▬EL CRIMINAL DEL QUE ME ENAMORÉ ▬PARTE 3.

CAPITULO XII "JARDINES DE MÉXICO"

ENZO

Fui a la terapia, no hice berrinche porque la verdad mi mente estaba en el lugar a dónde Luu me iba a llevar. 

- Estoy muy contento por ésto, Enzo, creo que podrías ir pensando en una silla de ruedas con menos tecnología, así harías ejercicio y fortalecerías esos músculos. 

- Me late la idea, Marco ¿podemos hacer el cambio de una vez?

- Si así lo quieres, claro que si. 

Me sentí alegre conmigo mismo por mi avance, sentía mis brazos muy fuertes, pero me bastaba con mirarme las piernas para deprimirme, no han querido cooperar. Marco volvió con mi silla de ruedas, me hace sentir que estoy progresando, me duché y me vestí como se podría vestir un tipo para salir con una chica, Marco me acompañó afuera y Luu estaba ahí, nerviosa. 

- ¿Una ratona pensativa? - le susurré, en cuánto me miró abrió mucho los ojos. 

- ENZO! TUS MANOS! - brincó unas 20 mil veces antes de lanzarse a mis brazos, y ésta vez, le correspondí con mucha más fuerza el abrazo. 

- Estoy mejorando, ya era justo. 

- Dios, que emoción, tu madre se va a poner muy feliz. 

- Pero será hasta la tarde, estoy listo para la sorpresa. 

- Solo puedo decirte que tu ego se va a alimentar con la cuchara grande después de ésto. 

Luu me llevó hasta su coche, subí con un poco de habilidad que espero en Dios mejore, y estuve ansioso, todo el camino. 

- ¿A donde vamos?

- No te lo diré. 

- ¿Éste es el momento en el que me matas?

- Noupe, - niega - deja de hacerme preguntas, no te voy a responder. 

Me rendí al cabo de 40 minutos de camino, jugueteaba con mis dedos, tragué saliva unas 230 veces antes de mirar a otro lado. 

Miré los letreros y me di cuenta que me estaba llevando al estado de Morelos. ¿qué? 

Tanta fue mi aburrición que me quedé dormido y desperté una vez más cuando Luu me besó la mejilla.

- Ya llegamos, dormilón, arriba, arriba. - hacía mucho calor, es lo único que pude notar de primera intención, después me bajé del coche, Luu me esperaba con la silla de ruedas, miré el lugar, no me es familiar. 

- ¿Qué es acá? - miré mi reloj, son las 5 de la tarde ¿qué hacemos en Morelos a las 5 de la tarde?

- Deja de maquinar, es un jardín, el más grande de por aquí. - sonreí. 

Entramos al lugar y había fuentes y flores por todos lados, elevé las cejas, está bien bonito por acá. 

- Quiero vivir aquí - ambos reímos, Luu me compró una bebida deliciosa de naranja y recorrimos el lugar, era asombroso y entre más avanzabas, era todavía más asombroso. 

- Quiero uno de esos frente a mi ventana - dije señalando el pavo enorme de flores, Luu me besó la frente. 

- Ahora vas a ser caprichoso.

- A mamá le va a encantar, voy a mandar poner uno igual, ya verás. - la comida ni se las menciono, nos metimos a un lugar llamado MAMBOO, donde apreciamos el anochecer, me quedé quieto, mientras miraba mi plato y comía. 

- ¡Te gustó? - asentí para Luu. 

- Está muy bonito acá.

- Me agrada saber que te gustó.

- Me quiero llevar el pavo de flores. - ella rió mientras yo me quedé mirando mi plato como un niño caprichoso. 

- Estás bien loquito. 

- ¿Ya nos iremos a casa? 

- No, ¿quieres irte a casa? 

- No, no, yo podría vivir acá sin problemas.

- Vamos a ir a un evento muy bonito, la obra de teatro MAMMA MÍA. 

- En mi vida he visto una. 

- Nunca es tarde para eso y me alegra que sea conmigo, empezará pronto, ¿nos vamos?

- Si - le dije desinteresado. 

Nos movimos hasta un pequeño puente, Luu estaba nerviosa, entre más nos acercábamos ella estaba más nerviosa, se sentó en la banca cerca del laguito. 

- ¿Te sientes bien?

- Si, solo es que, no sé, estoy loca.

- Vamos ratona, así me gustas.

- ¿De verdad? 

- Si, estás loca, tienes mal genio, eres fresa y gustas de atropellar pobres, pero, tienes algo que no encontré en ninguna otra mujer que haya conocido. 

- Eres bien dulce ¿sabías?

- No es cierto, pero solo porque lo dices tú he de aceptarlo.

- Éste lugar me parece perfecto para muchas cosas, ¿sabes? - encoje los hombros - es una locura ¿qué piensas de la equidad de género?

- Que una dama puede pagar las palomitas si un caballero la invita al cine y no pasa nada. ¿por qué? - dudo que me haya traído hasta acá solo para preguntarme eso. 

- Porque sé que no soy perfecta, tú eres un bobo grosero la mayor parte del tiempo, pero yo también encontré en ti algo que no pude ver en nadie más, eres cálido, valiente, amable cuando quieres y eso me encanta, también tu mal humor, tus ojos bicolor y la forma en la que iluminas el mundo con una sonrisa, eres único, Enzo Cabanni, y quiero que seas único para mi, la he regado un montón contigo, te hice mucho daño y lo acepto, he pensado muchas maneras de compensar mi tontería y la única que encuentro es ésta - elevé un montón las cejas cuando vi que me mostraba un varonil anillo, díganme que es una broma - ¿Quieres casarte conmigo? 

- ¿Qué? 

- Dime que si sino estoy lista para morir, cásate conmigo, Enzo, por favor. - a la mierda, me picó todo el cuerpo, tragué saliva y después me reí.

- ¿De qué te ries?

- No lo sé, estoy nervioso, no esperaba que pidieras mi mano - me reí más, ella también rió después - te amo, y por supuesto que acepto ser tu chico. 

- No, no, mi esposo, mío. 

- De acuerdo, seré tu esposo, aunque, si de algo sirve, yo te lo iba a pedir cuando me recuperara, pero eres vencedora, pasarás a la historia como la chica que le pidió matrimonio a su marido. 

- Te amo, aunque estés medio hueco. 

- Te amo aunque seas una fisgona. - nos besamos, y yo que solo quería llevarme el bendito pavo de flores, ahora me voy con prometida, me siento afeminado, sin embargo, al maldito demonio las reglas, me pidieron y pues ahora me dan. 

- Oye, Luu, una cosa, no me puedo casar contigo pronto, es decir, quiero pasar tiempo en casa, con mamá y mis hermanos, pero tienes mi si, voy a ser tuyo cuando me harte del amor de los Cabanni.

- Dios, santo me haré vieja. - me reí de su drama.

- Eres bien telenovelera, Luu, solo un par de años, ni que me fuera a ir con otra. 

- Te mato.

- Y yo no tengo ninguna necesidad de morir, así que seamos unos prometidos felices. 

- Vale. - nos besamos, me la senté en las piernas, me di un festín con su espalda, la acaricié hasta que me cansé.

- Esas manos funcionan de maravilla señor Cabanni. 

- Poquito - volví a besarla - nada más tantito ¿y si nos vamos detrás del pavo? - rió nerviosa.

- Pervertido. 

- Apretada, ja. - me acomodé la ropa - contigo hace falta pasión. - volvió a reírse.