Capítulo: 5 Las profundidades de mi afecto

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Capítulo: 5 Las profundidades de mi afecto

Sus palabras, su lenguaje corporal pedían a gritos que yo le tomara de aquella forma, su aroma me volvía un esclavo de mis deseos. Ahí en la regadera ya no pensaba, sus pupilas dilatadas con ansiedad y nuevamente mi cuerpo que lo envolvía. El aroma era fuerte desde su cuello y lo quería, lo necesitaba probar, era algo inminente. Tan salvaje, tan listo para hacerlo mío, con ese fuego que desde mi entrepierna suplicaba por unirnos por quedarme ahí un siglo si era posible.

Demasiado calor cuando mis ropas y las suyas empapadas hasta el suelo cayeron. Gruñí suave a su oído, algo que instaba porque él comprendiera lo que pensaba hacer, le pedía, imploraba porque sempai se humedeciera, sabía de hecho que eso era posible y por esa razón yo dominaba sus instintos. Así que al subir sus piernas a mis caderas mi pene encontró el camino de forma fácil, se deslizaba dentro, tan húmedo y apretado. Pero más que cualquier otra cosa empecé a lamer su cuello, ahí donde la mujer había mordido salía ese aroma de sempai concentrado. Y al probarlo me quemó la garganta, podría correrme tan sólo de moverme con ese sabor tan intenso.

Controlé ese impulso y me quedé quieto unos instantes, no debía acabar tan aprisa. Sin embargo seguí succionando en su cuello, con ese sabor que me forzaba a empujar más. Latía demasiado mi corazón, así como si todo fuera despacio o yo pudiera sentir más de aquello.

— Te amo... sempai... tan húmedo...

Mi cuerpo reaccionaba ante ese fuego que había probado en mi garganta. Parecía que volvía tan dura mi erección que se enterraba dentro de su carne abriendo paso en su interior sin piedad. Completamente distinto era hacerle el amor ahora que yo era una criatura modificada como él, la pertenencia era maravillosa, él expresaba tanto desde su cuello que supuraba esa deliciosa sustancia que llenaba mi cuerpo de sensaciones.

No había más pensamientos en mi cabeza, sólo apoderarme de esa suavidad, de su aroma para mí, para llenarme completamente de él y ser suyo, tan suyo como él era mío sin discusión. Sus brazos se sujetaban de mi cuello y sus piernas abiertas me permitían ir cada vez más profundo. La fuerza de mis piernas se volvía poderosa, tan resistente a todo, simplemente lo recargaba en la pared del baño y empujé ahí con ese palpitar en mis oídos diciendo que me derretiría en cualquier momento. Más que nada era él que jadeaba, que gemía mi apellido cuando esas cosquillas desde mis bajos subieron aprisa, un impulso me hizo succionar más en su cuello y aunque traté de contenerme pero me derramé ahí dentro suyo. No obstante, no acababa, el sexo ahora se tornaba tan caliente mientras me corría ahí anudados, mi cuerpo pegado al suyo y él liberando su esperma entre nosotros sin que yo pudiera hacer más movimientos, ahora todos los hacía su interior que succionaba, al tiempo que me desesperaba demasiado el orgasmo.

La fuerza en mis piernas se perdía conforme la inflamación en la base de mi pene desaparecía. Mi sempai estaba tan débil que se dejó caer contra mi pecho. No sabía si era el agua de la regadera o el sudor que recorría su frente moviendo los cabellos por su rostro, que me sentí tan enamorado ahí abrazando su frágil humanidad que se soltaba de la mía. Me ponía tan débil el orgasmo que nos dejé caer a la tina despacio hasta acomodarlo cerrando las llaves del agua y sumergidos en la tibieza.

Las fuerzas volvían lentamente, no era tan buena idea anudarlo ahí en cualquier lugar, ya que terminaba prácticamente indefenso e inmóvil, a pesar de ello valía la pena tal sensación, mucho más la suya que me trasmitía con sus hermosos ojos miel y su aroma a canela.

El cansancio me hizo cerrar mis ojos con él sobre mi ahí en nuestra tina hasta que recuperé fuerzas y llevé a mi sempai prácticamente desmayado hasta la cama envuelto en una bata de baño.

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2018 ⏰

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