Capítulo 8 | Un pequeño problema

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Cuando despierto, lo primero que veo es la intravenosa conectada a mi brazo. Poco a poco comienzo a distinguir el lugar a mi alrededor y a la persona que está a mi lado, tomando mi mano. Sus ojos oscuros en forma de almendra y su tatuaje en el cuello lo delatan. Mi mejor amigo me mira fijamente, preocupado. ¿Estoy en el hospital por una maldita fiebre?

—¿Cómo te sientes? —pregunta, levantándose y acercándose a la cabecera de la cama—. ¿Estás bien? ¿Quieres que suba un poco la cabecera? —dice, preocupado. Asiento débilmente y él procede a apretar un botón justo a mi lado. Está tan cerca de mí que podría oler su loción, pero debido a mi enfermedad, no puedo apreciarlo plenamente.

La camilla se empieza a mover hasta que estoy casi sentada. Le agradezco con una leve sonrisa y él acerca su mano para acomodar mi cabello. Se acerca a mí para besar mi frente. Dentro de mí quiero alejarme, porque el recuerdo de nuestros labios tocándose vuelve a mí, pero no puedo hacerlo porque su cercanía se siente tan bien que podría curarme en un santiamén.

La puerta se abre de repente y Mino y una enfermera entran a la habitación.

—Me alegra tanto que despertaras, noona —dice el chico acercándose a mí para darme un beso sonoro en la mejilla. Su mirada va hacia Jiyong cuando lo hace y por un momento me siento como la pelota en un partido de fútbol. Yo me quedo ahí, roja como un tomate.

La enfermera comienza a explicarme lo que había pasado: no era nada grave, sólo una fiebre severa que se salió de control debido a que no tomé medicamentos, pero ahora que ya estaba con la temperatura regulada y con una receta médica escrita, podía irme en cualquier momento. Además, me asegura que la inflamación en mi garganta ya está bajo control y que no debería tener ningún problema para hablar.

—Gracias —digo por lo bajo para escuchar mi voz mientras se retira. Si bien no era la que normalmente salía dentro de mí, por lo menos ya no sonaba monstruosa, aunque la garganta seguía lastimándome un poco.

—Me diste un susto horrible, noona —comienza a decir Mino, sentándose a los pies de la cama, volviéndome consciente de los hombres a mis costados. Por encima de las cobijas, pone una mano en mi tobillo izquierdo y comienza a acariciarlo con su pulgar. Ese movimiento me pone nerviosa, sobre todo porque Jiyong mira de reojo hacia este gesto. Aún así, parece que Mino no se da cuenta de la incomodidad del ambiente y sigue con sus movimientos—. Cuando llegué a tu habitación y te vi en ese estado me preocupé demasiado, por suerte Jiyong-sunbaenim estaba ahí para reaccionar.

—¿Fuiste a mi departamento? —pregunto suavemente. Está cruzado de brazos pero aún así asiente. Me muerdo el labio en señal de nerviosísimo. ¿Quería hablar conmigo? ¿Por eso fue a verme? ¿Quería hablar sobre el beso? Recuerdo entonces el sueño en donde nos besábamos y me sonrojo. Asiente levemente mientras me mira. Hay algo en su rostro y su postura que muestran cuán preocupado estaba.

—Llamé a tus padres hace un rato y les dije que te llevaría con ellos tan pronto estuvieras dispuesta. Tu mamá no quiere dejarte sola —comenta, tomando una bolsa a mi lado y poniéndola en mi regazo—. Te traje un poco de ropa para que te cambies.

—Gracias —repito. Parece que ahora esa es mi palabra favorita. Me vuelvo para ver al chico más joven de la habitación—. Gracias a ti también, Mino. Nunca había estado tan agradecida de que fueras mi vecino —digo riéndome. Él me imita.

—Recuerda que soy el oppa del vecindario —contesta, guiñándome un ojo. Yo río ante su coqueteo. Jiyong carraspea para hacerse notar y mi sonrisa desaparece inmediatamente.

No me olvides | G-DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora