Algo que jamás esperé

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Mi pequeña y estimada Prik me pidió la continuación de esta alocada historia y aquí va con mucho cariño para ti. Es cierto que esta historia está dedicada a Andy, pero ella es amiga de Prik y son compartidas. No me queda más que desearte un feliz cumpleaños con este episodio extra largo, además te mando un gran abrazo y de todo corazón te deseo que tus sueños se hagan realidad.

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Capítulo 2: Algo que jamás esperé

Mi afán científico me había traído hasta este momento tan horrible. Morinaga entre mis brazos se desvaneció sin que yo pudiera escapar con él y nos apresaron. Me angustié tanto porque inútilmente trataba de mantenerse despierto, ansiaba tanto protegerme de la situación en que estábamos. Intenté resistirme pero inyectaron algo en mi cuerpo, mientras recordé la razón para estar en este distante lugar y me arrepentí...

Me enlisté en la misión secreta más sorprendente de la que he escuchado, no me importó el abandonar mi casa o mi vida con tal de conocer algo tan impresionante. Afortunadamente Morinaga me siguió, de cierta forma me tranquilizó el saberme acompañado, aunque bien pude haberlo hecho solo.

Al llegar algo me causó extrañeza, la forma en la que nos trataron como piezas valiosas, casi como ganado al matadero. No era normal aquello. Cuando dijeron que querían compartir su conocimiento lo creí, pero al llegar me dio mala espina la forma en la que nos recostaron en camas como anticipando una respuesta negativa ante la vacuna. No podía atemorizarme y escapar, puesto que no había para donde correr, asimismo si nos protegen debe ser porque nos necesitan.

Supe que éramos ratas de laboratorio cuando me despertaron para medir los resultados y nos volvieron a sedar. Observé que Morinaga estaba perfectamente, sus signos vitales eran constantes y así me dormí preocupado por nuestro destino.

Sentí cansancio al abrir mis ojos, me pregunté cuántos días nos han tenido en este estado, puesto que me dolía el cuerpo, ahora tendría que buscar una forma para evitar volverme un despojo de laboratorio. ¿Para qué razón querrían a cerca de trescientos jóvenes? Ninguno era viejo, ¿podríamos ser carne? ¿Nuestro gobierno qué ganaría al perdernos? Me tranquilizó un poco el pensar que pidieron un alto grado de inteligencia, nunca matas a las ratas más listas, las usas con un motivo específico y yo iba a averiguar cuál sería.

Tenía ganas de comentarle a Morinaga sobre nuestro predicamento, pero él es fácil de leer y seguro no sabrá comportarse. Además a veces es como un niño asustado y yo debo investigar sin sus interrupciones. Me convencí de ello al verlo caer de la cama por levantarse hasta la mía. Qué clase de tonto no sabe que luego de estar inmóvil más de una semana no podría caminar o movernos adecuadamente. ¡Sólo él se le ocurre!

Comenzaron a educarnos en su sabiduría, y cuando explicaron lo de las castas comprendí que algo había de eso con respecto al experimento al que nos sometieron, pues noté que la historia antigua de los humanos nos decía que los alfa eran el género masculino y los omega eran el femenino. Lo más extraño es que tanto mujeres como hombres estaban en esas clasificaciones ¿cuál era la diferencia?

El segundo día de haber despertado, empezar a movernos era muy complicado, y de pronto percibí las cosas de forma distinta, una respuesta inesperada de mi cuerpo me dijo que ya no era el mismo. El aroma de Morinaga inundó mi nariz y esa exasperación que siento cuando él me incita durante el sexo llegó inesperadamente, sin siquiera verlo o tocarlo supe sus intenciones. Quería hacerme llegar duro y rápido, además de que yo lo desea igual que él. Esa mirada tan salvaje que me dio me causó una erección tan dura que estuve tentado a tocarme ahí en la sala frente a todos.

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