—Entonces tendré que seguir esforzándome contigo.
No supiste a qué se refería Jungkook. Y no lo sabrías hasta el final de vuestra historia.
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Te despertaste con el cielo sobre ti cubierto de un tinte rosa anaranjado, tan hermoso que no te moviste en un rato, observándolo. No había rastro de Jungkook a tu lado y por un momento dudaste si realmente él había dormido a tu lado o había sido sólo un sueño. Hasta que te diste cuenta de que la chaqueta que te cubría a modo de manta, era la de él.
Comenzaba a refrescar y suspiraste, colocándote su chaqueta sobre los hombros antes de entrar al interior, donde, a juzgar por el olor, el tiempo había transcurrido hasta la hora de la cena.
—Hija, si todo lo que haces es comer y dormir, no creo que consigas perder algunos kilos.
Bromeó tu madre, recibiéndote desde la cocina con su poco apropiado sentido del humor. Normalmente habrías ignorado su comentario, como llevabas haciendo desde pequeña, pero por el rabillo del ojo, viste a Jungkook tras ella, sosteniendo el bol de ensalada después de aliñarla.
Apretaste los labios mientras enrojecías desde los dedos de los pies hasta la raíz del cabello.
¿Cómo se atrevía a decirte tal cosa con él delante?
A veces eras capaz de odiarla, pese a todo el amor incondicional que sentías por ella. Sin embargo, Jungkook no pareció prestar atención a tu madre y casualmente pasó entre vosotras para dejar el bol de ensalada en la mesa, volviendo de nuevo a por los platos.
Fingía que no, pero tú sabías que lo había escuchado.
Durante la cena no hablaste mucho, ni comiste. Nadie pareció notarlo tampoco.
Excepto Jungkook.
La forma en la que te miraba todo el rato comenzaba a ponerte nerviosa. Cada poco, alzabas la mirada en su dirección, sólo para encontrarlo atravesándote con sus pupilas oscuras y ese familiar escalofrío bajaba de nuevo por tu espalda.
Huiste a tu antigua habitación tan pronto te fue posible, sólo para encontrar, con horror, que tus padres habían sustituido tu cama por una de matrimonio. Con la clara idea de que tú y Jungkook dormiríais juntos aquella noche.
Ok, comenzabas a necesitar algo de alcohol en tu cuerpo.
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—¿Seguro que no quieres venir con nosotros?
Volviste a preguntar, haciendo contacto visual con tu hermana a través del espejo, para verla apoyada en el marco de la puerta de tu habitación. Habías propuesto una salida con la excusa de mostrar a Jungkook la vida nocturna de tu pueblo, cuando en realidad sólo querías beber.
—No puedo dejar a Benny solo. Y el idiota de mi marido me prometió una llamada de Skype esta noche cuando termine su última reunión.—Suspiró negando con la cabeza, mientras sus ojos te recorrían con el mismo cariño de siempre —¿Quieres un consejo? Jamás te cases con un hombre de negocios, a no ser que lo ames tontamente como yo amo al imbécil de tu cuñado.