6 de Enero, 2014.

308 18 3
                                    

Día 6 de Enero, 2014.

Estaba bajando las escaleras de mi casa que daban directamente a la calle, con mi enorme maleta en las manos. Pesaba lo bastante como para que me fuera muy difícil aguantar su peso y andar con ella. Pero lo más difícil fue cuando tuve que levantarla más para poder meterla en el maletero del coche de mi tía. Con mucho esfuerzo lo hice, solté un suspiro de alivio, cerré el maletero y me metí dentro del coche. Mis padres y mi tía no tardaron en llegar, y me despedí de ellos detrás de la ventanilla del coche sin decir nada, sólo con la mano, mirándoles con una sonrisa muy forzada. Estaba molesta, porque no me iban a llevar a Japón con ellos. Yo era una niña muy interesada en ver el mundo, fuera de Estados Unidos. Estoy segura de que a mis padres les dolía no poder llevarme, ¿pero qué iba a saber yo?

Suspiré bajando la mirada, a mis pies. Mi tía me miró con compasión y me dijo que intentara dormir un poco mientras ella conducía, e hice caso omiso, prestándome al mundo de los sueños y a donde me pudieran llevar.

‧‧‧

Me despierto en una casa, sentada en el sofá. No recuerdo cómo he llegado aquí. Todo se ve borroso, y cuando intento caminar o correr, lo hago despacio. Muy despacio, tanto que me irrita. Intento hablar, pero las palabras no salen de mi boca. Me siento impotente.

Cojo una mochila sin estampado, es lisa, oscura. Salgo de la casa —la cual no he visto en mi vida— y recorro un camino que no conozco, pero aún así, sigo, es un instinto. Las casas del barrio son idénticas, lo único en que se diferencian es en el color de sus tejados. Llego a un instituto, hay varias personas alrededor. Todas andan en grupos, hablando y riendo, me hacen sentir sola y pequeña. Entro al edificio, un chico anda a mi lado. Me está hablando pero no consigo oirle. Sólo oigo silencio. No le conozco de nada. Parece mi amigo, así que actúo con indiferencia, no me separo. Tampoco es que pueda decir algo...

De repente, negrura. No veo nada.

El escenario cambia.

El edifio se marchita. La pintura de las paredes se despega. Todo es gris. La estructura cambia totalmente, ya no es un instituto. Me doy cuenta entonces de que estoy en un sueño. Ya no me siento perdida, pero estoy aterrorizada. El edificio es horrible, y parece que fue testigo de un incendio hace muchos años. Algo me habla entre el silencio. Es una voz profunda, grave, a la vez que terrorífica.

"Encuentra... las... " Me ordena. Sé que se refiere a las notas que me tienen tan obsesionada.

Hago caso omiso e investigo lo que encuentro.

Negrura de nuevo.

Escucho varias risas. Es intimidante. Es como un loco en mi cabeza, la cual no tarda en dolerme. Siento que voy a explotar.

Las risas no cesan, son varias, son de muchas personas. No sé cuántas, pero juraría que son miles. Quiero gritar, pero nada sale de mis cuerdas vocales.

Estoy al borde de abrir los ojos para acabar con ésta pesadilla, pero algo me lo impide. La voz grave habla de nuevo.

"Espera"

Miro por todos lados, pero todo está negro y no puedo distinguir nada. Empiezo a correr sin dirección alguna, algo me está persiguiendo.

"Tienes que... ver algo más."

No quiero verlo, pero es costoso abrir los párpados. No sé por dónde ir, estoy perdida. Algo me agarra de la sudadera y me arrastra hacia atrás. Después de intentar zafarme por lo que a mí me parece un tiempo eterno, no consigo nada. Sin embargo no quiero que me lleven, así que no me rindo. Poco a poco se hace la luz. Aparecen árboles. Suelo, el cual es tierra, un cielo azul, y varios bichos cantando. Mis pies están dejando un rastro en la tierra, ¿alguien lo verá y me salvará?

Slender: Don't go in the woodsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora