Lluvia

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Cuando terminaron las clases, me quedé con España un rato más porque él quería preguntar algo a un profesor. Me había comentado qué era pero, sinceramente, no había puesto atención alguna. No era como que no me interesara, es sólo que no había querido comentarle nada a nadie sobre el mensaje que me había llegado ese mismo día.

-¿Escuchas algo de lo que te digo?- preguntó España, mirándome un poco molesto.

-Sí...- Respondí.

-Bien, ¿qué es lo que te decía?- Frunció el ceño, sabiendo que me había acorralado contra mi propia mentira.

-Disculpa, no quería ser grosero. No es que no me interese lo que me puedas decir, es sólo que, estoy un poco distraído el día de hoy.- Dije, evitando tener contacto visual ya que me apenaba la situación.

-¿En que tanto piensas? Desde que regresamos a clases te noto así.- Parecía interesado.

-Es una tontería, hasta yo lo pienso así.

-Pues esa "tontería"- hizo con sus dedos una señal de comillas- te mantiene ocupado, así que dime, ¿qué te pasa?- Su comentario sonaba como orden, pero no lo culpaba, me había comportado descortés, puesto que él siempre me escuchaba cuando lo necesitaba.

-Nada, es sólo...- corté unos segundos.- Es solo que hay un chico que me interesa, lo conocí hace poco...

-¿Por qué no me habías comentado nada?

-Lo siento, es una tontería, porque apenas y lo he visto una vez en persona y...

-¿Y?

-No creo que se interese en mí. Ni siquiera estoy seguro de que sea gay. Pero es que hoy recibí un mensaje de él.- De inmediato saqué mi móvil y le mostré la notificación.

El chico se quedó pensando un momento antes de decirme algo.

-No entiendo nada.- Dijo.

Fue entonces cuando comencé a explicarle lo que había sucedido en los últimos días. Pero, con cada palabra, me sentía aún más idiota, porque se trataba de alguien que apenas había visto hace unos días, alguien al que apenas estaba conociendo y al que no pensaba que se fuera a fijar en mí. Y mi mente era un remolino, porque no quería parecer alguien con urgencia de amor; para nada.

En algún punto de mi relato comencé a sentir mis mejillas enrojecerse. España escuchaba atento e interesado.

-Entonces trátalo.- Dijo sin más.

-Pero no me parece tan sencillo, ¿sabes? Y, como dije antes, me siento estúpido porque apenas y lo he conocido en una foto.- Respondí.

-Es que no hay un protocolo o fórmula para estas situaciones; si te llama la atención no tiene nada de malo, no es como que te hayas enamorado o algo, solo te gustó.

-Entiendo... es solo que hace mucho no me sentía así y temo por quedar como un tonto.- Confesé a mi amigo.

-Puede que sí quedes como tonto, pero también existe la posibilidad que las cosas salgan bien.- España lucía animado con sus consejos hacia mi persona.- Aquí es un juego de ganar o perder.

-Tienes razón, pero sigo sintiendo cierta ansiedad con la idea.

España lanzó los ojos en blanco y terminó por decir: "ya sabes lo que tienes que hacer, deja de darle vueltas al asunto.".

Estaba claro que le molestaba mi timidez, o tal vez que no tomaba valor o que no llevaba un buen ritmo, no estaba seguro del qué pero sí de la consecuencia; su frustración.

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