Ese día, la música hizo un agujero en mi corazón que nunca pude llenar. Pasé horas memorizando una partitura, pero era inservible, no había nacido para eso. Cuando me dieron a escoger entre clases extra curriculares pensé directamente en algo relacionado a la escritura, a final de cuentas era lo que se me daba mejor y de eso nadie dudaba, sin embargo todo estaba lleno. Periódico escolar, traducción, inglés, creación literaria, todos los cupos estaban ocupados y sólo quedaban dos: grupo de algoritmos matemáticos y música. Odiaba las matemáticas con todo mi ser, por lo que terminé escogiendo música, la cual para mí, en ese entonces, era inservible.Pensé que aprender un instrumento sería sencillo, se veía muy fácil en los videos musicales, pero bastaba con verme practicar para darse cuenta de que no lo era. Las notas salían de mi cabeza tan pronto entraban y nivelarme era muy complicado. Cuando el presidente del grupo dijo que sólo éramos cuatro en la clase me sentí aliviada, de igual forma no los veía muy seguido. Uno de ellos estaba en la misma clase que yo, el presidente un año más arriba y otro estaba a punto de graduarse.
El sonido de pasos aproximándose a la habitación me sacó de mis pensamientos y rápidamente regresé mi vista a la partitura. "Está lista la comida", escuché decir desde el otro lado de la puerta. Ni siquiera contesté. Escuché cómo los pies se alejaban hasta que el ruido desapareció en la escalera.
Antes de levantarme, miré el piano desde mi cama, siempre cerrado y con cosas encima. Le tenía odio, pero de vez en cuando ese odio se convertía en ansias de tocarlo y luego esas ansias se convertían en frustración por no tener manos hábiles, y esa frustración hacía el odio más grande.
El presidente del club decía que era cuestión de práctica, que a todos les costó trabajo, pero paciencia era una cualidad con la que no había nacido. Por la misma razón me decía que debía prepararme por separado antes de entrar al club regularmente, sin embargo todos eran muy buenos y me sentía fuera de lugar, así que cuando no había nadie en la sala, entraba a tocar el piano de cola con la esperanza de que algo me motivara. Nada.
Saqué una bolsa de ropa sucia de la habitación, hice una parada en la cocina y salí mientras comía. Hacía frío y estaba nublado, era mi tipo de día favorito, el tipo de clima que todos odiaban pero que a mí me hacía sentir cómoda. Me coloqué los audífonos y puse la música a tope mientras caminaba a la lavandería, me enterraba más en mi suéter, siempre más grande de lo que debería, y miraba el cielo gris con nostalgia. Al llegar al sitio, me perdí en la armonía y en la espiral que formaba la ropa en las lavadoras.
El medio día estaba a punto de hacerse noche y el humo se deshacía en frente de mí. Tenía las manos frías y el pan se había acabado. Añoré el tiempo de silencio en mi cama y el sonido de las hojas golpear la ventana de mi habitación. El camino de regreso a casa se hizo más largo y frío de lo que acostumbraba, me había aclimatado al calor de las secadoras, porque el calor humano era difícil de sentir en ese tiempo.
Me había acostumbrado al hielo que despedían las palabras de la gente al hablar, al acero de sus gestos y al vacío de sus expresiones, tanto que ya no tenían mayor efecto en mí más que convertirme en eso que criticaba.
Conocía a poca gente en el lugar, por lo general comía sola, no me dirigían la palabra. Las cosas jamás cambiaron hasta que llegó el momento de escoger actividad extra. Esa música que tanto odiaba se convirtió en mi compañera en la soledad de mi habitación, de esas que nunca olvidas. La música fue la ayuda que nunca pedí y eso me sofocaba.
Una ventisca helada traspasó mi suéter. Por obra del destino o alguna fuerza desconocida, desviando la mirada del suelo, vi pasar a mi lado al chico del piano. Su piel blanca contrastaba con su cabello color azabache, sus ojos de un oscuro profundo velaban algo misterioso que yo nunca pude descifrar.

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Sky-colored Symphony
Fanfiction«Tal vez, si no te hubieses ido, el cielo no habría cambiado de color». Mi mundo ha estado rodeado por los chicos que quería conocer en las circunstancias en las que no quería estar. En mis últimos años de colegio no me esperaba hablar con el pianis...