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El había crecido toda su vida con lujos, detalles y una familia algo rara.

No era disfuncional, tampoco era violenta ni nada por el estilo, ni siquiera se asemejaba a los típicas modelos sociales de familia perfecta. Nada de eso.

El tenía a su madre como una modelo de alta categoría y a su tío en un importante puesto en el terreno de negocios, no sabía quién era su padre ni conocía límites al tratar a alguien.

Decían que era su tío el que le había heredado el mal carácter y su madre aquellos ojos profundos y escudriñadores. Decían que existía y que no, que vivía con otros niños pero que no era amigable.

Y él no se prestaba para escuchar tales chismes de personas que no conocían nada de su vida personal y que tampoco les importaba su propia autoestima para inventar cosas que  les pasaran por sus estúpidas cabezas.

Creció en una mansión criado con las posibilidades de caprichos de cualquier niño, pero él no era inútil. Sabía valerse por sí mismo debido a la falta de atención, tampoco reclamaba un trato de reyes. Aunque, siempre tuvo niñeras que le prepararsen los mejores pasteles sólo para él.

Levi se desarrolló con pocos complejos y una moral totalmente inusual respecto al trato en el ambiente social en el
que vivía. Él era diferente a sus compañeros de clase cuando alguna persona de clase baja caminaba cerca de la escuela.

Sin embargo, aquel niño de mirada filosa creció con un carácter demasiado tosco, agresivo, «un niño maleducado» . El no sabia tratar con otros, simplemente, ni siquiera era alguien con quien platicar cómodamente. Fuerte como muchos y extraño como otros.  Jamás se acercaba a alguien si no era para ordenarle algo o para amenazarlos a puño limpio. Así mismo era con todos, inclusive con su propia madre.

Aunque aquella mujer fuera mucho más tenaz que cualquier otra mujer que él hubiese conocido en su corta vida. Por eso la amaba tanto. Ella le enseñaba que tanto debía de ser, qué tantos límites había.

Su tío rara vez hablaba con el antes de los diez años, era como una simple sombra en su casa que traía hombres de caras hipócritas y trajes elegantes. Siempre, estaban cerca, él los veía entrar por la sala cuando su madre no se encontraba, para más tarde esconderse entre unas sábanas con la almohada encima para no escuchar las acaloradas discusiones del que se supone era un miembro más de la familia.

En su cumpleaños número trece, su "nana" dejó de trabajar ahí por razones que jamás dijeron, y le presentaron a su sustituto, la señora Kukiko Ackerman.

Un pastel de chocolate infinitamente delicioso es capaz de cautivar a un niño de once.

Trabajó arduamente en sus estudios aunque sus profesores le cagaran en toda su alma, según Kuschel, le serviría demasiado para una buena vida. Incluso, ella se preocupaba por el dinero y futuro de su hijo sabiendo que este contaba con una fortuna arrastrando tras de sí.

Se sorprendió que sus compañeros de universidad hablaran de su madre como un puta de primera, que la mujer era más fácil que conseguir un papel en el cesto de basura.

Primer expulsión de una escuela. Razón, dislocarle el brazo a uno compañeros y noquear a otros dos.

Todo pasa, el tiempo corre y la nieve cae. Vientos arrastran traviesamente los papeles de cientos de secretarias y la lluvia en verano produce frizz en las señoras. Todos los días, todos los años.

Levi Ackerman creció como todos, se hizo adulto y su tío dejó de llegar a invadir su espacio. Kuschel ya no salía en revistas ni volvía a prepararle un té negro. Tan rápido como el abejorro que cruzó el parque central a las 10:45 y tardó diez milésimas de segundo en encontrar la flor perfecta para alimentarse fueron desapareciendo u. Uno a uno. En el choque del camión de carga en la avenida principal de Stohess.

One-Two Shots [RivaMika~LeviMika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora