Capítulo 5.

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Los minutos pasan, cada uno parece más corto que el anterior. No dejamos de hablar de cualquier cosa y me alegra que no sea el típico cotilla que te pregunta sobre tu vida privada o el porqué estás aquí.

En cualquier caso, él me está cayendo genial y ojalá esto no acabara. Tengo miedo. A veces puedo aparentar ser valiente, pero las apariencias engañan. 

Una caja fuerte puede esconder dentro un frágil trozo de cristal. La caja fuerte aparenta ser valiente, que puede con todo; pero ¿alguien se ha parado a pensar en lo fácil que puede ser acertar la combinación? Y claro, una vez abierta la caja, ese alguien se enfrenta al cristal, fácil de romper.

Pues bueno, básicamente yo soy, o aparento ser, la caja fuerte. El cristal es mi corazón, mis sentimientos. Quizá por eso suelo ser fría, porque una vez que alguien puede manejar mis sentimientos yo no puedo hacer nada para evitarlo.

Él me está hablando sobre las extrañas historias que la gente de aquí le ha ido contando. En cierto modo me consuela, puesto que hay peores casos que el mío. 

"Ah, tengo una cosa que se me había olvidado darte" dice de repente, sonriendo. Mete la mano en su bolsillo y al parecer no encuentra lo que busca. Se muerde el labio y frunce el ceño; sigue sin encontrarlo. Me río.

"¡Aquí!" exclama cuando finalmente lo encuentra. Es un...¿paquete de chicles? Sí, lo es.

"Oh Dios" sonrío de oreja a oreja y él me da uno de los chicles.

"A la mañana he visto como has actuado cuando Juan te ha negado los chicles y bueno..."

"No hace falta que te preocupes por mí por eso..." en realidad si hacía falta, así que le agradezco "gracias"

"No hay de qué" sonríe y en el momento en el que meto el chicle a mi boca, la puerta del gimnasio se abre.

"Laura tenía que ser..." susurra Niall, con cara de desprecio al ver a la señora que entra por la puerta.

"¿Pero qué hacéis aquí? ¿Quién eres tú?" dice, señalándome, la que al parecer es la limpiadora. Por un momento pienso en decirle que parece una morcilla por como su ropa se ciñe a su repugnante y grasiento cuerpo, pero decido callármelo. 

"Yo tampoco sé quién eres tú y no he preguntado de esa manera." respondo. Ella me fulmina con la mirada pero no me importa.

"Ella  es nueva aquí, le estaba enseñando el lugar y como la manilla está rota nos hemos quedado encerrados hasta ahora. No lo había recordado, lo siento Laura" explica Niall. Me encanta lo humilde que es...mierda, otra vez pensando en él. No pienses en cosas imposibles Samantha, mi subconsciente me dice. En parte me quiero reír de ella y echarle en cara que he aprendido de mis fallos, que no dejaré que alguien entre en mi corazón. Pero por otra parte sé que tiene razón. El rubio que ahora mismo creo que me gusta y si ya estoy soñando despierta con él no sé qué será lo siguiente.

"Bien, pues ya he venido así que podéis iros" responde la señora. Ahora entiendo la cara que ha puesto Niall cuando la ha visto.

"¿Te acuerdas de como volver a tu habitación?"

"No... Este sitio es enorme y yo soy muy mala en orientación." en realidad sí, y sé que él puede intuirlo pero no dice nada al respecto. Yo simplemente quiero que me acompañe, aunque sé que cuanto más tiempo pase con él mi cabeza más liada estará. Pero eso da igual. Con él me he desahogado, reído y hablado durante horas sin darle importancia al resto del mundo; solo él y yo.

Ojalá él sintiera lo mismo.

"¿Puedo preguntarte una cosa?" me dice mientras caminamos.

"Sí" mi corazón acelera. ¿Por qué? No lo sé.

"¿Porqué antes me has preguntado sobre...ehm...Valeria? Me refiero a, ¿la conoces de algo? Porque ella no parece ser tu tipo de, ya sabes, amiga" y, de un momento a otro, mi corazón se para. Recuerdos vuelven a invadir mi mente. Recuerdos que en tan solo segundos se convierten en lágrimas.

"Yo...no sé, sólo quería saber..." se me da fatal mentir, así que decido contarle la verdad. "¿Tú sabes lo que es el bullying, verdad? Bueno, yo he sido víctima de eso durante años, y aparte de en el colegio, Valeria también me hacía cosas horribles, no físicas, sino mentalmente hacía que yo misma me odiase." comienzo a decir.

Intento recuperar todas mis energías para continuar.

"De pequeña tenía que ir todos los veranos a pasar las vacaciones a su casa, por una apuesta que mi padre hizo con el suyo. Dormíamos en la misma habitación y no había día en el que Valeria no me insultase. No sé como lo hacía, tan sólo teníamos ocho años, pero conseguía dar un vuelco a mi mente y hacer que yo viera en mí todo lo que ella me decía.  A esa misma edad, mi padre...bueno, pasó una cosa de la que no me gustaría hablar y no he sabido de esa chica hasta ahora. Antes simplemente te he preguntado porque me parecía patético que ella haya acabado en este lugar... pero yo también lo he hecho. Yo he caído tan bajo como ella" no me percato de sus cálidos brazos rodeándome hasta que termino de hablar. 

Cuando al fin llegamos a la puerta de mi habitación, me doy cuenta de que no quiero alejarme de él. Pero, ¿qué estoy diciendo? Si ni siquiera le conozco lo suficiente. 

Trato de convencerme de eso.

"Sé que no es el mejor 'primer día' que hubieras podido tener, pero al menos ya sabes dónde está cada lugar." me dice.

"Sobretodo el gimnasio." fuerzo una sonrisa.

"Espero verte mañana...yo me voy ya. Trata de descansar, lo necesitas." me sonríe y juego nerviosa con el final de las mangas de mi sudadera. No te vayas, no quiero estar sola, pide a gritos mi mente. Pero, todo no puede ser. Suspiro mientras le veo alejarse y me doy cuenta que en 10 minutos tengo que ir al comedor a cenar.

Puré de verduras y lengua de vaca. Seca. Creo que me tendré que ir acostumbrando. Vuelvo a mi habitación entre toda la masa de gente; algunos charlan entre ellos, otros van independientemente pero a lo suyo, como si nada les importase. Y luego estoy yo, sola, buscando a alguien que me mire y me ofrezca su amistad. Aunque, a decir verdad, he tenido demasiada suerte cuando Niall ha venido a mí. Yo no creo en el destino, pero sí en la suerte. Aunque la mayor parte de mi vida, por no decir toda, no ha tratado precisamente de suerte.

Me cambio de ropa, despacio, sin ninguna prisa, intentando asimilar esto. Y con esto me refiero a todo. Sin siquiera destapar la cama, me tumbo en ella. Desearía que ahora mismo él estuviera aquí, conmigo, dándome consejos sobre qué hacer. Pero mi padre está en algún lugar desconocido y espero que sea feliz. Solo que él siempre me decía que para que él sea feliz yo tendría que serlo. Pues lo intentaré.

Cierro los ojos lentamente repasando mi día de hoy por enésima vez.

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