¿Helados?

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Tuve que esperar por lo menos 3 días para recibir su respuesta, pero la obtuve. Contestó con un simple "Hola". Después de eso no sabía qué decir. ¡¿Por qué carajos era tan difícil conocer a alguien que te llama la atención?! Quiero decir, ¿por qué no podía ser más extrovertido como el resto? Me parecía una tortura no saber qué decirle para continuar la conversación, pero antes de que pudiese escribirle algo, él preguntó:

-¿Te conozco?

-No, en realidad, jaja.- Me sentía idiota.

-Oh, está bien, ¿Cómo estás?

-Bien, y tú.

La plática se prolongó un par de horas, hablando de nuestros gustos, y me sentía la persona más triunfante porque, joder, el chico que me llamaba la atención me seguía la conversación; ahí fue que descubrí donde trabajaba, lo cual me sorprendió un poco, porque se trataba de un estudiante de un colegio particular bastante caro, pero no por ello juzgaría.

-Se venden unos helados muy sabrosos, ¿sabes?- El negocio donde laboraba, y del que me comentaba, estaba cerca de mi casa.

-Te juro que nunca he consumido nada de allí, jaja, solo he acompañado a comprar uno a mi hermana, pero, como no me gustan mucho los dulces ni postres, no he probado alguno en su menú.- Dije.

-Deberías venir, te puedo recomendar alguno si quisieras.

Su amabilidad me ponía los pelos de punta. En parte se leía como una invitación para verlo de frente, pero consideraba más que solo eran ilusiones mías, sin embargo, eso no quitaba que era un pretexto para poder verle.

-Si llego a pasar por ahí y te encuentro, lo haré.

-Claro, mis horarios son de 2 de la tarde a 8 de la noche.

-Vale, gracias.

-Bien, te dejo, necesito hacer tarea, adiós.

-Adiós.- Contesté sin más

De verdad que no consolidaba mi emoción con lo que había sucedido. Yo no tenía mucha suerte con los chicos y esta vez conseguí que me hiciera la charla. No tardé en comenzar a textear a Valentina. Debía comentarle aquello que me estuvo exigiendo tanto aquella semana.

-¡No me lo creerás! Acabo de terminar de platicar con el chico del que te hablé hace unos días.

No demoró en contestarme.

-Oh por Dios, ¿qué pasó? Por lo menos dime su nombre.- respondió. Y entonces recordé que ni siquiera se lo había dicho, por eso estaba tan insistente. Me reí solo al darme cuenta de mi estupidez.

-Se llama Sebastián, trabaja por donde vivimos y es muy agradable.- Simplemente no encontraba palabras correctas para describirlo más a fondo, era demasiado confuso, o más bien, difícil. Aunque, en realidad, yo mismo detenía mis pensares porque me sentía idiota, se

trataba de alguien que apenas veía en fotos, mi emoción era bastante absurda a decir verdad.

-Que simple fue eso como para que en un principio haya parecido que te emocionaba.-Su respuesta me hacía mucho sentido.

-Tienes razón, simplemente no quiero armar fiesta solo por hablar con un chico, jaja,-incluso me reí de verdad-pero ahora sé dónde trabaja, e incluso me pasó su horario.

-¡¿Dónde trabaja?!

-En el negocio de helados que está camino a nuestras casas.

-Entonces podríamos ir, solo para que lo veas.-Debo admitir que esa mujer es un amor.

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