Capítulo Tres

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Capítulo dedicado a Lis2196, ella me esta pidiendo que actualice desde antes de despedir el 2016 no cumplí asi que este capitulo es tuyo <3 




CAPITULO 3

—Me parece bien tener en cuenta las cualificaciones y todas esas cosas, pero quiero a alguien con quien pueda acostarme —dijo Baekhyun.

Kyungsoo ignoró a su amigo y volvió a mirar la solicitud que tenía delante.

—He oído hablar bien de él, ponlo en la lista —comentó, mientras hacía algunas anotaciones en una libreta.

—Pero está casado, y le es fiel a su mujer —protestó Baekhyun. —Puedo aceptar lo primero, pero no lo segundo.

—Estamos hablando de resucitar un restaurante, no de tu vida sexual.

—¿Por qué tienen que excluirse mutuamente?, puedo ser un buen empleado y tener una estupenda vida sexual al mismo tiempo; de hecho, tener relaciones sexuales de forma regular me mantiene de buen humor —aseguró Baehyun.

Kyungsoo bajó la mirada hacia los papeles, para que Baekhyun no lo viera sonreír.

—Céntrate —le dijo.

—Eres un aguafiestas desde que estás al mando —comentó Baekhyun, con un suspiro.

—Y supongo que seguiré así. ¿Quién es el siguiente?.

Mientras Beakhyun les echaba una ojeada a los papeles, Kyungsoo recorrió con la mirada el comedor.

Lo habían pintado, las ventanas tenían cortinas nuevas, habían quitado la vieja moqueta y el suelo ya estaba acabado. El olor del barniz competía con el del jabón y la lejía que llegaba desde la cocina, y Kyungsoo se sentía más que agradecido de que el apeste a comida podrida hubiera desaparecido. Su cuarto mes de embarazo estaba ya bastante avanzado, y no quería sufrir náuseas matinales a aquellas alturas.

—Alerta, desgraciado a las diez en punto —murmuró Baekhyun.

Kyungsoo se volvió, y vio a Jongin acercándose a ellos. Estaba muy guapo, con una chaqueta negra de cuero, unos vaqueros y caminaba con el paso firme y sensual típico de los hombres Kim. Estaba claro que tenían buenos genes, aunque por desgracia, procedían de Danbi.

Aunque a Kyungsoo no le caía bien aquella mujer, sabía que sus nietos habían heredado su firmeza de carácter y su determinación.

—Ya no es un desgraciado, ahora es nuestro jefe —dijo Kyungsoo, ignorando el súbito nerviosismo que sintió.

—Para mí, siempre será el idiota que te hizo llorar durante dos semanas seguidas al abandonarte.

Técnicamente, había sido Kyungsoo quien se había ido de la casa, pero sabía lo que quería decir Baekhyun. Jongin no había hecho nada para que se quedara, y desde luego, después no había intentado recuperarlo.

—Eso fue hace mucho tiempo —le recordó Kyungsoo a su amigo. —Ya lo he superado, y tú deberías hacer lo mismo.

—Puede —comentó Baekhyun

—Hola, señores —dijo Jongin al llegar junto a ellos. Les alargó un envase de cartón con tres vasos de café, y añadió: —Les he traído algo para ayudarlos con el proceso de selección.

Baekhyun tomó uno de los vasos, y al ver el logotipo del Espresso Grind, la empresa de Kyuhyun, comentó:

—Prefiero Starbucks, pero supongo que tendré que conformarme.

—Genial —dijo Jongin. —Hola, Baekhyun. Hacía mucho que no te veía.

—Sí, es verdad —dijo él. Se levantó de su silla, y gracias a sus botas negras, quedó casi a la misma altura que Jongin. —¿Qué tal te va?.

—Muy bien.

—Tengo entendido que tú estás al mando —comentó Barkhyun.

—Sí.

Baekhyun tomó un sorbo de café, y comentó:

—Cada vez que entro en uno de tus locales, me acuerdo de la vez que te vi desnudo y me entra la risa —sin más, se alejó de ellos.

Kyungsoo cerró los ojos e hizo una mueca. Su amigo los había pillado una vez haciendo el amor, y después de salir apresuradamente, se había quedado tras la puerta cerrada, quejándose de la gente que no tenía el detalle de hacer algún ruido para que el resto del mundo pudiera saber lo que pasaba y no entrar sin avisar.

Jongin se sentó en el asiento que acababa de quedar libre, y tomó uno de los cafés restantes.

—¿De verdad le necesitas? —preguntó a Baekhyun.

—Lo siento, pero sí. Es muy bueno en su trabajo, y me cuida las espaldas —además,Baekhyun podría quitarle algo de presión conforme fuera avanzando el embarazo. —Nos hemos convertido en un equipo.

—Genial —susurró Jongin no muy convencido.

—Sólo vas a estar aquí durante cuatro meses —le recordó Kyungsoo. —No va a ser tan horrible.

—Estamos hablando de Baekhyun, así que puede ser un desastre.

—No para nuestro terrible y todopoderoso gerente —se burló Kyungsoo.

—No creo detectar suficiente reverencia en tu voz. Éste es mi restaurante, y mientras esté aquí, soy un dios —bromeó Jongin.

—Debo de haberme perdido esa circular, ¿podrías volver a mandármela?.

—Yo mismo te traeré una copia —Jongin recorrió el comedor con la mirada, y le preguntó: —¿Qué te parece?.

—No está mal.

—¿Que no está mal?, ¿sabes cuánto nos está costando? —chilló Jongin.

—No, y me trae sin cuidado. La parte delantera del local es cosa tuya.

—No has cambiado en nada. ¿Qué pasará cuando abras tu propio restaurante?, entonces sí que tendrás que ocuparte de todo.

—Me las arreglaré, Baekhyun tiene muy buen gusto.

—¿Estás seguro de que no querrá hacer una especie de sex shop? —se burló Jongin.

Tras pensarlo durante unos segundos, Jongin dijo:

—Tienes razón, será mejor que hable con Sehun Seguro que alguna de sus ex parejas es decorador de interiores.

—Eso si recuerda cuál de ellos es, claro —comentó Jongin.

—Otra vez tienes razón. Vaya, esta mañana estás en racha —se burló Kyungsoo.

Jongin tomó un sorbo de café, y contestó:

—¿Y desde cuándo estás tú ocurrente?.

—Desde hace ciento cuarenta y tres días, hubo un boletín especial en los noticiarios.

—Me lo perdí.

—Supongo que estará con la circular donde pone que eres un dios —indicó Kyungsoo.

Jongin sonrió, y Kyungsoo le devolvió el gesto. Aunque le apetecía seguir bromeando con él, sabía que era mucho mejor que mantuvieran una relación estrictamente profesional.

En el pasado, habían empezado charlando animadamente y las cosas se habían ido volviendo más peligrosas con cada segundo que pasaba, y a pesar de que ya se sentía completamente inmune a Jongin, no quería correr ningún riesgo.

—Llevas algún tiempo fuera del negocio, ¿cómo te sientes al volver? —preguntó Kyungsoo.

—Bastante bien, es algo que me resulta muy familiar. Creía que no lo echaría de menos, pero dirigir un restaurante tiene algo especial. Todo cambia constantemente, y cada hora, cada día, es diferente. El tiempo es siempre el enemigo, y la siguiente crisis está a la vuelta de la esquina.

—Parece que realmente lo has echado de menos —comentó Kyungsoo.

—A lo mejor.

—Espero que recuerdes lo bastante para conseguir que tu mitad del local funcione.

—Tu fe en mí es conmovedora —dijo Jongin.

Jongin lo vio echarse un poco hacia atrás, como si quisiera alejarse de él, y supo lo que estaba pensando como si lo hubiera dicho en voz alta: que había sido él quien no había tenido fe en Kyungsoo. Aquello no era cierto, pero sabía que Kyungsoo no le creería.

Con sus esfuerzos por protegerlo de Danbi, lo único que había conseguido había sido agrandar el abismo de un matrimonio que se estaba desmoronando. Pero todo aquello pertenecía ya al pasado, así que lo mejor era olvidarlo.

kyungsoo sacó una carpeta de una mochila bastante estropeada, y dijo:

—Aquí tienes algunos menús de degustación. He marcado los platos que quiero servir en la gran fiesta de inauguración, y he puesto un interrogante junto a todos aquellos que no estoy seguro de poder servir ese día en concreto. Los inventarios cambian con mucha rapidez, y mis proveedores no pueden confirmarme si tendrán las piezas más exóticas hasta el mismo día de la fiesta.

—Ah, sí, los infames proveedores que prácticamente viven en el mar —dijo Jongin, mientras tomaba las hojas de papel.

—A veces se disfrazan de pez —bromeó Kyungsoo.

—Eso sí que me gustaría verlo.

Jongin se echó a reír, y el sonido pareció bañar a Jongin en una oleada inesperada de calidez. Sintió que lo cubría y que lo excitaba, y se quedó de piedra. Ni siquiera pensaba plantearse algo así, porque nunca volvía sobre sus pasos en lo concerniente a sus relaciones personales. Kyungsoo y él eran compañeros de trabajo, nada más.

Sin embargo, mientras se decía a sí mismo que tenía que controlarse, sintió que lo recorría una ráfaga de energía sexual, y fue más que consciente del humor que brillaba en los ojos de Kyungsoo, y de la textura casi luminosa de su piel. Se dijo que el primero era porque se estaba riendo de una broma suya y que la segunda se debía a la buena iluminación del restaurante, pero ni siquiera él se lo creyó.

—¿Me estás escuchando? —le preguntó Kyungsoo.

—Sí. Los especiales de pescado dependen de la gente del mar.

—No, te estaba diciendo que voy a ir creando mis especiales poco a poco, porque no quiero meter un montón de platos nuevos en el menú de golpe. Los iré añadiendo cuando el local empiece a funcionar. Además, también he estado trabajando en un menú personal; hay pescado de temporada que sólo está disponible en ciertas épocas del año, así que podré ir jugando en base a eso. Y lo mismo con otros productos.

—Fruta en verano, sopa en invierno —dijo Jongin.

—Bueno, me gustaría pensar que mi imaginación va un poco más allá, pero sí, ésa es la idea.

Jongin le echó un vistazo al menú, y vio que contenía los platos básicos, como pescado a la plancha y al vapor, sopas, ensaladas y diversos acompañamientos. Al recordar su puré de patatas con ajo, se le hizo la boca agua. Le ponía algún ingrediente secreto, que ni siquiera le había revelado a él.

—¿Pasteles de maíz? —dijo, al leer el listado de especiales. —Creía que íbamos a especializarnos en cocina del norte, ¿no son algo típico del sur?.

—Depende de cómo se preparen —respondió Kyungsoo.

Jongin sacudió la cabeza al leer otro punto.

—¿Patatas fritas con pescado?, ¿crees que es una buena idea?. Queremos crear un establecimiento con platos selectos, no un local de comida rápida junto al muelle.

—Oye, ¿te parezco enfadado?. No sé si sabes que me estás tocando bastante las narices. Tú querías un menú especial, ¿no? —comentó Kyungsoo.

—Sí, pero...

—Me contrataste para que consiga que la comida sea una experiencia especial para nuestros clientes, ¿no?.

—Sí, pero...

—A lo mejor podrías dejarme hacer mi trabajo antes de empezar a quejarte —le dijo Kyungsoo.

—Kyungsoo —dijo Jongin, con voz suave pero firme. —Yo tengo la decisión final en lo referente al menú, está en el contrato.

Jogin casi pudo oír el rechinar de sus dientes.

—Muy bien, marca todo lo que te parezca objetable y vuelve en dos días. Organizaré una degustación, y podrás probar todos los platos que no te hayan convencido. Estaré en la cocina y podrás arrastrarte hasta mí suplicando mi perdón, y después nunca, jamás volverás a cuestionar mis selecciones en los menús.

Jongin soltó una carcajada.

—No pienso arrastrarme y seguiré cuestionando todo lo que me venga en gana, pero lo de la degustación me parece bien —sacó su celular, y le preguntó: —¿A qué hora quedamos?.

—A las tres.

—Perfecto. Si no me impresionas, yo decidiré lo que entra en el menú, claro.

—Cuando se congele el infierno —respondió Kyungsoo.

—Según he oído, ha empezado a hacer bastante frío por allí abajo.

Jongin sonrió al oír que mascullaba algo entre dientes que no alcanzó a entender. Le gustaba el hecho de que Kyungsoo se hubiera endurecido en los años que llevaban separados, ya que así no tendría problemas para controlar al personal de la cocina.

En ese momento, recordó que Danbi le había comentado que Kyungsoo había apuñalado a alguien, y aunque estaba deseando oír la historia, decidió que no era el momento adecuado. Volvió a mirar el menú, y comentó:

—Deberíamos acordar el precio de los platos en los que estamos de acuerdo, sospecho que vamos a discutir sobre el tema.

—Aquí tengo detallados los costes —dijo Kyungsoo.

Sacó varias hojas más de papel, y fueron calculando la cantidad aproximada en cada plato y lo que costaba prepararlo. Calcularon los costes totales, que abarcaban la elaboración, el servicio y los gastos fijos del establecimiento, haciendo una estimación del total de clientes que podrían tener por noche y dividiendo esa cifra entre los costes que se generaban por día.

—Tus raciones son demasiado grandes, tendríamos que cobrar demasiado —comentó Jongin.

—Es preferible a que se vayan con hambre y tengan que pararse en una hamburguesería de camino a casa.

Jongin se preparó para la batalla que se avecinaba.

—¿Quién necesita trescientos gramos de mero?.

—El pescado es muy diferente a la carne, una ración de cien gramos no es normal —dijo Kyungsoo.

—Estamos hablando de un producto de mucha calidad.

Kyungsoo empezó a golpetear con el lápiz en la mesa, y comentó:

—Caramba, y yo que pensaba que éste iba a ser un restaurante de calidad. ¿Es que estaba equivocado?.

Antes de que Jongin pudiera contestar, Baekhyun entró en el comedor con un tipo al que no reconoció. El amigo de Kyungsoo se quedó un poco atrás, señaló al recién llegado y, sin decir palabra, vocalizó claramente:

—¡Lo quiero!.

Jongin soltó un gemido.

—Es el repartidor de los vinos, ¿quién va a hacer el pedido? —dijo Baekhyun en voz alta.

—Yo —contestaron Kyungsoo y Jonigin al unísono.

❈~❈❈~❈

El miércoles, Jongin entró en el bar deportivo de la familia poco después de las nueve de la noche. El local se había despejado un poco al acabar el último partido, y ya sólo quedaban los habituales clientes y unos cuantos ejecutivos que no querían volver a casa.
Su hermano Sehun estaba detrás de la barra, con un auditorio de una docena de personas entre hombres y mujeres que le escuchaban y se reían mientras le invitaban abiertamente a sus respectivas camas. O quizás no tan respectivas, con Sehun nunca se sabía.

Su hermano siempre había sido así, pensó Jongin con una sonrisa, antes de saludarle con la mano y de ir hacia una mesa que había en un rincón.

En el instituto, Sehun había tenido un montón de chicos interesados en él; algunos se habían sentido atraídos por el hecho de que era el lanzador del equipo de béisbol, y otros por el hecho de que era un Kim. A los hermanos de su familia nunca les faltaba compañía.

Al acercarse a la mesa, vio que su hermana, Sulli, ya estaba sentada allí. Tenía una cerveza delante, y por su expresión ultrajada, estaba claro que ya se había enterado de lo que pasaba.

—Hola, peque. ¿Qué tal te va? —le preguntó Jongin, al sentarse junto a ella.

—¿Tú qué crees?, estoy intentando sacarme el cuchillo que me han clavado en la espalda.

Si hubieran sido pequeños, le habría hecho cosquillas hasta que se rindiera y después la habría abrazado para que se desahogara llorando; sin embargo, ya no tenía esa opción, y Jongin no supo qué hacer para que se sintiera mejor.

—Hola, Jongin.

Jongin levantó la mirada, y vio que se le acercaba Suzy, una de las camareras.

—¿Lo de siempre? —le preguntó ella.

Jongin asintió.

—Sulli ha pedido unos nachos, ¿traigo para dos?.

—Que sea para tres, Sehun vendrá enseguida —respondió Sulli.

—En marcha —respondió Suzy.

Cuando la camarera se volvió, Jongin vio en primer plano su redondeado trasero en los ajustados pantalones cortos que llevaba. Sólo Sehun podía conseguir que sus empleadas llevaran pantalones cortos y camisetas escotadas en invierno.

Se volvió hacia su hermana y se inclinó para darle un beso en la mejilla, pero ella se apartó y sus ojos marrones lo miraron acusadores.

—¿Cómo has podido hacerlo? —le preguntó Sulli.

—Maldita sea, Sulli, no me quedó otra opción. Sabes que no tengo ningún interés en volver al negocio y que no quiero trabajar para Danbi, pero si no aceptaba el empleo, el restaurante se habría ido al garete. Ninguno de nosotros quiere que eso pase.

—¡Ja!. ¿A ti qué más te da?, estabas deseando largarte —dijo su hermana.

—A mí me da lo mismo —le dijo Jongin con voz suave. —Pero a ti sí que te importa. Sehun se ha metido en el negocio, y puede que Chanyeol quiera involucrarse también cuando se retire de los marines.

Sulli tomó su cerveza, y dijo:

—Eres muy convincente, pero no has mencionado a los niños. Al fin y al cabo, todos querríamos que nuestros hijos heredaran la compañía en el futuro... aunque de momento ninguno de nosotros haya tenido descendencia. No me veo con niños en un futuro próximo y soy la única que está casada, pero la posibilidad no se puede descartar; al fin y al cabo, uno de ustedes podría meter la pata y tener un hijo con cualquiera, y entonces tendríamos otra generación en el negocio familiar.

Jongin sabía que no podía culparla por la amargura que revelaban sus palabras, pero irónicamente, lo que su hermana acababa de decir había dado de lleno en la diana, aunque Sulli no lo supiera.

Jongin había dejado embarazada a una chica y había tenido una hija diecisiete años atrás, pero Danbi era la única de la familia que lo sabía. Al pensar en So Min, se preguntó si alguna vez estaría interesada en meterse en el negocio familiar, aunque ella no se considerara una Kim. Sabía que era adoptada, pero no parecía sentir ninguna curiosidad por sus padres biológicos.

—No voy a centrar mi vida laboral en el Mom House —le dijo Jongin, antes de darle las gracias a Suzy por llevarle su cerveza. —Lo dejaré dentro de cuatro meses, y no tengo ningún interés en dirigir la compañía.

—Pues es una lástima, porque Danbi te la daría en bandeja de plata —comentó Sulli, mientras se apartaba unos mechones de su pelo corto y oscuro y se los colocaba detrás de la oreja. —Es una mujer muy poderosa, y lo más normal sería que respetara el hecho de que yo sea igual de ambiciosa... aunque menos perversa, claro... pero le trae sin cuidado.

Antes de que a Jongin se le ocurriera una respuesta adecuada, Sehun apareció junto a ellos.

—Hola, chicos... perdón, chico y chica.

—Tú ya lo sabías, ¿verdad? —le dijo Sulli, fulminándolo con la mirada.

—¿El qué? —le preguntó Sehun con expresión de inocencia, mientras se sentaba a su lado y la rodeaba con un brazo. —¿Que soy el hermano más guapo?. La verdad es que la competencia no es demasiado dura.

—Un día, tu ego va a desplomarse sobre la tierra y te va a aplastar como al bicho insignificante que eres —le dijo Jongin.

—Lo dudo. Mi ramillete de fans enamorados me protegería —aseguró Sehun.

—En eso tienes razón —le contestó Jongin, con una enorme sonrisa.

—Pues claro —dijo Sulli. Se zafó del brazo de Sehun, y le dijo: —Sabías que Jongin iba a ocuparse del Mom House, ¿verdad?.

—Sí, claro. Me lo comentó Kyungsoo, cuando vino a decirme que le había ofrecido el puesto de chef ejecutivo.

Jongin hizo una mueca cuando Sulli golpeó la mesa con las manos.

—¿Por qué siempre soy la última en enterarse de todo?, ¿es que les cuesta tanto mantenerme informada de lo que pasa?.

—¿Por qué te importa tanto quién es el chef? —le preguntó Sehun. —Al fin y al cabo, no es tu restaurante.

Jongin fulminó a su hermano con la mirada.

—Cierra el pico —Jongin se volvió hacia Sulli y le dijo: —Iba a decírtelo esta noche.

—¿De verdad has contratado a tu ex esposo para que cocine en tu restaurante? —le preguntó su hermana, asombrada.

—Es bueno, lo bastante conocido como para atraer a la clientela, y estaba disponible.

—Genial —murmuró su hermana. —Al menos es bastante tarde, así que no creo que el día pueda empeorar mucho más.

Jongin no supo qué decir. Era injusto que, en lo concerniente al negocio familiar, Sulli siempre tuviera las de perder.

—Kyungsoo es un chef fantástico, conseguirá que el viejo local se convierta en todo un éxito —comentó Sehun. —¿No es eso lo que quieres?, tú eres la que está tan interesada en que la compañía siga adelante.

—No se trata de eso —dijo Sulli.

Jongin miró a su hermana. Su tensión era patente, y era obvio que no estaba nada contenta. Quizás fuera porque él era el mayor y ella la más pequeña, o simplemente porque era la única chica, pero siempre había cuidado de ella. Nadie molestaba a Sulli sin pasar antes por encima de él, y lo mismo podía decirse del resto de sus hermanos.

Pero ella ya no era una niña, y Jongin ya no podía protegerla del resto del mundo.

—¿Qué tal te van las cosas? —le preguntó.

—Bien, la nueva selección baja en calorías funciona de maravilla. Los niños pueden devorar las hamburguesas, mientras sus madres siguen con su dieta —respondió Sulli..

No parecía demasiado entusiasmada, aunque era comprensible. Sulli había hecho un máster en gestión de restaurantes, y había vuelto a Seattle dispuesta a ir ascendiendo en la empresa; sin embargo, en vez de darle un puesto en el Mom House o en el Bourbon, el asador de la familia, Danbi la había enviado a la ciudad de Tukwila, para que trabajara en la hamburguesería.

Había empezado como maître, después había pasado a encargarse de las frituras y hacía dos años que había ascendido a gerente, pero a pesar de lo duro que trabajaba y de todas las veces que había hablado con Danbi, la vieja se negaba a trasladarla.

—Permites que te afecte —le dijo Sehun. —Si el negocio te trajera sin cuidado, ella no podría herirte.

—Eso es imposible para mí —se limitó a decir Sulli.

Jongin sabía que lo decía muy en serio. Su hermana no tenía elección, porque el negocio era primordial para ella; a pesar de todo, era una Kim hasta la médula. Con Danbi interponiéndose en su camino, sus opciones eran aguantar y esperar a que su abuela finalmente cambiara de opinión, o dejarlo todo y buscarse otras metas.

Le rodeó el cuello con un brazo, la acercó hacia sí y le dio un beso en la cabeza.

—La vida es muy injusta —comentó Jongin.

—Dímelo a mí —Sulli se incorporó, y levantó su cerveza. —Vamos a cambiar de tema. Por Chanyeol. Que siga bien y vuelva a casa con nosotros.

Bebieron a la salud de su hermano, que estaba con los marines en Afganistán.

—Al menos, estaremos todos juntos la próxima vez que le den un permiso —añadió Sulli.

—Es verdad, organizaremos algo especial —comentó Jongin.

—Oh, venga ya, como si les gustara tanto organizar fiestas —dijo Sulli. —Saben que al final seré yo quien tenga que ocuparse de organizado todo.

Sehun miró a Jongin, y le preguntó:

—¿Cuándo se ha vuelto tan mandona?.

—Hace un par de años.

—Sigo siendo más grande que tú —le dijo Sehun a su hermana.

Con una sonrisa, ella contestó:

—Sí, muchachote, pero te enseñaron que nunca hay que pegarle a una chica, ni siquiera a tu hermana, así que no puedes hacerme nada.

❈~❈❈~❈

Jongin estaba sentado en el comedor del Mom House, esperando. En el momento justo, la puerta de la cocina se abrió y apareció Kyungsoo, vestido con unos pantalones a cuadros, y una chaqueta de cocina con manga de tres cuartos. Un pañuelo azul mantenía su cabello apartado de su cara.

Pero en vez de una bandeja con una selección de comida, lo que llevaba era un solo plato, y Jongin frunció el ceño cuando le puso delante las patatas fritas con pescado.

—Éste no es el único plato al que le puse objeciones, también quiero probar los otros —le dijo Jongin.

—Primero prueba éste —contestó Kyungsoo, sin molestarse en ocultar la seguridad que sentía. —Pruébalo y llora. Voy a apartarme un poco, para que puedas venir arrastrándote hacia mí.

Sí, claro. Le había servido patatas fritas con pescado, tampoco era nada del otro mundo. Aunque Jongin tuvo que admitir que la presentación estaba muy lograda. El plato oval color crema contenía tres piezas de pescado, unas patatas fritas y una colorida ensalada de col sobre una hoja de la misma planta.

—¿Lleva vinagre de malta? —le preguntó Jongin.

—Claro que no —contestó Kyungsoo.

—Puede que los clientes lo pidan.

—No después de probar el pescado, pero dejaré que se lo pongan a las patatas fritas.

—Qué amable. ¿Vas a poner un cartel para explicarlo? —preguntó Jongin.

—Había pensado en ponerlo en el menú —dijo Kyungsoo, con una sonrisa. —Podría poner un asterisco junto al nombre del plato, y explicar las normas en una pequeña nota a pie de página.

A Jongin le molestó un poco su seguridad en sí mismo. Cortó un trozo de pescado, y se lo llevó a la boca.

Tenía un rebozado crujiente, tal y como había esperado, pero no resultaba demasiado duro. Mientras masticaba, los distintos sabores parecieron estallar en su boca. El pescado estaba en su punto, y tenía un cierto regusto especiado... no, era más dulce que picante.

Jongin tomó otro bocado, para intentar descubrir qué era lo que le había echado al rebozado. ¿Sería alguna especia tailandesa? No, más bien parecían chiles... ¿y qué era aquel sabor tan sutil?

Soltó un juramento para sus adentros. Aquello era mejor que bueno, era casi adictivo, y tuvo que obligarse a dejar a un lado el pescado en vez de devorarlo. De forma deliberada, se centró en las patatas. Su corte en forma de pajita les daba un aire elegante, y era obvio que estaban sazonadas. Mordió una... crujiente por fuera, pero blanda por dentro, y las especias añadían un toque fantástico.

Jongin pasó a la ensalada de col, y tuvo que rendirse. Tendría que haberlo sabido, porque a Kyungsoo le encantaba experimentar hasta que encontraba la mezcla justa de especias. Sin duda, llevaba meses trabajando en aquellas recetas.

Levantó la mirada hacia Kyungsoo. Estaba apartado a un lado, con los brazos cruzados y expresión paciente.

—Tú ganas, está buenísimo —le dijo, con un suspiro. —No sé lo que le has puesto al rebozado del pescado...

—No voy a decírtelo, es un secreto del chef —le interrumpió Kyungsoo, sonriendo con satisfacción.

—Lo suponía. Ponlo en el menú, junto con los otros platos que puse en duda.

La sonrisa de Kyungsoo se volvió engreída.

—Ya lo he hecho.Baekhyun envió el pedido a la imprenta esta mañana.







Lamentó tardar tanto en actualizar si soy mala persona por hacer esperar. Andaba de remodelación en mi casa además que mi hermano mayor y su familia se fue al fin vuelvo a tener cuarto propio tenía que ponerlo de nuevo a mi gusto ejejeje.

En otros temas ...

¿Ya vieron 2NE1 GOODBYE? yo estoy que lloro (enrealidad llore y mami me dijo pende** ) es el grupo femenino que mas me gustaba enserio era el único que seguía. ¿Les gusto?

Hasta la proxima MUAXXX!! - beso con baba- (?) 



Azúcar AmargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora