➸04.

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El mármol del lavabo se sentía frío contra la piel de tus muslos cuando Jungkook te alzó para sentarte en él. La forma en la que elevó tu cuerpo, con tal facilidad y naturalidad, no te hizo sentir torpe sino delicada. Su boca volvió a la tuya mientras se acomodaba entre tus piernas, obligándote a separarlas un poco más y notaste como aferraba tu muñeca, deteniéndote de tu intención de bajar la falda, que se había subido, revelando demasiada piel y carne.

Shhhh—Sin apartar sus labios de los tuyos, alejó tu mano, bajando las suyas a tus muslos, acariciándolos con devoción. Amando cada centímetro de piel expuesta para él.

Quisiste decir algo pero unos fuertes golpes en la puerta te sobresaltaron.

Jungkook maldijo entre dientes, pero no se movió, con su boca saboreando la tuya y sus manos desapareciendo bajo la falda hasta alcanzar tu...

Oh

Viste su sonrisa de satisfacción, pero tan rápido como estaba ahí, desapareció cuando de nuevo, golpearon la puerta con una violenta determinación.

Jungkook, quizá...deberíamos ir a casa—Dijiste. De repente nerviosa por el ensordecedor sonido.

Jungkook gruñó como un animal enjaulado, sacando sus manos del interior de la tela y bajó tu vestido, tapándote celosamente antes de girarse para abrir la puerta de malas maneras.

Y fue entonces, cuando Jeon Jungkook se congeló.

Kookie—El muchacho alzó ambos brazos en gesto de saludo, pero Jungkook no respondió. Sólo se quedó ahí, parado como una estatua de cemento.

Frunciste en entrecejo con preocupación.

¿Jungkook? ¿Va todo bien?—Te acercaste despacio hasta tener a la vista al interlocutor de Jungkook. Sus afilados ojos y su cabello dorado relucían con una belleza casi angelical. Sin embargo, había algo en él que invitaba todo lo contrario. Cuando te miró, su rostro se iluminó aún más.

Wow, de cerca eres incluso más hermosa.

Algo oprimió tu estómago. Comenzabas a reconocer aquel rostro de haberlo visto en alguna parte, demasiado lejana como para haber cruzado palabra con él. Entonces ¿por qué sabía tu nombre? El miedo a la respuesta comenzó a construirse como un muro alrededor de tus pulmones, oprimiéndote el simple acto de respirar.

Miraste a Jungkook pero él no te devolvió la mirada. Su silencio era la calma que  precedía la tormenta, lo sabías.

Y esa tormenta iba a destrozar tu corazón.

Kim Taehyung miró cómo te encogías. Y le pareciste hermosa, como un baepsae herido. Él no tenía nada en contra de un bonito baepsae, pero sí en contra del que fue su mejor amigo, Jeon Jungkook.

No me mires así, Kookie, soy yo el que ha perdido al fin y al cabo. He estado toda la noche intentando encontrar el momento para invitarla a una copa pero nah, debí saber que ibas a ganar tú. Siempre lo haces ¿Verdad? Por la forma en la que dejó que la agarrases ahí afuera debo entender que ya has ganado la apuesta. Ugh, recuérdame una cosa, preciosa, nunca competir con Jeon Jungkook cuando te ha ganado durante tres semanas consecutivas. Incluso cuando tocó con esa ejecutiva de treinta y muchos. Tiene esa manía por ganar cada apuesta tonta que...

Y ahí estaba. 

Oiste el sonido de algo hacerse trizas y no estabas segura de si era algún vaso de cristal tirado por un ebrio joven o era tu corazón, hecho trizas de la forma más patética.

No querías creer al chico rubio. Pero sabía tu nombre, sabía tu ubicación y la lógica cayó sobre tu alma como un bloque de cemento, destrozándola.

¿En qué estabas pensando? Por supuesto que Jeon Jungkook no te deseaba a ti, sino a la victoria. Su único amor era el éxito y si algún día fuese una mujer, no serías tú.

De repente te sentiste fea. Tan horrible que lamentaste tu existencia.

Yo...debo irme—Balbuceaste, sin levantar la mirada del suelo. Como si eso te protegiese de que supieran que había lágrimas nublando tus pupilas.

Jungkook no se movió. Lo escuchaste murmurar tu nombre en una súplica pero decidiste ignorarlo.

En ese momento, te dolía todo: su nombre, su olor, sus besos...en ese momento, cada célula de tu cuerpo dolía por culpa de Jeon Jungkook.


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El ruido de tu maleta bajando por las escaleras despertó a tu madre. Y ésta, despertó al resto de la casa, porque era demasiado pedir que por una vez, fuese malditamente disimulada.

Pero hija...—Te observaba enfundada en su bata, por primera vez parecía temerosa de lo que iba a decir, porque la persona que sacaba sus cosas de casa era alguien muy diferente a la sumisa de su hija. Había un fuego en tu mirada que advertía a todos de que se mantuviesen alejados. —Sea lo que sea ¿No puede esperar hasta mañana?

He dicho que me voy—Contestaste secamente mientras te abrías paso para coger tu abrigo. Sin embargo, te quedaste helada al girarte, para encontrar a Jungkook en la puerta, mirándote.

¿Cómo tenía la desfachatez de presentarse ahí después de todo?

Quisiste gritarle, tirarle todo lo que tuvieras a mano, echarlo a patadas de tu casa.

Y sin embargo, todo lo que pudiste hacer fue llorar. Un largo y desgarrador sollozo que puso sonido a la profunda herida bajo tu piel.

Una mueca de dolor cruzó el rostro de Jungkook, pero tú ya no creías en la existencia de un corazón en Jungkook. Habías aprendido eso de la peor forma.

Tu madre, como siempre, creyó entender la situación mejor que nadie.

Oh, cielo...todas las parejas tienen disc...

Sonreíste sin humor, con las lágrimas arrastrando el maquillaje por tus mejillas.

Excepto porque Jungkook y yo no lo somos, mamá.

—Escucha...— Jungkook intentó pararte pero ya era demasiado tarde. Te regocijaste en la expresión confundida de tu madre.

Eso es, mamá. Jeon Jungkook no es, nunca fue y nunca será mi pareja. Tan sólo se compadeció de tu fracasada, poco atractiva y patética hija ¿Ves? Ya no estás sola, mami. Él comparte tu opinión también. Cree, como tú, que no soy digna de su respeto. Que podéis hacerme sentir como basura, sólo porque no estoy a vuestra altura. ¿Y sabéis qué? No quiero estarlo, si eso significa ser como tú, Jeon Jungkook!

Antes de darte cuenta de lo que hacías, habías recorrido el espacio que os separaba y tu mano presionó contra el pecho de Jungkook, empujándolo hacia atrás, deseando hacerle, aunque fuera, una milésima parte del daño que él te había causado.

Él no se movió, tampoco se defendió.

Sólo te miró en silencio, con la derrota tiñendo sus ojos.

Siento haber sido una decepción, mamá. Pero ya he tenido suficiente.

Cerraste la puerta de tu casa, dejando a Jungkook con tu familia y te montaste en el coche, decidida a conducir lejos de todos ellos. Decidida a encontrar un lugar donde poder recomponer tu rota autoestima.

starboy ; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora