Capitulo 5 "Vísperas"

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Pasaron los días, estábamos en vísperas de Navidad

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Pasaron los días, estábamos en vísperas de Navidad. No podía dejar de pensar en ella, en esa sensación tan reconfortante y desconocida que me hizo sentir.

Un día pude coincidir un horario donde ella justamente salía de su trabajo, y yo pasaba por dicha avenida. Tomó un taxi con enojo o eso aparentaba su rostro fruncido. Me carcomía la duda de que fue lo que sentí ese día. Una conexión extraña que jamás había sentido con ninguna mujer.

—Burton, ¿me ayudas? —miré a Jeremy ingresar con muchas bolsas de supermercado, con Eduardo trayendo más bolsas y regalos. Me alejé de mis pensamientos y caminé hacia ellos para darles una mano. —Lamento alejarte de tu meditación —lo miré perdido y sonreí con fragilidad —Hace días que estás así.

—Así cómo —dejé las bolsas sobre la barra. 

—Te hablo y apenas escuchas —rasqué mi cabeza y divisé a Eduardo salir del piso.

—Estoy bien, estas fechas son algo difíciles —Jeremy hizo una mueca y asintió disconforme. —¿Cuándo llega tu familia? —cambié de asunto. 

—Tendría que estar llegando —asentí.

—Espero que Francesca no se me tire encima como la vez pasada —mi amigo hizo una sonrisa sarcástica.

—Espero que tú no le hagas juego de miradas e insinuaciones —me regañó. Fruncí mis hombros.

—Soy hombre.

—¿Y? —lo miré con las cejas levantadas por su molestia. —¿Sabes qué? Me da igual, Francesca siempre me avergonzó frente a todos —posé una mano en su hombro.

—Tranquilo, sólo bromeaba —su mirada incendiada se apagó al ver a su madre que ingresó con todas sus maletas. 

—Madre —me tiró una mirada de asombro y caminó a ella para darle un abrazo. Tiré un resoplido y me quedé mirando la situación. A lo lejos divisé a Francesca coqueteando con Santiago, mi otro guardaespaldas. No ha cambiado nada. Rubia, alta, delgada y siempre vestida de etiqueta. Tomé mi vaso de ron y le di un trago largo.

—Vaya, no quiero que te alcoholices y te aproveches de mí —maldición. Esa voz chillona y molesta. Desvié la mirada a ella y sonreí con falsedad.

—Francesca y tu voz tan peculiar —me hizo un juego de cejas y me abrazó con fuerza. 

—Hija por favor, vas a asfixiar a Charlie —espetó Sarah, la madre de Jeremy. Le sonreí y me acerqué para saludarla con dos besos. —Cada vez más guapo —me observó con interés. Siempre quiso que me relacionara con Francesca. Era obvio. Su interés económico era más grande que la felicidad de su hija.

—Madre, te enseñaré el cuarto —Jeremy miró de reojo a su hermana. —Tú también, Francesca —ella puso sus ojos en blanco y lo siguió por detrás. 

Después de cenar y escuchar todas las idioteces que decía esta mujer, me despedí de ellos para irme a mi habitación y encerrarme. Ya no la soportaba más.
Estaba con la portátil terminando unos documentos que debía enviarlo a Australia por correo para un colega muy amigo, que deseaba unirse a nuestro proyecto.  Estaba exhausto. Pero no deseaba dormir. De pronto la puerta sonó, miré rápidamente a esa dirección sin realizar ningún ruido extraño.

—Charlie, ¿estás despierto? Soy Francesca —fruncí mis labios y apagué el pequeño velador, su voz sonaba muy ebria. Tocó unas veces más y se dio por vencida. Apoyé mi cabeza en el respaldo de la cama y cerré mis ojos. 

Miré la hora y era muy tarde, plena madrugada para ser verdad. Me crucé de brazos y miré con desdén mi teléfono. Lo tomé decidido y marqué el número de pantalla. Estaba enloqueciendo lo sé.

Hola —escuché su dulce voz. 

Hola Señorita Victoria. ¿La desperté? 

Quien habla.

Charlie Burton —tardó unos segundos en responder.

Acaso, ¿usted no duerme? —me reí a lo bajo.

Lamento despertarla. Es que tenía que decirle que lamento haberla incomodado el miércoles, sobre el "Es una mujer con rasgos muy bellos" —debía admitir que estaba muy nervioso. Jamás me había sentido tan vulnerable. 

¿Me llamó para eso? —me quedé callado. Estaba siendo bastante fría.

Sí. Es que me sentí culpable después. Fue descortés de mi parte —hablé con pena. Creo que no debí haberla llamado. No sonaba para nada a gusto con hablar conmigo.

No se preocupe, Charlie —su tono era mas pacifico.

¿Pasa la navidad sola? —me atreví a preguntar.

No. Anoche llegué a Manhattan, para pasar Navidad con mis tíos.

Manhattan. Feliz Navidad, Victoria —susurré. 

Igualmente, Charlie.

La dejo descansar. Pero quiero saber si aceptó mis disculpas —no iba a cortar hasta no estar totalmente seguro.

Sí. Está perdonado —sonreí a gusto.

Dulce sueños.

Igual.

Adiós.

Me quedé mirando los ventanales que tenía enfrente muy absorto en los pensamientos. 

*

Sentí un cosquilleo en mi oreja, volteé aún con los ojos cerrados y dejé salir un suspiro cansado.

—Hasta que hora seguirás durmiendo —abrí mis ojos, encontrándome con dos ojos saltones y negros.

—¿Qué hora es? —tapé mi rostro con la almohada.

—La hora de que te levantes y le des un abrazo a tu hermana —se quejó.  Le mostré una sonrisa y la tiré en la cama para abrazarla. —Charlie, me asfixias. Ya no eres el niño flacucho que eras antes —protestó. Me aparté un poco de ella y la miré.

—¿Qué insinúas con eso? —me tiró una almohada en la cara.

—Que estás gordo —entrecerré mis ojos.

—Gordo o musculoso —hice un juego de cejas.

—Pregúntale a Francesca —admitió con desprecio. Me le reí por lo niña, Natalie nunca la quiso — Jeremy tiene razón, estás extraño —rezongó y me levantó de la cama.

—A todos va con ese cuento.

—Me gusta así —volteé a ella con las manos puesta en mi cintura.

—Si me disculpas, debo cambiarme —puso sus ojos en blanco y salió de la habitación arrastrando sus pies.

Al bajar congenie mirada con Andrew que sonrió falsamente. Saludé a todos y me aparté un poco para tomar un café, observando charlar con tranquilidad en el living.

VICTORIA [2# EMHEF]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora