¿Acaso me estás siguiendo?

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Excelente, perfecto, y maravilloso. Eso define el sarcasmo de tener que compartir mi amada clase de Biología avanzada con Alex. Por un momento creí que se había equivocado de clase, pasando por un recuerdo que se esfumó enseguida al verlo sacar sus libros y apuntes, que a decir verdad eran bastantes. La profesora entró al aula con sus típicas carpetas repletas de hojas y sus plumones en mano. Comenzó a escribir algo en grande en la pizarra y se dignó a hablar.

- Bueno, hoy vamos a ver la respiración celular ¿Alguien sabé que es eso? - preguntó la profesora y enseguida levanté la mano, pero cuando me disponía de decir la respuesta otra persona me ganó.

- Es un proceso inverso a la fotosíntesis, es decir, que en vez de producir glucosa y oxígeno, se produce dióxido de carbono, energía y agua.

Dios no puede ser

Me giré hacia atrás y lo observé, tenía esa cara de chico irresistible que mataba a cualquiera, mientras mordía la punta de su lápiz.

- Eso es perfecto - dijo la susodicha - ¿Alguno sabe cuáles son sus etapas? - levanté nuevamente la mano y él me volvió a adelantar.

- Son 4 etapas: La primera, La glucolisis, consta de la síntesis de una molécula de glucosa en 2 moléculas de piruvato. La segunda, es la formacion de acetil coeA, a partir de la degradación del piruvato formado, quitándole un grupo carboxilo, proceso llamado descarbolixación oxidativa. La tercera el ciclo de Krebs, donde se produce NADH y FADH2 que se utilizarán en la últimamente etapa conocida como cadena transportadora de electrones, y es aquí donde se produce la mayor cantidad de Atp posible. - sonrió victorioso.

- Excelente, me da gusto tener a personas como usted en mi clase, señor...

- Mccway, Alex Maccway.

Estupendo, un idiota inteligente

(...)


El día pasó rápido, sin ningún percance ni tampoco toparme con los otros chicos a hablar, aunque compartiremos clase con algunos. A la hora de la salida me fue por mi camino usual, pero al girarme noté me que venían siguiendo, pero no cualquier persona, sino él. Traté de no tomarle importancia pero a unas cuadras más seguía detrás de mí, así que paré en seco y lo enfenté.

- ¿Acaso me estás siguiendo?

- No lo creo, no sigo a personas tan feas. - contestó como si nada. Mi rostro se enfureció y me torné roja como un tomate.

- Eres insoportable, ¿Lo sabías? - volvió a caminar y yo junto a él.

- Me lo han dicho un par de veces - sacó su teléfono de la mochila y creí ver algo como un mensaje. - ¿Se te ofrece algo tan pegada que estás viendo el contenido de mí celular?

- Contéstame la pregunta que te hice hace un rato - dije.

- No.

- ¿No qué? - no comprendía lo que quería decir.

- No te estoy siguiendo, sólo me dirijo a mí casa.

- ¿Y por casualidad está por la misma parte de la mía? - me crucé de brazos.

- Mira niña, ya para de ser tan parlanchina que me vas a provocar un dolor de cabeza gigante si sigues haciendo preguntas sin un objetivo claro ni coherente.

- Bueno, pierdo el tiempo hablando con idiotas como tú. - reclamé enfurecida.

- Y yo como niñas como tú.

- Como sea, esfumate de mí vista.

- Sus deseos son órdenes - y en menos de un minuto entró a la casa que quedaba al lado de la mía. Ni siquiera me había dado cuenta cuando habíamos llegado, tal vez entre discusión y discusión el tiempo se pasó volando.

Tenía que concentrarme, mañana eran los parciales y unas de las notas más importantes de la escuela y ningún chico lo iba a impedir.

(...)

¿Siempre de dicho que los despertadores emiten un gran sonido cierto?, Pues el mío No. Ese día no sonó, y cuando ya miraba la hora eran las 7:45 y yo entraba a las 8:00 en punto. Nunca había corrido a ponerme la ropa, y tampoco había tomado el desayuno. Con todo el aliento afuera llegué sólo 7 minutos tarde, pero lo suficiente como para recibir un regaño. Toqué rápidamente la puerta de la señorita Clairese esperando su respuesta más pronta. Allí estaba ella, con su usual pose de profesora exigente.

- ¿Sabe qué es muy tarde para entrar? - Levantó una ceja.

- Sólo disculpe, no sonó mi despertador y algo tuvo que pasar para que esté así, sólo déjeme entrar.

- No necesito excusas, usted...

- Es verdad señorita - interrumpió Alex - Los despertadores anoche tenían una falla técnica provocadas por las olas de fuego en el sol, produciendo daños en los aparatos tecnológicos. Olas electromagnéticas.

La profesora me miró dudando un momento, asintió y me dejó pasar. Comencé a realizar rápidamente el exámen y en menos de una hora ya lo había terminado. La campana sonó dando el receso y busque con mí mirada a mis amigas, pero no había rastro de ellas, se las había llevado el viento. Mi estómago me rugia, tenía mucha hambre. Busqué algo de dinero en mi bolso y no habia nada. Hoy no es mi día. Me senté en una de las mesas del fondo y apoyé mi cabeza en ella.

- Toma - una voz me hizo saltar y ver de quien se trataba. Alex estaba junto a mí con un café y un panesillo. - Sé que no tienes dinero y dado por tu aspecto se deduce que no haz comido nada, así que te traje algo. - Lo miré sorprendida.

- Muchas gracias... de verdad.

- De nada.

Comí en silencio unos minutos, pero la duda me carcomía el cerebro.

- ¿Es cierto lo de las ondas electromagnéticas del sol? - me miró fijamente a los ojos pero los apartó enseguida.

- Claro que No, eso lo inventé.

- ¿Y por qué me ayudaste? - pregunté atenta.

- Ayer te vi a través de tu ventana tan concentrada leyendo y tomando apuntes que encontré indignante que no te dejarán realizar la prueba - Se paró del asiento - Y aunque no lo creas, los idiotas a veces también tenemos corazón.

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Nuevo capítulo, ¿que les pareció?

No se permiten chicos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora