Trì

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La sensación del viaje a través de la tormenta era la mejor parte de ser una Valquiria.

La electricidad corriendo por tu torrente sanguíneo era mucho mejor que la adrenalina, si no fuera bastante agotador además de peligroso estaría segura que esto sería una especie de droga para todas las valquirias.

La sensación de ingravidez, la energía, la profunda conexión con todo era algo que nunca podría explicar con certeza.

Era una sola identidad y después estaba en todas partes como el agua en las tormentas... como la electricidad en las cosas.

Los seres humanos en general deciden ignorar lo que no pueden entender y se dan por vencidos; pero doy gracias a los dioses que hay algunos que nunca se rinden o que dan las cosas por sentado.

Einstein tenía razón al postular la ley de la termodinámica: La Energía no se destruye, se transforma.

No hay nadie mejor para afirmarlo que una valquiria que puede montar los rayos.

Mi energia es la energía de los dioses y la energia de los dioses es la energia de la naturaleza; todo está conectado.

Pero también es cierto que están muy lejos de la verdad de la vida o de este mundo.

Desconocen a las razas, desconocen a las cosas, se desconocen a si mismos.

Desconocen la verdad y desconocen la realidad.

Pero está bien.

Los seres humanos son una gran amenaza cuando se sienten acorralados y sin salida; como animales en el matadero.

Aunque no puedo quejarme yo precisamente de los seres humanos cuando vivía para una comunidad dedicada a la guerra y la muerte.

Esa comezón empezó a recorrerme en mi interior y es cuando supe que estaba cerca de llegar.

No sabía donde era aquella universidad pero el cielo sí y la tormenta también.

Simplemente podía dejarme llevar con el claro pensamiento del lugar final al que quería llegar.

Confiar en la tormenta.

Confiar en mi misma y en la energía.

Entonces sentí como si mi alma se fragmentara en ínfimos pedazos y después se volvieran a juntar de golpe y me preparé para el aterrizaje.

El cielo retumbó como si se fuera a caer a pedazos y después del fogonazo de luz, que me hizo tocar los pies en el césped quemado por el rayo, por fin pude apreciar donde estaba.

Me levanté de mi posición de cuclillas y miré al edificio de piedra caliza que se situaba imponente en mitad de una gran arboleda.

El edificio parecía una iglesia gótica y tenía un montón de banderas rojas colgadas de las paredes.

Supuse que era el estandarte de la universidad aquel símbolo de un rayo con un casco espartano bordados en hilo dorado.

Quise rodar los ojos con fuerza... casi como la fuerza que poseía un rayo que la mayoría de los seres de esta universidad ignoraban.

Desde luego yo había nacido hacía bastante tiempo y comprendía las costumbres de los humanos y sus réplicas en los seres sobrenaturales pero desde luego si hubiera sido una Valquiria tan antigua como la mayoría de mi gente estaría bastante ofendida.

El rayo es casi tan sagrado para las Valquirias como lo es la sangre para los cambiantes.

Escuché un sonido casi ahogado que me despertó de mis cavilaciones.

The Last Valkyrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora