8.- Capricho Blanco

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Blanco, todo estaba adornado con blanco.

Era una boda en alguna iglesia común, a pesar de que ninguno fuera creyente. Simplemente ella le había contado alguna vez que de pequeña quería vestirse de blanco, así como en las películas.

Ahí estaba presente, tal y como le había pedido.

Mikasa:

No me voy a molestar en ponerte una presentación adecuada para una carta, sabes perfectamente quien soy.
En una semana será tu boda, vas a estar de blanco y por fin te iras de esta casa como siempre ansiaste tu libertad.

No estoy contento, no me hace gracia y tampoco me alegro por ti.

Tu tienes dieciocho años y yo treintaitrés, recién cumpliste la mayoría de edad y también agilizé los trámites para el cambio de independencia. Porque eso también lo querías.

Dijiste que algún día saldrías de aquí, que jamás volverías y que tampoco me visitarías, porque tu no tienes tiempo para un asesino serial como yo.

Alguna vez me preguntaste el por qué no te mataba de una vez por todas con algún arma de las que tenía si no te iba a dejar salir a las fiestas estúpidas de tus amigos, donde se terminaban matando en accidentes automovilísticos. Tú misma te respondiste cuando viste las noticias en el televisor.
No logro entender el por qué me preocupas Mikasa, tampoco entiendo por qué te rescaté de aquel agujero donde te habían metido pensando en que eras un cadáver más.

Tu tenías siete y yo quince. Es sorprendente que me amenazaras con la pistola aún encontrándote semidesnuda y con el hueso femoral roto. Eres fuerte y lo sabes.

En unos meses o años, yo voy a estar muerto, me habrán asesinado y luego te enterarás de mi fallecimiento por el periódico local, diciendo que me encontraron en una fosa común con altos grados de descomposición. Sólo espero estar el infierno para no ver mi cuerpo en tales grados de insalubridad.

Por eso, quiero despedirme antes de que me olvides por completo. Seré claro.

Tú eres igual a mí, lo descubrí cuando lavaba tu ropa y escondías dinero en los bolsillos que olvidabas sacar. Ese dinero iba a tu alcancía "secreta" para comprarte una casa en cuanto pudieras. Jamás me permitiste entrar a tu habitación, aunque hicieras un desastre en la mía y te durmieras en mi cama cuando estabas lo suficientemente cansada como para comer los chocolates que tenía en la mesita de noche y que los tomabas pensando en que nunca me daría cuenta con el dulce que limpiaba antes de que te levantaras. Parecías querer ser un completo ninja.

Y lo fuiste cuando me dijiste que te llevara ropa a la casa de un tal Jaeger.

También me cuenta de donde pasabas las noches en las que yo trataba de rastrearte para saber si te encontrarías bien o si el inútil de tu novio preparaba el té de menta con el azúcar perfecto.

Alguna vez me dijiste que jamás te hacía un favor y que con eso te hacía daño, pero sabes que terminaba cediendo a tus caprichos por más imbéciles que fueran.
Como aquel canario que siempre platicabas con él y que rescataste de la calle. Para luego criarlo a hurtadillas en tu habitación alimentándolo con raciones de pan.

One-Two Shots [RivaMika~LeviMika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora