Carta 4

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02 de julio del 2016

Hey Alejandro:

Algo increíble paso durante el día de hoy.
Yo estaba aburrida en clase de matemáticas porque, como pronto sabrás, soy muy buena en esa materia, amo las matemáticas.
Como decía, estaba aburrida ya que la maestra no dejaba de repetir el mismo tema durante semanas porque mis compañeros no lo entendían y sinceramente ya estaba harta de ese tema así que ella me dejó salir para que no estuviera más aburrida. Salí de mi salón y me senté en esa banca donde puedo ver directamente la segunda planta justo donde se encuentra tu aula. Mientras miraba por la ventana intentando buscarte, saliste asomandote por esta, como si te hubiera llamado telepaticamente o simplemente hubieras sentido mi deseo de verte.
Cuando saliste hacia afuera miraste hacia donde yo estaba, en ese momento quise salir corriendo por la vergüenza que me invadida, me habías descubierto mirandote, más sin embargo me sorprendió lo que hiciste, guiñaste tu ojo y te fuiste fuera de mi alcance de vista.
Justo en ese momento pensé que te había espantado, estaba decidida a irme cuando sentí una mano en mi hombro, voltee llevandome una grata sorpresa, eras tu.

– Hola de nuevo, Amanda, ¿cierto? – me preguntaste con una sonrisa.

– S-si – conteste un poco tímida.

– No te pongas nerviosa, ¿acaso nunca has hablado con un chico? – me preguntaste dudoso.

– Claro que lo he hecho, solo me parece extraño hablar contigo – conteste.

– Pues vete acostumbrando, porque nos veremos muy seguido – dicho esto te fuiste dejándome en aquella banca pensando en tus palabras.
Mi emoción fue inmensa, no sabes cuánto me alegro de tus últimas palabras antes de irte, estoy segura que eso era una promesa. Nuestra pequeña promesa.
Estoy ansiosa por hablar contigo de nuevo, la próxima vez nuestra comunicación será más, es una promesa.
Con ilusión,

Amanda.

Por siempre tuya, AmandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora