Impresión

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La campana anunció que terminaba el penúltimo módulo, ya era tarde. Mi aula era un completo desastre, nadie podía guardar un poco de silencio. Me encontraba con mis amigos, los más alocados y aplicados que pudiera encontrar. Siempre decían idioteces y sonreían, no importaba la ocasión. Comencé la conversación con Valentina, una chica bastante bonita de ojos grandes y algo claros, cabello largo y lacio castaño; no pasaba del metro sesenta. Sacó su móvil y me platicaba sobre su amor platónico, como era su costumbre. De un momento a otro se nos unió Gabriela, una chica de la altura de Valentina, ojos grandes y cafés claro, atlética, simpática y muy graciosa; y Liz, una chica bajita, grandes ojos, piel blanca, bonita y de risa extraña; comenzaron a hablar sobre los chicos que les gustaban. Yo solo me limité a prestar atención, ya que conocía de vista a esos chicos.

-Roberto siempre me buscaba cuando tenía novia.- comentó Valentina.

-Ese tipo siempre se ha caracterizado por ser muy mujeriego.- dijo Gabriela.

-¡Pero está muy guapo!- mencionó Liz con tono de enamorada, como era de costumbre.

-Pero el que de verdad está muy guapo es Gustavo- Dijo Valentina con emoción- Es una lástima que sea gay. Erick, ¡vas!

Reí al comentario que se me había hecho. No sabía quién era ese tal Gustavo, pero me intrigó averiguarlo. Supongo que Valentina leyó mis pensamientos, porque pronto me hizo ver la pantalla de su móvil en la que se apreciaba a un chico alto y guapo.

-Se ve lindo.- me limité a decir. Y, aunque conocía las intenciones de mi amiga, no quería nada con nadie, no estaba en mis planes.

-Está muy guapo, tienes que ligártelo.- Me sonrió coqueta.

-De acuerdo.

Fue hasta que el profesor entró al aula cuando tuve espacio para pensar. Aquel chico parecía lindo, pero no era realmente como que esperaba ser su amigo. Sin embargo, seguiría el consejo de mi amiga y trataría de hablarle o algo.

Al terminar la clase, mi grupo de amigos y yo salimos.

-¿Qué hay, compadre?- Me dijo Carlos mientras golpeaba mi brazo de forma amistosa. Carlos es un chico alto, delgado y atlético; no es guapo, pero sí simpático. Es bastante molesto con todos, pero muy buena persona.

-Nada, hombre. Ya quiero llegar a casa.- Contesté, y fue ahí cuando apareció Hugo, al que yo llamaba España, porque ese era su apellido.

-¿Qué hay, mamadillo?- Mencionó España, con ese tono amistoso que tenía con todos. Este es un chico alto, moreno, guapo y de físico envidiable.

Mamadillo; así es como me decían a veces por mi cuerpo delgado, haciendo burla. Pero, como eran mis amigos, no me molestaba en lo absoluto.

-Nada, Justin.- Así es como llamaba a España en forma de burla a Justin Bieber.

Todos nosotros solíamos decir que éramos hermosos y que por eso nos llevábamos bien, si no fuera así ni siquiera nos hablaríamos.

-Vámonos por unas nenas.- Dijo Carlos. Y aunque todos estaban 100% conscientes de mi homosexualidad, no había problema con hacer comentarios como esos, porque sencillamente nos divertíamos.

-Por unas prostitutas de $400- Contestó España.

-Ya dime que quieres tener sida- Mencioné burlesco.

Nos reímos. Y es que así era siempre.

Y como era nuestra costumbre, dejamos a cada uno en sus respectivas paradas de autobuses. Mientras tanto yo seguía dando vueltas al asunto de hablarle a Gustavo o no. El resto del camino a casa me la pasé en silencio, no deseaba hablar.

Cuando llegué a mi hogar, fui directo a tumbarme en mi cama. Y justo cuando me estaba quedando dormido, me llegó un mensaje; "Búscalo como Gustavo Solis". No quería hacerlo, pero la curiosidad por ver y saber más de él me ganó. Fui por mi laptop y una vez que encendió, lo busqué en Facebook. Y sí, era el mismo chico, pero no había nada que despertara algo en mí. Comencé a ver sus fotos, en todas salía muy guapo. No fue hasta

entonces que abrí los ojos de impresión. Junto a Gustavo se encontraba un chico que a mis ojos era bello. La fotografía me mostraba a un chico alto, de piel blanca, con un cabello ondulado y castaño. Una sonrisa impecable de felicidad y un físico notoriamente trabajado. No podía creer aquello, se veía muy guapo. Lo que más me maravilló fue esa luz en sus ojos que logró captar la cámara. Sin más preámbulo revisé los comentarios de la foto para saber su nombre, luego lo supe: Sebastián. 

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