Niño: [archivo de audio] "O-oh, papi"
Tú: ¿QUÉ MIERDA?
Niño: [archivo de audio] "Oh, mierda, fóllame, por favor papi-i"
Tú: ¿ESTÁS LOCO?
Tú: ¿POR QUÉ MIERDA ME ENVÍAS ESO?
Tú: ¿QUÉ CARAJO HACES?
Niño: [archivo de audio] "Papi, só-sólo estoy usando mis dedos. Fan-fantaseo con que es tu enorme pene el que me es-está ¡ah! jodiendo. Pero no es sufici- ¡oh mierda! ¡no es suficiente!"
Tú: DIABLOS NO VUELVAS A MANDAR ESAS COSAS.
Tú: CASI LO ESCUCHA MI JEFE, UHG.
Niño: [archivo de audio] "Lo lamento papi pero, ¡oh! pero no puedo contenerme. Te tengo tantas ganas. Quiero que esté-estés aquí follando mi culo. Lo-lo quiero t-tan mal"
Tú: Adiós.
El castaño apagó su teléfono, sin escuchar los tres audios que vinieron después de su despedida. Se sentía acalorado, probablemente sonrojado por la vergüenza de que casi lo escucha su jefe. También se sentía algo abrumado, sus pantalones poco a poco le ajustaban más y tenía miedo de saber por qué.
No quería excitarse con sólo un par de gemidos de un chico desconocido, menos estando en su horario laboral.
Pero, aún así, se sentía algo caliente cada que hablaba con el niño desconocido. Era tan extraño, y con lo único que podía reaccionar él era con indiferencia. Tal vez si esperaba, el niño se canse de insistir y lo deje en paz.
O tal vez él termine aceptando.
Quién sabe.
