Sia.

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La cascada no tenía nada que ver con el lago que solíamos usar para el auténtico ritual, pero tendría que servir.

El ritual era la culminación del año para las Valquirias, sobretodo para aquellas como yo que tenían una posición importante.

Aún recuerdo cuando era apenas una infante, el sentimiento al realizar mi primer ritual.

La profunda conexión con todo, el dolor y el placer siendo el filo de una misma espada.

Todo y nada.

La transformación entera del ser...El nacimiento y la muerte.

Para cada Valquiria significaba algo distinto y cada una rogaba a los dioses por distintas cosas.

Pero la conexión era la misma.

Solté la bolsa de deporte en el césped y empecé a sacar los elementos del ritual.

La daga de Asd brillaba reflejando la Luz del anochecer y mientras los colores pasaban de naranjas a rosas y después a azules, yo empecé a esparcir las cenizas del fresno de Ask alrededor de la orilla de la cascada hasta que las runas empezaron a formarse.

Después preparé una copia de los cristales bendecidos que pertenecieron a las anteriores líderes y cabezas de clan y los coloqué en los extremos de las runas y sobre la cúspide la roca más alta de la cascada.

Por que los verdaderos cristales eran reliquias de inigualable valor y estaban protegidos en la capital, siendo utilizados solo en el ghealach.

Para cuando hube terminado con el resto de preparativos estaba a punto de dar la medianoche y la luna estaba en su máximo esplendor brillando y produciendo en mi lo que algunas llamaban El Brillo.

Ninguna sabía con certeza porque sucedía pero cuando la luna nos alcanzaba empezábamos a brillar. 

Por supuesto todas las Valquirias tenían un cierto brillo cuando las iluminaba la luna, pero nadie jamás había visto un Brillo tan potente como el mío.

Mi gente solía declarar que era un regalo de Freyja; que era el brillo que me señalaba como la elegida.

Yo solo lo encontraba incómodo para la batalla y mantenía runas en mi piel para detenerlo.

Empezaba a ocurrir cuando rondabas los cinco años de edad y durante muchos siglos eso se tomó entre nuestra comunidad un símbolo de que la valquiria en cuestión había sido elegida por los dioses para convertirse en guerrera y desde entonces se les separaba de su familia y se les entrenaba.

Aún recuerdo la voz de mi verdadera madre susurrándome que nunca, bajo ningún concepto, saliera fuera de casa el día del ghealach en media noche o el resto de las valquirias me llevarían con ellas y jamás volvería a verla.

Pero entonces cuando mi mejor amiga en el colegio me había insistido en acompañarla a ella y sus padres no me lo pensé dos veces.

Insistí tanto que mi madre finalmente me dio permiso; salí el día de mi décimo aniversario para comprobar como era ser como el resto.

El olor de la hierba fresca, las cenizas de las hogueras elevándose en mitad de la noche y la sensación de plenitud me habían convencido -con mi razonamiento de niña de diez años- de que mi madre me había mentido sobre los peligros de el ghealach en algún intento de maldad.

Las brillantes armaduras que relucían como espejos, los niños jugando y riendo alrededor de sus padres y el olor a la comida quemada por el fuego.

Era casi místico, casi irreal.

Me sentía tan conectada con la naturaleza y con los dioses que desoí las palabras de mi madre -que temprano ese día- me había advertido de la hora a la que tenía que volver si quería ir.

Antes de medianoche, antes de que la luna saliera.

Recuerdo el brillo en la piel de las líderes de los clanes, el color de las distintas banderas ondeando en el aire mientras ellas se zambullían en el helado lago solo con ropas ceremoniales formando un circulo al rededor del reflejo de la luna.

El sonido de los animales merodeando para observar.

Muchas sabíamos que los cambiantes de las highlands que nos cedían el lago ese día, se quedaban a observar el ritual, pero mientras no interrumpieran eran bienvenidos a observar.

Era la única concesión que las valquirias habían hecho alguna vez desde la salida del consejo a los cambiantes.

El brillo de la luna extendiéndose poco a poco iluminándolo todo.

Casi podía sentir la arena en mis pies descalzos, el aire frío acariciándome la piel de nuevo... la mano de mi amiga agarrada a la mía, palma contra palma.

Los gritos de mi amiga para que me diera prisa mientras nos movíamos entre la gente que rodeaba el lago.

Ella quería verlo de cerca, lo que ella no sabía es lo que pasaría después.

Cuando estuvimos tan cerca del lago que teníamos sumergidos los pies, el brillo de la luna se extendió finalmente hasta alumbrar esa orilla.

Las líderes de los clanes que habían tenido un resplandor casi etéreo en comparación, se dieron la vuelta mirando hacía el resplandor casi cegador que yo emitía.

Aún que eso todavía no lo había descubierto.

Sentí que la mano de mi amiga se desprendía de la mía y se alejaba como si tuviera alguna epidemia en mi junto con las miradas sorprendidas del resto de la gente que estaba a mi alrededor...

La mirada de Assa la reina valquiria en mi, una niña de diez años, analizándome.

Entonces me di cuenta de porqué todo el mundo me miraba cuando miré mis brazos.

Brillaba como si yo fuera la misma luna, todo en mi era brillante como una bombilla, el largo pelo negro que era el orgullo de mi madre se había vuelto de un muy blanquecino rubio y yo no sabía como pararlo.

Y entonces la reina Assa se acercó a la orilla del lago, me cogió de la mano y me llevó al centro del círculo con las demás líderes de clan.

Yo era arrastrada por la reina ya que estábamos en la parte más profunda del lago y ni siquiera era capaz de tocar con la punta de los dedos del pie el suelo.

- Como te llamas niña de luz.- La líder de las valquirias del Este, Wyen de Fjardor me observaba fijamente.

- Syn.

- Syn, ¿sabes como hacer el rito del ghealach?.- La reina Assa me miró, yo negué con la cabeza.- Entonces hoy aprenderás.

Al día siguiente la reina Assa estaba en mi salón junto con mis maletas y mi madre estaba llorando. 

Jamás volví a ver a mi madre.

Un sonido grave me sacó de mis recuerdos.

The Last Valkyrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora