DOPE

F O U R

matty miró hacia ambos costados, percatándose de la risa sonora del más alto y de su novia. ambos estaban pasando un buen rato frente a su rostro, restregando su intensa felicidad. por un mísero segundo se dio un inmenso asco. él debía estar a su lado no ella, él debía hacerle reír no ella. pero todo resultaba tan difícil, que prefirió dejar un par de dólares y salir corriendo de aquel lugar.

—¡hey brooks! —matty gritó extendiendo entre sus delgados dedos un par de dólares.

la pequeña camarera asintió y se acercó para poder cobrar todas las bebidas que el rizado había consumido. o quizá para coquetar con un chico muy atractivo y bastante ardiente.

—la casa invita —sonrió por lo bajo mientras tocaba la cálida piel del mayor.

—no —matty rió—, deja eso de lado y cobra lo que debas —retiró su mano del contacto de la chica y relamió sus labios—. ¡ve! —señaló y ella asintió.

giró su asiento un par de veces colocando su ojos castaños en lo primero que enfocasen, sin embargo, lo único que lograron divisar a la perfección era la hermosa mirada de george, la cual se posaba sobre él con demasiada insistencia. su estómago dio vueltas momentáneas, giró una vez más su banquillo para retomar su lugar y dejar de mirar la mirada tan penetrante del más alto.

—ten —la chica murmuró colocando el cambio y un papelillo blanco en la palma de su mano.

—¿esto es? —el rizado tomó el papel entre sus dedos.

—mi número —enroscó su cabello rubio en su índice para darle más sentido a su coqueteo.

—no quiero sonar grosero nena, mucho menos con una chica tan linda como tú, pero, ¿qué te hace creer que te llamaré? —sonrió enmarcando una ceja.

—tal vez cuando necesites una mano —negó haciendo una mueca y comenzó a limpiar la barra por décima vez en la noche.

—si fuese el caso —rió—, sólo necesitaría mi mano y mi imaginación —soltó y la chica rodó sus ojos—. pero no te mentiré, te llamaré cuando lo necesite —asintió y se levantó del banquillo—. nos vemos luego —agitó su mano y caminó a la mesa de los chicos.

sus sentidos se dispararon al momento de colocarse tras el cuerpo de la persona a la cual necesitaba en ese momento, mientras lidiaba con tres miradas más sobre él analizando cada una de sus facciones preocupadas e indecisas por sus acciones.

—adam —llamó en un susurro posando su mano sobre su hombro—. adam ¿podemos hablar? —preguntó tragando saliva y bajando la mirada al suelo.

—claro —el mayor asintió y se levantó de la pequeña silla de madera para encarar al castaño—. ¿qué pasa matty? —interrogó obligándole a mirarlo.

—yo —soltó una bocanada de aire intentando liberar su ansiadas que se mantenía al tope—. quiero disculparme, por el beso y por la manera en la que te traté, no fue lo justo —negó.

—sin resentimientos — adam sonrió negando un par de veces—. sé porqué lo has hecho —relamió sus labios—, no puedo felicitarte pero tampoco quiero ser un maldito dolor de cabeza —lo miró—, conmigo no hables más de esto —se encogió de hombros.

—seguro debo darle una explicación a george por esto —desvío su mirada hacia la mesa colocándola en el cuerpo de george.

—lo harás —llamó su atención.

—pero no ahora, él se ve feliz y no quiero molestarlo —dijo sin más—. nos vemos después, te quiero —se giró y comenzó a caminar.

—¡también te quiero! —adam gritó.

matty salió del local con rapidez para ir a casa, recostarse y evitar que su mente siguiera trabajando alrededor de george; su "mejor amigo" y el sujeto que últimamente le traía problemas a su vida. aunque seguro él era el único problema y debía dejar de culpar al más alto.

—¡espera! —matty escuchó tras él al instante y se detuvo sin pensarlo dos veces—. no te vayas —la respiración de george estaba entrecortada.

—deberías volver a dentro, te necesitan ahí mucho más que acá —giró su dorso y encaró su hermoso rostro iluminado por la lamparilla de luz cálida.

—deberías callarte y dejar de mentir —murmuró y se acercó a él, tomó el  rostro del rizado entre ambas manos y juntó sus labios como ya lo había querido hacer hace horas.

el más bajo permanecía confundido; quería detener la perfecta sincronía de los labios de george, quería golpearlo en la entrepierna, sin embargo, se quedó estático ante lo que tenía en frente y por mucho que quisiera detener la acción y determinar el estado mental de george, se dispuso a enredar sus brazos con delicadeza alrededor del cuello del más alto, atrayendo aún más sus suaves labios.