Infiltrados

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Seis y cuarenta de la tarde, faltaba poco menos de una hora para "La gran reunión" que nos tenía preparada, Tamara. El resto de la tarde me la pasé pensando a que se debía tanta preocupación, nunca en la historia de nuestras conversaciones había algo tan importante, ni siquiera con el tema de Oliver Najam.

La historia de Oliver fue un gran problema, en especial para Jessy. Se conocieron en un campamento de verano. Él era un chico muy tierno, dulce y atento, que se había hecho amigo de la rubia. Fue uno de los primeros chicos que aceptamos completamente, y se podría decir que en algunas ocasiones estuvo presentes en nuestras juntas. Jessy y Oliver eran inseparables, iban a todas partes juntos, ya sea al parque o simplemente se quedaban en la casa. Esa fue la primera vez que vi realmente a Jessica Storn enamorada, aunque solo yo sabía, supuestamente confía más en mí en las demás, pero eso no importa. Oliver la iba a ver la mayoría de los días, le regalaba cosas y de vez en cuando le daba pequeños y cortos besos en la mejilla, todo un cursi. Una noche de Junio, Tamara, tuvo una fuerte discusión con Jessica, tal a punto de expulsarla de el club, pero eso no sucedió. La siguiente mañana transcurrió con normalidad, pero Jessy no era la misma, estaba más fría y distante.

Según Rebeca, Oliver le había dicho algo realmente horrible, como que sólo la utilizó para sacar información.

Sinceramente no sabía si eso era una verdad o una mentira, ya que ella nunca quiso decírmelo. Estuvo por cerca de dos semanas actuando de una manera que no era propia de Jessy, casi como si su verdadera yo hubiera abandonado su cuerpo y reemplazada por otra. Tiempo después Oliver se fue del Instituto y todo volvió a la normalidad. Desde ese día no permitimos más chicos en nuestro grupo ni menos en nuestras juntas. Ya me encontraba en ese antiguo tejado y ansiosamente esperaba a que todas llegaran al lugar acordado. Era una de las pocas personas ahí dentro, más bien arriba, todas se encontraban en el restaurante abajo. Las chicas aún no se hacían presente, pero no me asustaba ni sorprendería si llegaran tarde.

Unas manos me llegan a cubrir los ojos y salto exasperada por la sorpresa. Ante mí estaba Rebeca y Jessica, Tamara estaba un poco más atrás, mirando atenta la situación.

- Tomemos asiento - dijo en casi una orden. - antes de que pregunten de que se trata lo urgente tengo que advertirles que no pueden romper las reglas, o por consecuencia serán expulsadas.

- Eso lo sabemos - roté mis ojos, casi dejándolos blancos.

- Miren... Al parecer llegan nuevos chicos, rompecorazones al Instituto, y no temen ligar con una o más chicas.

- ¿A qué tiene que ver esto? - interrumpió Rebeca.

- Cuantas veces he dicho que cuando yo hablo nadie, NADIE me va interrumpir. - la chica bajó la mirada y esperó a que continuara - Son cerca de 4, se dice que son unos deportistas, típico chico popular, pero no se pueden dejar de llevar por su físico, aunque lo deseen mucho no le deben hablar.

- Esto es estúpido - susurré pero para mi desgracia lo escuchó todo el grupo.

- ¿Por qué? - preguntó Tamara.

- ¿Ya te has escuchado a lo menos? Suenas ridícula.

- Si tanto te molesta mi punto de vista y que me preocupe tanto por el grupo es mejor que te retires de aquí.

- No, mejor me quedo donde... - fuí interrumpida.

- No es un consejo, fue una orden - dijo Tamara, con una mirada fulminante.

Estaba impactada, demasiado impactada, pero antes de empezar un constante debate decidí irme del lugar. Salí echando humo por las orejas, farbullaba maldiciones a todo pasó y andaba con la cabeza agacha... muy mala idea. El sonido repentino de una bocina de un auto me hizo salir del trance y casi darme un ataque de corazón. El auto estaba a centímetros de mí, y pudo haberme atropellado.

- ¡¿Qué te pasa idiota?! Mira por donde conduces - grité lo suficientemente alto para que la persona que se encontraba dentro del auto me escuchara.

- ¿Lo dices en serio? Tú eres la loca que se cruza a la mitad de la calle - dijo dentro del auto.

- Me pudiste haber matado imbécil - y justo después de pronunciar éstas palabras comenzó a salir un muchacho de aquel auto. Tenía una Nariz refinada y levantada, su mandíbula se mantenía tenza y sus ojos le daban un aspecto de badboy.

- ¿Estás lastimanda? - preguntó a unos metros de mí.

- No, pero...

- Pero nada, no te ocurrió nada así que deja de agrandar las cosas, de todos modos tu fuiste la que se cruzó. - se devolvió a su auto.

- Idiota - susurré pensando que no iba a oírme.

- No me llamo idiota, mi nombre es Alex... Alex Mccway.

- No me interesa... idiota.

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Disculpen tanto la demora, he dejado esto votado y me da una pena terrible, pero les juro que actualizaré más seguido.

No se permiten chicos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora