | Encanto

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Horas después, Seunghyun se ha quedado dormido en el sillón. Hemos tomado tanto que su sistema no ha podido más. Yo, aunque algo mareada, aún puedo ir por una manta a su cuarto y ponerla sobre él, que está hecho un ovillo sobre el sofá más grande de la habitación por el frío que hace.

No puedo irme en este estado. Demonios. ¿Por qué tomé tanto? Mañana comienzo a trabajar de nuevo y esto es simplemente inaceptable. Está bien. Dormiré un rato y me iré en la mañana. De nuevo, voy a su habitación y tomo una manta para mí y me dirijo de igual manera a uno de sus sillones para recostarme y cubrirme del frío. Preparo una alarma en mi teléfono para despertarme en las próximas tres horas y dejo el celular en la pequeña mesa de al lado.

Mis párpados se vuelven pesados y comienzo a relajarme. Mi respiración se vuelve uno con los latidos de mi corazón, casi puedo sentir a Morfeo meciéndome en sus brazos...

Y tocan la puerta.

Maldita sea. Ya es bien entrada la madrugada. ¿Qué tipo de criatura vil se atrevería a llevar a cabo semejante acción? Me levanto rápidamente y eso me hace marearme un poco, sin embargo, eso no me detiene en mi camino hacia la puerta, dispuesta a ahorcar a la persona que se encuentre detrás de ella.

No obstante, cuando abro y veo a la persona frente a mí, pareciera como si hubiera visto un fantasma.

Es Jiyong.

Su expresión es parecida a la mía. Su cabello está desordenado y sus ojos un poco hinchados, tal vez por la falta de sueño.

— ¿Qué haces aquí? —pregunto con la voz todavía un poco pastosa.

—Te pregunto lo mismo, Meg —responde tranquilamente, aún así, un dejo de cansancio ensombrece su respuesta.

—Yo... Seunghyun está dormido —lo que sale de mi boca no pasa el filtro de mi cerebro. Ese es el tipo de efecto que tiene él en mí.

—Entonces déjame pasar, por favor. Vengo a dejarle su computadora.

Me hago a un lado instintivamente. ¿Por qué Seunghyun le prestaría su computadora? Entra silenciosamente hacia su habitación y yo lo sigo, aún sin saber cómo reaccionar o qué pensar. Debería estar enojada por lo que dijo sobre mí y sobre su amigo. Pero estoy sorprendida por su visita, mareada por el alcohol y tengo demasiado sueño para pensar. Necesito mi almohada.

—¿Puedes llevarme a casa? —digo recargada sobre el marco de la puerta. Observo como coloca la computadora sobre la cama. Me mira fijamente y me sonríe.

—Claro que sí.

Su voz suena tan lejana que sólo vuelvo a ser consciente de qué tan cerca está de mí cuando rodea mi cintura con uno de sus brazos, sujetándome junto a él. La otra mano la utiliza para tomar mi mejilla derecha y acariciarla con el pulgar. El olor de su loción me embriaga más que el alcohol que he consumido, por lo que cuándo me pregunta algo que suena a cuánto he bebido mientras se ríe de mí sólo puede hacer que lo imite y una carcajada salga de mí.

Antes de que salgamos, le deja una nota a nuestro amigo y nos vamos bien juntos. Tiene uno de sus brazos rodeando mi cintura para no caerme. Me sube al asiento del copiloto de su auto y susurra algo que no entiendo. Cierra la puerta y se dirige a su asiento. Cuando ya está casi todo listo para irnos, se acerca peligrosamente a mí para ponerme el cinturón de seguridad. Su cara está tan cerca de la mía que quiero besarlo.

No me olvides | G-DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora